Diego Scarpati
Autor y Guionista Freelance.
Cuervo. Fan del cine, el teatro, la cerveza artesanal, la coctelería y Batman.
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En 1968 se estrenaba 2001: Odisea del espacio. Este film de culto pasó a la historia por marcar varios hitos: su característico lenguaje audiovisual, la utilización de música clásica para su inolvidable banda sonora, los extraordinarios efectos especiales y el rigor científico de su contenido. A 50 años de su estreno repasamos en esta nota sus aspectos más interesantes.
Se trata de una pieza fundamental dentro del género de la ciencia ficción, dirigida por Stanley Kubrick y basada en el cuento El centinela, del novelista Arthur C. Clarke. Considerada por un gran número de espectadores y espectadoras –incluso de distintas generaciones- como una de las películas fundamentales de todos los tiempos, la gran aventura metafísica de Kubrick continúa siendo objeto tanto de culto como de estudio. Un film fascinante, que no puede objetarse si se lo califica como obra de arte, principalmente por su poesía visual y musical. Una cinta que también se ha caracterizado por considerarse demasiado compleja –o hasta inentendible para algunas y algunos- y que permanentemente plasma en pantalla distintas elementos que aún hoy continúan siendo reinterpretados.
Sin duda, la polémica tampoco está ausente (tal vez un elemento del que Kubrick no estaba ajeno, si tenemos en cuenta otros trabajos de su filmografía). En este caso, la gran controversia pasó por la falta de una respuesta clara en el final del film. Tal vez nos deja con más enigmas que certezas, pero en definitiva, hay ciertas experiencias audiovisuales que nos proponen un maravilloso viaje; porque en estos casos lo importante es la travesía, no el destino. Toda persona que haya visto este film seguro atesorará en sus retinas el fotograma del monolito negro iluminado por el sol, en un perfecto ballet geométrico. Y por supuesto recordará los portentosos acordes de El Danubio azul.

Un poco de historia
2001: Odisea del espacio (2001:A Space Odyssey) tuvo su preestreno en su país de origen el 2 de abril de 1968, más precisamente en Washington. Su estreno oficial fue el 6 de abril en la ciudad de New York. El film fue producido por los estudios Metro-Goldwyn-Mayer. Kubrick, además de dirigir también escribió el guion junto al novelista Arthur C. Clarke. De hecho, como mencionamos anteriormente, la película se basa en un cuento de este último llamado El centinela, escrito en 1948 y publicado en 1951, que tiene sustanciales diferencias con la cinta.

Al principio las críticas fueron algo dispares. Los efectos visuales resultaron de lo más destacable, mientras que la complejidad fue en ocasiones considerada como uno de sus puntos débiles. Estas diferencias no impidieron que el film ganara el Oscar a los mejores efectos visuales y tres premios BAFTA (mejor fotografía, mejor sonido y mejor diseño de producción) entre otros galardones.
También es innegable su legado, ya que resultó inspiradora para la creación de diferentes producciones de ciencia ficción, en las que hasta incluyen guiños. Sólo a modo de ejemplo, por citar una de las más recientes: Interestelar (Interstellar – 2014), de Chris Nolan. Incluso ha sido objeto de parodias, como por ejemplo en varios episodios de Los Simpsons, pero en especial en aquel en que Homero viaja al espacio. Desde el comienzo hasta su fin, el episodio está plagado de referencias al film (y en general a otras producciones de ciencia ficción). La película hasta fue inspiración para el videoclip Believe de Lenny Kravitz, que fue realizado con la estética de 2001: Odisea del espacio.

Hasta el infinito y más allá
Si bien se trata de un film ciertamente complejo, la realidad es que parte de una trama muy sencilla. Lo que realmente resulta complejo puede ser entender la totalidad conceptual que quisieron plantear los autores a lo largo de todo el film. A grandes rasgos puede decirse que la película gira en torno al descubrimiento de un extraño monolito en la luna -que podría tener un origen extraterrestre- y a una posterior misión de un grupo de astronautas a Júpiter, lugar a donde el monolito está enviando señales de radio.
En fin, lo que convierte a 2001: Odisea del espacio en un film un poco más complejo tiene que ver por un lado con las distintas subtramas, y por otro lado con cuestiones más específicas de su narración audiovisual: como el subtexto, escenas con muy poco diálogo o directamente nulo y otras tantas secuencias que rondan lo surrealista.

