Cuando nos brote la rabia

Seguiremos,
cuando nos brote la rabia y el cuerpo
sea pura bronca contenida,
cuando la angustia recircule por todas
y todos nosotros que no conocemos
la resignación,
cuando nos cansen con frases bonitas
y globos de colores,
seguiremos en pie.
No somos
la otra cara de una misma moneda.
Somos otra, de chapa caliente
acuñada con otro tipo de proceso,
más humano, más pobre
y más aguantador.
Seguiremos de pie aunque las urnas lo nieguen,
aunque la gente que camine alrededor
ya no nos represente.
Gritaremos,
levantaremos el puño en alto,
lloraremos y ese llanto será nuestro mejor abrazo.
En ese llanto estará la verdadera trinchera,
la de mantenerse humanos
aunque todo alrededor sea miseria
aunque todo alrededor sea locura
que se alimenta por los medios
que redireccionan la bronca ajena
hacia el lugar equivocado.
Los estaremos esperando.
Estamos enojados porque duele la indiferencia.
Pero cuando despierten,
los estaremos esperando.
Sólo el pueblo puede devolverle
al pueblo la libertad.
No seremos su carne de cañón,
apuntaremos nuestras balas hacia ellos
y les enseñaremos que la panza cuando cruje
despierta resistencia
y que la mente nublada también resiste
y que los soles que arden no pueden
apagarse de un soplo,
aunque nos bañen de sangre,
aunque nos carguen un muerto a la espalda
cada vez.