El mate de todos los días, el esclavismo de siempre

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By Corriendolavoz

La historia de la provincia de Misiones, tierras de yerbateras y tealeras, esconde bajo la cosecha la lucha de los y las trabajadores por condiciones dignas de existencia. Héctor Fuglistaler, concejal del PRO en Guarani, Misiones,se encuentra denunciado por amenazar de muerte a sus trabajadores y pagar su salario con bonos. El Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) se movilizó en la Capital del país para nacionalizar el conflicto y desde Corriendo La Voz nos animamos a profundizar en la temática.

El año 1920 comenzaba a correr cuando el anarquista Eusebio Mañasco se instaló en el pueblo de San Ignacio, en lo que hoy conocemos como Misiones. Después de varios años de deambular entre los diferentes pueblos de la región, Mañasco se transformó, tal vez, en el primer estandarte de la lucha de las familias tareferas y tealeras.

Eusebio conoció las condiciones extremas de explotación de esas tierras cuando trabajaba como foguista de un barco Paraguayo. Luego de varios viajes, idas y vueltas embarcado, decidió asentarse en San Ignacio y dedicarse al difícil oficio del tarefero, ayudando a organizar a sus pares.

El esclavismo, el pago en ‘vales’ sólo intercambiables en almacenes específicos, las condiciones precarias de trabajo y existencia y su activa militancia como delegado zonal de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), llevaron a Mañasco a impulsar la fundación del primer sindicato de obreros yerbateros. Las siglas por las cuales se lo conoció eran SOY (Sindicato de Obreros Yerbateros de San Ignacio) y al poco tiempo de existencia dieron un fuerte susto a los colonos y patrones.

La primera huelga de yerbateros llegó pronto y terminó en un temporario aplastamiento por parte de los y las trabajadoras. Los colonos se vieron obligados a aceptar diversos pliegos de reivindicaciones que incluían, entre otras cosas, la reducción de la jornada laboral a ocho horas, el reconocimiento sindical, la jornada de descanso dominical y la abolición de los ‘vales’ como medio de pago.

Pero los colonos, acostumbrados a dominar la producción y vidas de los obreros que esclavizaban, no iban a dejar pasar las cosas tan fácilmente. Eusebio Mañasco fue enjuiciado por el asesinato de Allen Stevenson, un patrón que apareció muerto. La causa fue armada, los testigos fueron obligados a declarar – con una historia guionada – bajo torturas y amenazas. Fue gracias a las grandes huelgas y marchas obreras a nivel nacional e internacinal que en 1927, Marcelo T. de Alvear se vio obligado a firmar el indulto. Seis años después de su encarcelamiento, Mañasco volvió a San Ignacio a seguir trabajando, organizándose y comenzando una historia sin fin.

La misma provincia, otros tiempos; los mismos problemas

yerbateras y tealeras
yerbateras y tealeras

Las décadas pasaron y muchas de las problemáticas a las que Eusebio se enfrentaba continúan. En los últimos años existieron una decena de accidentes de camiones que llevaban adolescentes y adultos – en condiciones de hacinamiento- a diversas yerbateras. Sergio Álvez, de la Revista Superficie, realizó una lista de los accidentes más conocidos desde el 2000 hasta el momento: “Una decena de accidentes, 20 personas fallecidas y más de cien heridos, configuran las cifras que oficialmente se registran en cuanto a accidentes protagonizados por trabajadores rurales en condiciones de traslados infrahumanas. El 2 de octubre de 2000, cuatro tareferos murieron y 22 resultaron heridos tras un accidente en la Ruta Costera 2, al volcar un camión que transportaba una cuadrilla. En 2004, ocho trabajadores rurales sufrieron lesiones cuando el camión en el que viajaban volcó sobre la avenida Fundador de El Dorado. El 31 de agosto de 2008, un accidente en la ruta 14 a la altura de Curuzú Cuatiá puso fin a la vida de ocho misioneros oriundos de los parajes irigoyenses Laguna Azul y Dos Hermanas. (..) Viajaban hacinados y de madrugada para no ser descubiertos por los controles. (…)”

El 17 de septiembre de 2009, Juan Ramón, un tarefero de apenas 16 años, murió cuando el camión en el que se trasladaba fue colisionado por detrás por otro vehículo. Ese accidente ocurrió en Montecarlo y dejó además 44 heridos, todos tareferos. En el camión viajaban al menos diez niños y mujeres.

En febrero de 2010, Fabián Pereyra, de 36 años, era llevado a un yerbal de Apóstoles por un vehículo, fue impactado por otro. Iban doce personas en una carrocería sin protección alguna, y además de la muerte de Pereyra, el accidente se cobró cinco heridos.