En estas subtramas es donde descubrimos las temáticas que plantea la película. Así observamos cómo Kubrick y Clarke desde el guion abordan la evolución del ser humano; el avance tecnológico y sus aplicaciones en la vida cotidiana, lo que obviamente trae aparejado la conquista del espacio; las relaciones internacionales en plena Guerra Fría, un tema candente en esa época; la existencia de vida extraterrestre y finalmente los dilemas de la utilización de la Inteligencia Artificial. En este sentido la cinta está dividida por etapas que veremos a continuación. Sin duda el tema principal es la evolución y principalmente la inteligencia (tanto humana como artificial).
1- ‘El origen del Hombre’
Un título que hoy se podría reemplazar por ‘El orígen del ser humano’. Esta primera parte nos plantea de entrada una secuencia de 15 minutos de duración que tiene como protagonistas a un grupo de homínidos que interactúan entre ellos y su entorno mientras recolectan su alimento y tratan de pasar la noche como pueden sabiendo que fuera de las cuevas están los depredadores al acecho. Al día siguiente, la comunidad se exalta ante la presencia de un monolito oscuro erguido sobre la tierra. ¿A caso se trata del primer contacto con civilizaciones de otro planeta? ¿Significa que nuestra evolución dependió, quizá en parte, gracias a la intervención de una cultura alienígena?
Posterior a esa escena, donde aparentemente no pasó nada, uno de estos primates toma un fémur de los restos de un animal. Lo mueve hasta finalmente utilizarlo como una herramienta al dar golpes sobre distintos objetos. Este momento que parece una pavada -seguido por la toma donde el personaje golpea con violencia a otro homínido rival que le impedía beber de una fuente de agua- es, en resumen, el recurso audiovisual que utilizó Kubrick para contarnos nada menos que un salto en la evolución:
Y de ahí pasamos a una de las elipsis más bellas y famosas, el momento en que el primate arroja al aire el fémur, que es seguido por la cámara, hasta fundir a la imagen de un satélite que flota en el espacio. Cuatro millones de años en sólo unos segundos:
Lo que sigue es un paseo por el espacio mientras disfrutamos de fondo del popular vals de Johann Strauss. Tiempo suficiente para descubrir los avances tecnológicos de esa era. Viajes de la Tierra a la Luna y la posibilidad de una videollamada a millones de kilómetros de distancia. En esta etapa se introduce al primero de los protagonistas, el Doctor Floyd, un científico enviado por el gobierno de los EE.UU. a trabajar sobre un hallazgo en un sector de una colonia en la Luna (nada menos que la aparición del mítico monolito). Un transbordo en una estación espacial internacional lo lleva a dialogar con colegas rusos, quienes tratan de indagar sobre lo que ocurre en la Luna. Un misterio en torno a una supuesta epidemia. Floyd deja en claro que no puede hablar al respecto. La guerra Fría es uno de los ejes centrales en la secuela: 2010: el año que hicimos contacto (2010: The Year We Make Contact).
Por un lado, se plantea una unión entre científicos de países divididos por la Cortina de Hierro, al tiempo que la tensión se manifiesta en el hermetismo que el gobierno estadounidense propone sobre el descubrimiento del monolito. Esto lleva a la manipulación de los Medios de Comunicación, que hacen su parte en este juego para correr la voz respecto al ocultamiento de una falsa noticia, en este caso una supuesta epidemia, que sólo se trata de una cortina de humo. Muchos films del género han jugado con estos interrogantes: ¿Cómo reaccionaría la humanidad ante la confirmación de que no estamos sólos en el universo?
Finalmente, el contacto entre los científicos y el monolito deriva en una ensordecedora señal de radio que se dirige puntualmente a una de las lunas del lejano planeta Júpiter. Puntapié para la próxima etapa del film.
2- ‘Misión a Júpiter’
Un año y medio después, la nave Discovery marcha directo a Júpiter con una tripulación de dos pilotos: David Bowman y Frank Poole, y tres científicos en estado de hibernación. Además hace su aparición el personaje más emblemático del film: HAL 9000, una súper computadora de última generación encargada del control de prácticamente todo. En este personaje recae finalmente el rol antagónico, ya que el conflicto principal se plantea entre ambos humanos y esta Inteligencia Artificial, que aparentemente comienza a fallar. HAL 9000 está dispuesta a completar la misión -que, por cierto, a esta altura es conocida sólo por quienes viajan en animación suspendida- aunque signifique acabar con la vida del resto de los humanos que viajan a bordo de la Discovery.

