Un poema sobre discapacidades morales

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Gabriela Krause
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Periodista | Escritora | Editora de Géneros y Breve Eternidad | Poeta | Feminista | En mis ratos libres sueño con armar una banda disidente.
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Estoy cansada de tener que convivir 
a toda hora
con las reglas que me impone tu moral:

no te gusta que me ría a carcajadas,
que me peine algunas veces,
y pose para las fotos
con una cara anormal.

Te molesta que me coma la piel
que rodea las uñas
y que a veces me las pinte
para descuidarlas hasta descolgar.

Si me visto con ropa sugerente
te parezco osada pero si la ropa
no sugiere, no te atrae
soy un bicho sin sentido
de la estética.

Tu moral amoral
no me conmueve
ni logra imponerse 
a mi voluntad.

Yo como lo que quiero,
cojo con quien quiero
me peino si quiero,
me visto si quiero
y como se me ocurra.

Duermo a la hora que quiero dormir
y si no tengo sueño, sigo de largo.

No me cuido para ponerme malla en verano,
pero a veces parezco un maniquí
en pleno invierno.

Si salgo de la ducha en toalla,
aunque mi piel se vea suave,
no me veo como tapa de revista
ni ejemplo de sensualidad.

Tengo el pelo más corto de un lado
que del otro
las noches violentas en que fumo y bebo mucho
me levanto con resaca
y ella me encuentra
con el pelo despeinado
la voz de hombre putañero
y el maquillaje corrido.

No uso cremas.

No me paso la vida exaltando el amor
como si amar fuera ser fiel
y apuntar a una vida sin problemas
en una casa pintada de blanco
con tres perros y cinco hijos
de publicidad.

No camino con la cabeza gacha.

No me gusta que me llamen bonita,
princesa,
o bebé.

El otro día descubrí Die Antwoord.
Me gustaría un poco ser esa rubia
flaquita, con cara de loca
y voz aguda.

No quiero ser Angelina Jolie.

No me gusta Brad Pitt
ni salgo a boliches con tacos bien altos
aunque reconozco que me tornean las piernas
y los sé lucir.

Mi mayor ambición en la vida es completar una inmensa biblioteca.

No sueño con un vestidor cinco estrellas
no me conmueven las modelos
de alta costura
y nunca regalé una taza
para el día de la amistad.

Uso lentes grandes porque no había otros.

No me gustan las películas románticas
y el porno me parece
el hijo no reconocido de la publicidad.

No sonrío todo el tiempo. Tengo dientes chuecos. A veces camino con las piernas un poco abiertas. Me depilo casi siempre, pero a veces me cuelgo. Me falta un pedazo de piercing. A veces me salen granos. Me viene siempre a destiempo. La panza que tengo es culpa del alcohol. No me hace brillar los ojitos que un tipo me diga lo hermosa que soy.

No tomo café con la camisa de hombre
abierta
desnuda después de coger.

No me gusta el té.

No guardo una foto en la mesita de luz
ni siquiera tengo una
mesita
ni una luz.

Al lado de la cama, tengo un cajón flamenco
lo uso para tocar
para sentarme
y para hacerme la puta los domingos.

No me gustan las cartas de amor
y cuando las escribo suelen reírse
de mis ocurrencias.

Quiero ser madre. Pero no me siento obligada.

Me enciende el sonido de un bajo bien ejecutado.

Me gustan las drogas,
todas ellas,
y si bien el vino es sofisticado
en mi boca se vuelve vulgar.

No me conmueve tu moral,
no la necesito.

Y no es que sea rebelde,
es que soy lo que soy

y vivo como puedo.

(*) Todas las ilustraciones utilizadas son de Crix Doll

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