#Cronica Todas y todos somos uno en el Otoño de Boom Boom Kid

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Juan Agustin Maraggi

Juan Agustin Maraggi

Redactor en #Corriendo La Voz
Periodista | Colaborador en Revista Mascaró | Estudiante de Sociología en la Universidad de Buenos Aires
Juan Agustin Maraggi

Boom BoomKid explotó Groove en la presentación de su último trabajo: “El Disco del Otoño”. Desde #CorriendoLaVoz estuvimos ahí y te contamos cómo fue éste show de dos horas y media donde Nekro tocó, casi, sesenta canciones.

PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)
PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)

PH: Nicolás Avelluto
Crónica: Juan Agustín Maraggi
Al final, la fotogalería completa.

Se hacían las siete de la tarde en Palermo y la noche comenzaba a dejar lugar a la iluminación del metrobus que atraviesa de manera monstruosa toda av. Santa Fe. Con el fotógrafo habíamos quedado en juntarnos un rato antes de que abrieran las puertas de Groove para charlar y tomar algo un rato.Nos encontramos en un kiosco exactamente del otro lado de la avenida, él ya estaba ahí y, como el colectivero había decidido que estiraría las paradas del quince a ‘gusto y piacere’, arranqué caminando diez cuadras de más para nuestro encuentro. Nos sentamos a tomar una cerveza en unas mesitas dispuestas en la vereda aunque dolieron el bolsillo. Si bien el kiosco tiraba a ‘rasca’, está ubicado en Palermo y los noventa y cinco pesos, al menos, nos proporcionaron una cerveza bien fría.
Sentados, al lado, teníamos una pareja que ya tiraban unos sesenta años, comiendo una pizza y discutiendo un viaje a vaya-a-saber-uno qué país exótico con playas cristalinas.

A los quince o veinte minutos ya se les veía la cara inquieta, la esquina empezaba a llenarse de punks que sacaban cervezas del kiosco y es sabido que el prejuicio puede más. De la inquietud pasaron a expresiones asustadizas por lo que se levantaron y marcharon, dejando la mesa a un pibe con un turbante y todo tatuado y su amigo. Ahora, los que nos sentíamos cómodos éramos nosotros.

Se hicieron las ocho y se abrieron las puertas en Groove, ante la insistencia del vendedor de diarios y revistas de al lado, que no paraba de pedirnos que nos retiráramos de la mesa  porque había que lucrar y le tapábamos las revistas y, ante la necesidad de preparar la cámara, decidimos partir.

PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)
PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)

Ya adentro nos posicionamos en un costado, Nicolás, nuestro fotógrafo, arrancó a sacar todas sus herramientas mientras yo me acomodaba contra una pared para esperar. Empezó la música de fondo, V8 se llevó casi toda la previa mientras la gente iba llegando despaciosamente. Entró un pibe corriendo desesperado de la alegría, campera de cuero atada a la cintura y celular en lo alto mientras corría hacia el parlante para mostrarle a alguien que estaba descociendo el lugar con metal argentino del viejo.

Los fotógrafos se empezaron a juntar al costado de las vallas del escenario mientras se iba apilando la gente en el salón, se escucha entre tema y tema cómo se abrían las mochilas y empezaba el espectáculo de armar las cámaras entre cigarrillos, poca luz y camaradería. Se reparten flyers de fechas, bandas y fanzines mientras entre la gente se iban reencontrando conocidas y conocidos. Ya todo está listo para el show.

Se hacen las nueve y veinte y el público ya estaba desparramado de a montones por todo el lugar. Cuando parecía que la gente iba a subir a tocar por sí misma se empezó a escuchar, como a lo lejos, la bata del Chelo. Se abrió el telón y todo empezó a desenvolverse. Lo supimos desde el principio, el show estaría dividido en dos, y ésta parte, sería la presentación de El Disco del Otoño.

Batería, guitarra y voz sería la formación para éste inicio, que arrancó a desentrañar cómo era eso del Otoño tocando ¿Qué hay sobre Hartmann y Curry?

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Las canciones empezaron a pasar y la gente a calentar los motores. Pronto nos dimos cuenta que la presentación se haría siguiendo casi todo el orden en que los temas fueron puestos en el disco.

Nekro tocaba ocultándose tras su poncho y debajo de un sombrero, mientras, debajo,al calor de los acordes, iban aumentando los saltos, el mosh, los abrazos y el slam. La mitad de la primera parte se la llevó Sabios, tema que ya tiene videoclip, y que hizo estallar al público. Mientras tanto y al ritmo de los saltos y abrazos que veía abajo, Nekro sacó una hoja de otoño y empezó a jugar con ella. Entre canción y canción la tiraba al suelo, le hacía pociones ficticias, la rompía, unía, volvía armar, mientras seguía jugando entre gritos y efectos de voz.

La guitarra se retiró del escenario y, entre Nekro y el Chelo en bata, despidieron el otoño con Broken Roses. La letra, manifiesto y consigna contra el patriarcado fue modificándose en una improvisación del momento. Basta de machos y de hostigamiento, en Groove, en Palermo, en el mundo entero.