Es interesante señalar que HAL 9000 tal vez tenga más rasgos humanos, o dicho de otra manera: que tenga más “humanidad” que los dos astronautas; ya que ambos comparten un monótono viaje junto a una inteligencia artificial, y aún en las situaciones más extremas, ambos parecen carecer de sentimientos. ¿Será una forma de criticar el avance tecnológico como una manera de deshumanizarnos? Quien sí muestra sentimientos (o al menos los simula gracias a su programación) es la misma computadora, que teme por su vida y trata de defenderse (“David: Tengo miedo…”, parlamento que pronuncia durante la angustiante escena en que David desconecta las funciones superiores del cerebro de HAL). ¿Al final quien es el verdadero autómata?
Bowman se convierte en el único sobreviviente de la nave y nada lo detendrá en su objetivo de desactivar a HAL 9000, por más que la misma le suplique no hacerlo. Durante este proceso, el ordenador reproduce un mensaje grabado del Doctor Floyd donde revela la verdadera naturaleza de la misión, la posibilidad concreta de hacer contacto con una civilización extraterrestre. Ya nada volverá a ser igual. En definitiva ¿Se puede estar preparado para semejante revelación tras haber salvado su vida de una Inteligencia Artificial Homicida? Aunque desde el punto de vista de HAL 9000, ella sólo seguía órdenes, era una subrutina más. Aquí se nos pone de manifiesto la impotencia de los personajes humanos ante un ente tecnológico que en vez de simplificar sus vidas se vuelve totalmente en su contra. ¿Qué tan racional puede ser este temor? ¿A cuántos años estamos de lidiar con máquinas que estén totalmente fuera de control?
3- ‘Júpiter y más allá del infinito’
La tercera y última parte de la película es sin duda la más desconcertante, lisérgica y surrealista. Una banda de sonido perturbadora acompaña al astronauta David Bowman a un viaje con un destino incierto. La Discovery finalmente arriba a los alrededores de Júpiter y nuestro protagonista sale con una pequeña cápsula hacia el encuentro de un gran monolito -mucho más grande que el encontrado en la Luna- que orbita uno de sus satélites naturales.
Al acercarse al mismo comienza un viaje tan psicodélico como lisérgico, que tiene exactamente una duración de diez minutos (algo impensado en la narrativa audiovisual actual, salvo en algún caso de cine experimental). Esta travesía parece conducirlo por distintas partes del universo a velocidades inimaginables. Este viaje tan peculiar finaliza en un lugar aún más surrealista: un sitio que parece ser una habitación ambientada con una decoración de estilo Luis XVI. Desde aquí, distintos planos nos mostrarán a un David Bowman que parece estar condenado a pasar el resto de su vida en ese lugar, a tal punto de terminar en su lecho de muerte, totalmente decrépito por la avanzada edad. Y solo ahí, a instantes de su muerte, frente a él aparece el misterioso monolito, tal vez una forma de comunicación que tiene esta civilización alienígena. Pero este ser senil ahora es un feto dentro de una esfera transparente, lo que nos lleva directo a la escena final: el famoso plano del bebé en gestación al lado del planeta Tierra.