El 20 de julio de 2011, Oscar Miranda, peón rural de apenas 15 años, perdió la vida tras electrocutarse maniobrando una grúa hidráulica. El adolescente Miranda era oriundo de Concepción de la Sierra, y al momento de fallecer estaba formando parte de una cuadrilla que estaba trabajando en el lote 61 de la zona agrícola de Tres Capones. Oscar había llegado junto a su madre, Rosa Neu, quien al igual que el resto de la familia viven del trabajo en la tarefa”.

Los números de tareferos en la provincia todavía se encuentran en discusión. En el 2015, según la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) existían 20.000 tareferos, de los cuales 13.000 trabajaban en negro. Este mismo sindicato – denunciado por varias organizaciones sindicales y políticas por apropiarse aportes de los trabajadores – indicó en 2016 al informe sobre cadena de valor realizado por el Ministerio de Haciendas y Finanzas Públicas, a cargo en ese momento de Alfonso Prat-Gay, la existencia en el sector primario de 13.000 trabajadores. Siendo de éstos, 4.000 fijos y 9.000 transitorios durante la cosecha (es decir entre seis y nueve meses al año).

Argentina produce el 60% del total mundial de yerba. De ese porcentaje, según el informe realizado por Hacienda y Finanzas Públicas en 2016, el 87% se produce en Misiones. El trabajo en las zafras dura aproximadamente de Abril a septiembre y las condiciones de producción continúan siendo precarias. Tal es así que el mismo informe, que sólo se preocupa por analizar costos y beneficios y no las condiciones de producción, detalló que: 

“En la cadena yerbatera, los trabajadores rurales y pequeños productores presentan una situación social muchas veces caracterizada por llevar adelante un oficio que se transmite de generación en generación dentro del núcleo familiar, implicando bajo nivel educativo, con una parte del trabajo migrante debido al desplazamiento de la fuerza de trabajo entre departamentos (aunque en menor proporción que en otras producciones regionales) e ingresos reducidos”.

María Luz Roa es socióloga, doctora en Ciencias Sociales  e investigadora sobre la redefinición de la noción de ‘trabajador rural’. En una entrevista para La Retaguardia avanzó en explicar lo que aquí abordamos: “La problemática de los tareferos es que hay subcontratación de la mano de obra en la cadena de producción de la yerba mate. En Misiones, los dueños del yerbal son en su mayoría colonos, propietarios de lo que sería un farmer en lenguaje sociológico, un mediano productor. La contratación es a través de intermediarios y la mayor parte de lo que sería esa mano de obra, de lo que sería ese mercado de trabajo, está en negro. Se trabaja a través de campamentos que se instalan a los bordes de los yerbales, con sistemas de enganche donde el contratista les adelanta mercadería y después el tarefero queda endeudado. A su vez el trabajo de la tarefa es a destajo, o sea por cantidad cosechada, entonces si llueve no se cosecha, depende también de la calidad del yerbal”.

La producción es mucha, los trabajadores pobres y pocos, y los colonos ricos y aún menos. Gustavo Godoy representó a las y los tareferos durante la crisis del precio de la Yerba del 2017. Según éste, de los sesenta pesos que cada consumidor paga – en promedio – por kilogramo de yerba, el cosechero sólo recibe $ 0.50, con un promedio de $ 3.000 mensuales.

Guarani y las amenazas a la organización

Entre yerbales y la ruta 14 se encuentra el pueblo de Guarani, un municipio de aproximadamente siete mil habitantes ubicado estratégicamente en la provincia, a sólo nueve kilómetros de la segunda ciudad más poblada, Oberá.

Si bien su fundación se remonta a principios del siglo XX, su desarrollo e impulso se vio acompañado de la mano de la instalación de diferentes tealeras y yerbateras en la zona. COPETEGLA (Cooperativa Tealera Guaraní Limitada) se transformó en los ’60 en la principal fuente de producción del pueblo. Nacida como una tealera, el 2 de Octubre de 1957, fue fundado por un grupo de colonos de diversos sectores sociales que se fueron instalando durante las décadas anteriores, entre ellos, Edmundo Fuglistaler. La producción rápidamente dejó de ser únicamente tealera y la yerba ocupó su principal fuente de ingresos.

Los años pasaron y COPETEGLA pasó por mejores y peores momentos. Uno de los integrantes de su dirección, Héctor R. Fuglistaler, militante de la Unión Cívica Radical y actual concejal del PRO, fue denunciado por sus trabajadores y trabajadoras y el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) por amenazar de muerte a sus delegados y pagar con ‘vales’ a sus empleados.

