#MemoriaActiva Bradbury un hombre ilustrado
- De corriendolavoz
- agosto 22, 2015
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El 22 de agosto de 1920 nació Ray Douglas Bradbury, en la ciudad Waukegan, en el estado de Illinois, Estados Unidos. A través de su obra dio vida a personajes, paisajes e historias inefables. Sus fantasías alimentaron (y alimentan) la imaginación de aquellos lectores ávidos de las más increíbles aventuras. A modo de homenaje, van estas líneas al Hombre Ilustrado.
Por Juan Pablo Paz @PiuAvanti90
El calendario indica que el 22 de agosto de 1920 fue domingo. Quizás haya sido un domingo marciano, pintoresco e hiper sensorial. O pudo ser, tal vez, un domingo de lluvia, de esos que dejan a uno encerrado en su casa sin ganas de asomarse siquiera a la ventana. Lo innegable es que aquel domingo fue especial. Fue en el cual Douglas, como lo llamaba su madre, vino al mundo.
Resulta difícil, de pronto, dar cuenta de la trayectoria de una persona. Evitar los lugares comunes y buscadores de dudosa fidelidad con el fin de dar a su biografía. Sin embargo, aún con cierta desconfianza, uno consulta este tipo de sitios con la esperanza de encontrar pequeños detalles claves. Es entonces cuando el recuento de obras del autor en cuestión, sorprende.
Escribiendo para no estar muerto…
“La vida es un don y así debemos disfrutarla. Esta es una oportunidad gloriosa. Sólo estaremos aquí una vez. He tenido la oportunidad de escribir cada vez que siento que tenía un propósito. ¿Y cuál fue mi objetivo cuando escribí tal o cual artículo? Escribir el mejor artículo que se haya escrito hasta ese momento, escribir la mejor historia nunca publicada. No sé si lo habré logrado. Ustedes, mis queridos lectores, deciden.”
Ciertamente, lo ha logrado. Los cuentos de Bradbury podrían ser sobre ciencia ficción, de tipo fantásticos, o novelas a secas, aunque estas etiquetas finalmente no logran alcanzar dar, ni una mínima idea sobre ellos. Es que la forma de escribir de Bradbury es, en parte, lo más atrapante.
Sus manos tuvieron la maravillosa virtud de escribir paisajes, de dibujar páramos que se salían de las páginas y en sus líneas se halla aquella cuota de inocencia que teníamos cuando niños pero que, sin perder la adultez adquirida, nos lleva a la fuente. Una suerte de dualidad anímica.
Algunas de sus obras fueron una crítica sociológica al mundo que le tocó transitar. Las mismas se traducen en aventuras, y es que nadie podrá negar que el siglo XX fue una aventura de la humanidad. Una aventura que, dicho sea de paso, increíblemente no acabó con el hombre.
Ventanas futuristas…
Como si fuera poco, además, su ingenio creativo nos regaló la conquista de Marte, una idea de cómo podrían llegar a ser las casas del mañana y hasta viajes en el tiempo. La relación entre el hombre y los cohetes, el espacio exterior, la posibilidad de vivir en otro planeta. Pero siempre apelando a los sentidos, en sus cuentos hay aromas traídos por vientos suaves, o empujados por brisas más ásperas. Se acarician las texturas de sus paisajes, la densidad del aire, e incluso el olor a muerte.
“Farenheit 451″ cuenta con un lugar al lado de “1984” de George Orwell y “Un mundo feliz” de Aldous Huxley. Estos tres libros son las distopías que reflejan lo convulsionado y frustrado que fue el siglo XX.
“Vendrán lluvias suaves y olores a tierra, y golondrinas que girarán con brillante sonido; y ranas que cantarán de noche en los estanques y ciruelos de tembloroso blanco y petirrojos que vestirán plumas de fuego y silbarán en los alambres de las cercas. Y nadie sabrá de la guerra, a nadie le interesará que haya terminado. A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, si la humanidad se destruye totalmente; y la misma primavera, al despertarse al alba, apenas sabrá que hemos desaparecido”
La obra de Ray Bradbury, por lo tanto, resulta una exhortación al ser, una interpelación a los sentidos. Cada una de sus líneas representa un certero golpe a lo más profundo de la especie, e incluso en las más oscuras y apocalípticas, hay un dejo ya no de esperanza sino de búsqueda. Se preguntarán, ¿Qué buscaba? Humanidad.
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