A esta altura, definitivamente nos quedan más dudas que certezas. Hemos recorrido el camino evolutivo de la especie humana y puntualmente el de un ser humano. Y hemos también viajado por las estrellas. Y en medio de los enigmas que se abren, es interesante señalar que toda esta tercera y última parte del film, no tiene absolutamente ningún tipo de diálogo o palabra alguna emitida por el actor. ¿Que nos quisieron decir los autores? Siguiendo algunas pistas podemos arribar a alguna conclusión.
Descifrando el enigma
Tenemos en claro que el tema principal de la película es la evolución del ser humano tomando como contexto los viajes espaciales. Lo que aún queda por develar es el significado de la secuencia final. ¿Cuál es el mensaje?
Tenemos una aproximación analizando un elemento clave: la banda de sonido. Precisamente Así habló Zaratustra, el poema sinfónico de Richard Strauss, a su vez obra capital del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, cuyo planteamiento, basado en la evolución del mono al “superhombre”, con el hombre como nexo casi antagónico entre ambos, es un elemento fundamental de la cinta. Para sintetizar, esta obra plantea las ideas principales que expone en todas sus obras transmitidas a través de la voz de un profeta llamado Zaratustra, donde se destaca la voluntad de poder y el eterno retorno a la vida. Este ermitaño que vive recluido en la montaña se presenta como el profeta supremo, superior en sabiduría y conocimiento al resto de los humanos. A lo largo de su retiro reflexiona sobre la vida y la naturaleza del hombre. Cuando siente que es el momento adecuado, decide regresar al mundo para comunicarle el fruto de su conocimiento.
El tema musical en cuestión suena tres veces a lo largo de las dos horas y 15 minutos que dura el film. La primera vez en la apertura sólo a modo de acompañamiento musical de la presentación, aunque ya nos está dando una pista de por dónde podría venir la cuestión. La importancia de esta cortina musical recae en las dos escenas posteriores donde se escucha. El primer caso es al inicio, cuando el homínido descubre en un simple fémur la posibilidad de usarlo como herramienta o arma. El segundo caso, ya en el cierre de la historia, cuando el astronauta David Bowman parece orbitar la Tierra desde la figura de un feto.

El punto en común que tienen ambos momentos es que marca claramente un salto en la evolución de la especie humana. En el primer caso el primate al borde de la extinción que no sólo se convierte en omnívoro sino también en parte del grupo dominante. Mientras que en el segundo caso este ser que regresa a la Tierra ya no es el homosapiens que viajaba en la nave Discovery. Es otra entidad que bien podríamos identificarla como el “superhombre” del que justamente habló Nietzsche. Claramente se trata de la musicalización de la experiencia de este astronauta, que durante su estadío en esa habitación se ve a él mismo cada vez mas anciano, hasta morir y volver como un bebé en gestación. Acá vemos el retorno a la vida, cuestión que no es más que parte de la cadena evolutiva. Y su llegada a la Tierra, convertido en ese bebé dentro de una cápsula, es el regreso del profeta que quiere compartir con el resto de los mortales su conocimiento, y así la voluntad de poder.
Finalmente otro punto interesante para destacar es que en los procesos evolutivos pueden desaparecer especies que no pudieron adaptarse al entorno. El film tiene muy presente la presencia de la Inteligencia Artificial y su interacción con el ser humano. Incluso en algunos pasajes parece HAL más humano que los mismísimos astronautas. La dramática escena en la que David desprograma al ordenador puede ser la forma en que Kubrick pone de manifiesto que para evolucionar hay que suprimir esa Inteligencia Artificial, romper con la máquina, desprogramarla. En este dilema que se presenta, HAL 9000 implora que no lo desprogramen. Pero es necesario hacerlo para poder llegar a Júpiter, es decir, para poder alcanzar el estado de “superhombre”, el renacimiento de un nuevo ser, casi embrionario, que nace al encuentro de la Tierra, como dice Nietzsche en su libro. Con la muerte de HAL, la evolución simplemente busca otro camino.
Escena final:
El Legado: Y por qué es un clásico indiscutido
- Narrativa Audiovisual
Vamos a comenzar esta parte hablando de la narrativa audiovisual. Una porción de la crítica dijo en su momento que el film es lento y carece de acción. Sin embargo era el objetivo de Kubrick que la película tuviera un ritmo pausado y sobre todo se apoye en una narración no verbal. Como resultado final, 2001: Odisea del espacio, se sostiene sobre las pistas visuales acompañadas por música clásica, y deja el resto librado al misterio y las conclusiones de cada espectador o espectadora. A su vez, no se puede dejar de destacar la simetría de los planos de Kubrick, algo que observamos en todos sus films, y que en este caso disfrutamos desde hermosas imágenes panorámicas.
Por otra parte, la banda de sonido contiene piezas fundamentales de la música clásica como Así habló Zaratustra de Richard Strauss; El Danubio azul de Johann Strauss o Gayane Ballet Suite de Aram Khachaturian (tema que no utilizó por casualidad James Cameron en Aliens: el regreso). La melodía no podría haber sido mejor seleccionada.