Se cierra el telón, siguen los coros, las canciones de arenga y mientras todas y todos esperábamos la segunda parte del show, arrancó ese ritual tan característico en los recitales de Boom BoomKid: el reencuentro.
Abrazos y saludos por todos lados, conocidas, conocidos que se cruzan y se vuelven a ver, después de un recital, después de un tiempo e inclusive, años. Ir a un recital de Boom BoomKid es eso: un rito de encuentro. Generaciones que se juntan y se ven, integrantes de bandas de punk, hardcore y demás géneros que acuden desde funpeople, desde ahora, desde siempre.

PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)
PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)

Arrancó la segunda parte y nos esperaban cuarenta y dos temas por delante. Éste set podría ser algo así como un mix de clásicos de todos los tiempos. El público ya lo sabía y empezó a saltar desaforado ante los primeros sonidos de la guitarra que anunciaban I don’t mind. La repentina vuelta no nos había dejado tiempo para prestar atención a la formación que ocupaba el escenario. Ya no eran tres tocando, había vuelto el bajo y no era cualquiera quien lo cargaba: Flavio Cianciarulo, reconocido fanático de la banda, estaba ahí parado.
Mientras el público empezaba a reconocer a Flavio y a ovacionarlo, se me acercó un conocido, se ve que el ex-Fabulosos Cadillacs será el encargado del bajo cuando el invierno de Boom Boom Kid llegue a grabación, rumores de una noche de recital.

La actuación de Nekro se cargaba de interacciones con el público, besos tirados, puños en alto y Flavio gritando los coros con toda la emoción de un fanático tocando con una de sus bandas preferidas. Las canciones avanzaban y el set lo hacía – como de costumbre – traduciendo algunas canciones al español.

Detrás del escenario hay un nene, de unos siete, ocho años ocultos bajo los pelos rubios y el protector de oídos. En un solo de guitarra Nekro se acerca y lo saluda, él mira atento a la gente mientras asiente con la cabeza desde arriba de un parlante.

El ambiente es de fiesta, fiesta con bronca, hay felicidad, hay caras contentas pero sigue estando esa bronca que llevamos en la espalda con la combatividad. Nekro saca un papel arrugado y arranca a recitar un poema de María Elena Walsh“Dame la mano y vamos a algún lado / con los pinceles como pasaporte / Las dos con una brújula sin norte”.
El público aplaude y lo abraza, mientras empieza a sonar Ride On y el cantante se arranca los botones de la camisa de un tirón en respuesta a la energía y en ritmo con el público desorbitado. El nene se cansa de estar sentado y empieza a jugar detrás de la bateria: Adelante, Nekro salta y corre, detrás el pibito, cual si fuera el frontman, lo sigue, baila y sacude la cabeza.

PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)
PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)

Se huele el final, los últimos acordes y las últimas consignas, el público lo sabe, arriba del escenario, también. En ese tono interpelador tan característico de Nekro, nos anticipa el final llamándonos a pensar “Cuando arranca el recital está todo bien, y cuando está por terminar todo mal, como pasan de un momento a otro cuando uno les dice que se acaba. Mi pregunta es la siguiente… cuando aumentan los impuestos ¿se enojan de la misma manera?”.

Brick by Brick arranca con un solo del Sr. Flavio y ya está todo dispuesto para empezar a bajar los cambios. Se siente y percibe el finen el momento en que Nekro agarra la tabla de surf y se lanza al público. Ese momento en el que tanto arriba como abajo del escenario todas y todos son uno. Los músicos agradecen, se cierra el telón y se terminó todo. Empezamos a desalojar el lugar, algunos en cuero o en corpiño, otras y otros con campera, cada una y uno en la suya, con sus diferentes experiencias y anécdotas de lo sucedido, pero un poco más cercano a ser uno sólo.

Como Nicolás, nuestro fotógrafo estuvo haciendo su trabajo y yo me encargué de dar algunas vueltas, saltar, poguear y me fui quedando con diferentes conocidos que me iba encontrando, nos citamos nuevamente en el kiosquito de en frente. El show terminó a las once y treinta y siete, es decir, dos horas y veinte minutos después y el kiosco ya era más lo que hubiéramos esperado al principio. Ya no había señoras y señores mirando de reojo o mal, sino pibas y pibes hablando del recital, sentados por donde entraran y comiendo pizzas y panchos mientras tomaban cerveza. Al fin nos encontramos, me estaba esperando con una cerveza – ésta vez no tan fría- aprovechamos para comer algo. Sobre el local de diarios y revistas de hoy, ese del que nos había querido echar, había mesas del kiosco ocupadas. En una de ellas estaba Walter y sus dos amigos. Walter tenía en sus manos un tesoro preciado, la lista de los cuarenta y dos temas que el Kid tocó en la segunda parte del show y contaba, entusiasmado, cómo lo había conseguido entre todo el público.

PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)
PH: Nico Avelluto (toda la fotogalería al final)

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Walter estaba esperando un pancho que nunca llegaría porque su amigo se había olvidado de pedirlo– o no lo habían anotado adentro, según decía él – y contaba como casi, a pesar de su altura, consigue una segunda lista sobre la primera parte.

Hablamos un rato y después de contarme que había salido ese mismo viernes en La Tribu haciéndole unas preguntas a Nekro nos despedimos. Si yo estaba contento con la noche, ese pibe no iba a dormir ni diez minutos. La electrónica empezó a sonar en Groove y otro público empezó a llegar mientras nos saludábamos con Nicolás en el kiosco. La conclusión era clara: la noche parlemitana ya había tenido su cúmulo de conciencia mensual y ahora tenía que seguir lucrando.

 

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