En el año 2006, Héctor Fuglistaler figuraba como vocal de COPETEGLA, finalizando ese año con una producción de 8.314.870 Kg de Yerba y 2.340.670 Kg de Té según un informe de la Revista Convicciones. En el 2017, además de su cargo público, ejerce en el Consejo de Administración de la misma productora.

Pero volvamos a principios del 2017. El año arrancó movido en Guarani. En Febrero, trabajadores y trabajadoras tareferos tomaron la sede de Oberá de la UATRE exigiendo que el sindicato apoye sus reclamos y acceda a llamar a un paro contra los colonos. Al mismo tiempo, en Guaraní, el FOL reclamó tierras para abrir merenderos para los y las hijas de los trabajadores tareferos. El Consejo Deliberante de Guarani acusó a ésta organización de apretar para conseguir los espacios y le negó la posibilidad esgrimiendo como argumento jurídico no tener personería legal en la provincia. Según acusa la organización, habían presentado anteriormente en la municipalidad para registrar su Asociación Civil, pero la misma fue rechazada sin ninguna explicación.

La propuesta presentada por el FOL representaba montar merenderos en dos diferentes barrios. Los terrenos corresponden a “espacios verdes”, propiedades comunales sin actual uso en la “zona baja” del pueblo y en el barrio tarefero. Héctor Fuglistaler fue el principal opositor a ceder los terrenos. El concejal, denunció que el FOL y los integrantes de los barrios de mayor vulnerabilidad socio-económica del pueblo, no debían tener acceso a esas tierras debido que la mayoría cobra el Plan Argentina Trabaja y, según sus dichos, son parte de una mafia organizada. Fuglistaler fue claro: “Acá hay mucha gente infiltrada, no sabemos quiénes son y de dónde vinieron, pero incitan a la violencia, eso no lo podemos permitir”.

En medio de ésta lucha en Guarani, el gobernador de la provincia, Hugo Passalacqua, del Frente Renovador de la Concordia Social, recortó la ayuda social que recibían las familias tareferas por su trabajo precario.

La problemática tarefera en el pueblo viene de larga data. Fuglistaler, además de empresario de la yerba, empleador y concejal del PRO, es dueño de una de las pocas radios de Guarani. En base a la organización de trabajadores y trabajadores que comienza a darse a través del FOL, Fuglistaler inició una campaña de amenazas y difamaciones no sólo contra ésta organización, sino también contra cooperativas y espacios de vecinos y vecinas, trabajadores y trabajadoras que se le oponen. El concejal ha declarado abiertamente que no se detendrá hasta “barrer al FOL de Guarani”.

Según la denuncia de Ramón Gómez, delegado tarefero en la región, Fuglistaler le paga a sus trabajadores y trabajadoras con bonos que sólo pueden ser canjeados en determinados almacenes y sitios que adueña su familia o allegados. Además, según Ramón, Fuglistaler mandó a detener delegados con causas armadas y lo amenazó directamente de muerte en reiteradas ocasiones, indicandole que le pasaría ‘con el auto por arriba’ o que ‘lo bajaría de un tiro’.

La nacionalización de la lucha

Debido a las condiciones laborales históricas y actuales, las amenazas de muerte y la manipulación mediática, el FOL decidió traer el conflicto a la capital porteña y exigir, mediante un corte en Avenida Rivadavia y Avenida Callao, una reunión con diputados y senadores de Misiones.

Tras las diferentes manifestaciones y escrachos, desde el PRO en Misiones levantaron las antenas y comenzaron a mirarse mutuamente. El apellido Fuglistaler no es sólo conocido en Guarani, sino que también es una importante parte de la historia de Oberá. TN publicó un ‘derecho a réplica’ que consta de una conversación de los funcionaros del PRO de Guaraní y Oberá preguntándose por los hechos que en vez de ayudarlos, los perjudica.

Las conversaciones internas en vez de aclarar, oscurecen. Si bien aclaran que los Fuglistaler de Oberá no son los denunciados, sino los de Guaraní, continuan con la lógica denunciada, la de tercerización de las culpas y la de utilizar la otredad como herramienta. Horacio Loreiro, quien habla de exterminar grupos opositores, es concejal de Oberá para el PRO y los demás integrantes son también funcionarios de la misma fuerza política.

Según el Macrismo, la “modernización” llegó al país, sin embargo, en Misiones, los tareferos continúan trabajando bajo condiciones esclavistas, con sueldos de miseria y siendo amenazados por los colonos y/o patrones.

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