- Efectos Especiales
Kubrick tenía en mente realizar un film lo más realista posible, para eso fue clave contar con excelentes efectos especiales para la época, aunque eso signifique crearlos desde cero. Utilizó todo tipo de métodos, incluyendo la fotografía por escáner y el uso de filtros negativos, que se aprecia en la escena final del “Viaje Lisérgico”. Esta excelencia tanto en los efectos especiales como en los escenarios (y en el realismo desde la física) alimentó hasta nuestros días lo que se considera una de las grandes teorías de la conspiración. Se trata de la que señala a Kubrick como el director de la puesta en escena de lo que sería el falso alunizaje, pero esa ya es otra historia.
- Avances Tecnológicos
El film tuvo aciertos en muchos elementos tecnológicos que mostró. Menos, claro está, Panam volando por el espacio, ya que dicha compañía finalizó sus actividades en 1991. Entre estos avances podemos citar la Teleconferencia (el actual Skype), televisores de pantalla plana, tablets, inodoros de gravedad cero, cables de memoria de fibra óptica e incluso la inteligencia artificial HAL 9000, tal vez como pariente cercano de lo que hoy es Siri.
- Rigor Científico
Detrás hubo un trabajo de asesoramiento por parte de personal de la NASA que permitió llevar el film a un terreno factible y realista, partiendo de la base de respetar las leyes de la física. Así, por ejemplo, se tiene en cuenta los efectos de la gravedad o su ausencia. En la escena del viaje lunar se puede observar un bolígrafo flotando o el brazo de un pasajero suspendido en el aire. Por otro lado, en las escenas de la estación espacial y la nave Discovery, la gravedad es simulada con la fuerza centrífuga giratoria.
Otro elemento realista tiene que ver con el ejercicio. En un ambiente hostil para el ser humano, este debe ejercitarse para evitar problemas como la atrofia muscular a causa de la falta de gravedad. Pero si hay un elemento clave que ha sido respetado es el silencio. En el espacio no hay sonido, porque este necesita aire para propagarse. Kubrick lo resuelve muy bien en pantalla.
Finalmente, uno de los aspectos más realistas está asociado a la trama y tiene que ver con los conflictos y el antagonista. Acá no hay rayos láser, monstruos alienígenas o cosas por el estilo. Lo que pone en jaque a la tripulación es algo tan temible como realista: una Inteligencia Artificial fuera de control; y las amenazas tienen que ver con fallos de sistemas, problemas con la propulsión, la comunicación o el soporte de vida. Todo esto hace que la supuesta civilización extraterrestre representada por el monolito pase totalmente a un segundo plano, ya que es algo omnipresente en el relato pero que concretamente nunca vemos -salvo más allá del emblemático objeto negro rectangular. Esto quizá coloque a esta forma de vida alienígena en una posición meramente filosófica, que nos ayude a cuestionarnos nuestro lugar en el universo, nuestra existencia finita.

2001: Odisea del espacio significó, además, el empujón que necesitaba la Ciencia Ficción (Ficción Científica, para decirlo correctamente) para salir de su nicho, ya que era considerada en esa época un género literario menor, relegado a revistas y pequeños libros. No hay duda de que tanto Kubrick como Clarke fueron visionarios y responsables de que hoy seamos muchos y muchas los que amamos estas historias que nos transportan más allá de las estrellas. Y en este caso ya no importa si el espacio tiene o no sonido, lo importante es llegar a nuevos mundos, y por supuesto, disfrutar del viaje.