Gabriela Krause
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A raíz del mal llamado “brote” de denuncias por abuso y violencias de género de varias intensidades y formas, nos surge la necesidad de analizar ciertas cuestiones que encierran algunas conductas que naturalizamos. Es verdad que “estamos en un proceso de deconstrucción”. Todas y todos. Pero también es verdad que escudarse detrás de ese discurso tampoco es la forma, a veces, de dar el brazo a torcer y reconocer ciertas conductas. Entrevistamos a Micaela Librizzi y Lucía Caracuel, quienes se animaron a denunciar a Miguel Castillo de De Lo Ajeno y comenzaron con un proceso que llevó al despertar de muchas mujeres más.
Desafortunadamente esta vez me toca narrarlo en primera persona. Pese a que a @micaelibri y a mí nos costó mucho abordar el tema, acá está + pic.twitter.com/sWT8nLcX2p
— Luli ? (@LuliCrc) July 17, 2017
En julio de 2017, las chicas se animaron a denunciar lo que habían vivido en una noche que, si bien reconocían violenta, no alcanzaban a magnificar. No quisieron dar nombres, porque la exposición siempre cuesta y porque la banda en cuestión, De Lo Ajeno, era una banda amiga.
El 19 de septiembre, tras conductas de la banda que, consciente de todo esto decidió seguir invitándolas a shows y demás cuestiones que naturalizaban e invisibilizaban su situación, las chicas se cansaron y dieron el nombre de su abusador: Miguel Castillo. Y esto, que empezó como un descargo de dos amigas que intentaban darle un nombre al dolor, culminó con el despertar de un montón de mujeres que, no sólo vieron en estas chicas que es posible denunciar y ser contenida, sino que se vieron a si mismas como mujeres abusadas o violentadas en situaciones que antes no pudieron reconocer.
Debido a que me siguen tomando de pelotuda, pasaré, para que me dejen de tratar de mentirosa, a publicar las capturas con los chicos de DLA.
— Micaela. (@boludatotal) September 21, 2017
No queremos centrarnos en un caso en particular, porque entendemos que todos mantienen una conducta predominante: el hombre que se cree con derechos sobre la mujer. Un hombre que abusa o violenta no se mira peor que un ladrón, en tanto la mujer pasa a ser una mujer-objeto y el hombre un tomador de un objeto casi “ente”, que tenga o no dueño se puede ultrajar porque para eso está. Por esto, lo que nos interesa es desmenuzar qué es lo que llevó a estas mujeres a despertar; preguntarnos si hay o no hay en definitiva una forma correcta, y arrojar una luz que ayude a entender que si la víctima se siente abusada o violentada, no hay una vara que lo mida y nos permita decirle: “no, vos no. Vos no sufriste”. Somos personas pensantes y sintientes. El abuso es todo aquello que se hace con nosotras y nosotros cuando no queremos. La violencia es todo aquello que nos lastima, física o psicológicamente. Hay que erradicar esa red de conceptos que nos hace creer que nosotros podemos definir qué está bien y qué está mal. ¿Por qué? Porque es parte de la deconstrucción, también, definir cuáles son los límites a la hora de relacionarnos con los demás, a veces lejanos de aquella línea que define la suerte de ciencia exacta llamada moral.

Denunciar con nombre y apellido públicamente a una persona es muy difícil, sobre todo cuando, como en su caso, la persona en cuestión es de un entorno amigo. Sabemos el miedo que da liberar esa denuncia. En este caso, ¿la respuesta popular fue más o menos ofensiva de lo que esperaban?
Micaela: Sinceramente fue menos ofensiva, son un grupo de pibes que siempre que alguien en común te los nombraba decía lo mismo: “son un amor”. Por ende, creímos que iba a ser difícil de creer. Tuvimos comentarios de gente que no nos creía, obviamente, pero dichos comentarios eran de familiares, o de los mismos amigos muy cercanos, no se justifica, pero desde mi lugar como persona entiendo mejor que nadie lo que es que una persona muy cercana a vos haga algo así, al principio no caes.
Lucía: En mi caso, no catalogaría ni en pedo como “ofensiva” la respuesta a mis publicaciones. Es más, fue todo lo contrario a lo que esperaba. Si en un principio había tomado la decisión de no escrachar a Miguel por lo que hizo, uno de los motivos fue por el miedo a la que podía ser la reacción de los demás. Y contrario a todo lo que pensaba, recibí muchísimo apoyo. Muchísimo. De gente incluso que no conozco y me mandó mensajes felicitándonos por animarnos a contar lo que nos pasó y por darle valor para hablar de experiencias que habían sufrido.
Como dice Tuca (Micaela), obvio que los comentarios mala leche no faltaron. Pero no fueron nada en comparación a la cantidad de respuestas que recibimos mandándonos apoyo.
Respecto a las denuncias que surgieron después, mucha gente detractora está manifestando que se vino una “oleada” de pibas abusadas, intentando aludir a la mala leche. Yo desde afuera y como mujer lo veo muy distinto.
Ustedes lo plantean: recibieron apoyo en un ámbito muy público y muy expuesto, que es Twitter. ¿Creen que esas muestras de apoyo inesperadas pueden haber alentado a otras víctimas?
Micaela: Por supuesto, el uso masivo de las redes sociales es una realidad por ende tenemos que darle el mejor provecho, cada uno elige qué contenido exponer y es importante recordar que los “arrobas” son personas de carne y hueso que eligen exponer eso. Muchas pibas se dieron cuenta de que podían contar lo que les pasaba porque veían que no se les iba a dar la espalda, yo en lo personal me sentí realmente muy acompañada en todo momento, tanto por mis amigos y conocidos como por todos los demás mensajes que me llegaron, y sé que del otro lado las pibas saben eso y lo hacen, dan el paso.
Lucía: Totalmente. Coincido con Tuca. Es más, hasta el momento no me había dado cuenta lo importante que era recibir esa contención. Fue algo, como decís, inesperado y muy grato. A partir de eso sentí la necesidad de darle el mismo apoyo que recibimos nosotras, a las chicas que estaban animándose a hablar. Es importante destacarlo, porque más allá de esto, también está el hecho de que reconocer el abuso en otras en actitudes que teníamos naturalizadas, también nos lleva a replantearnos un montón de situaciones que vivimos. Creo que nos pasó a todas, esto de revivir situaciones con otra lupa y encontrarnos interpeladas por una violencia que no habíamos podido o querido ver. En este sentido, creo que tiene muchísimo sentido que aparezcan casos de otras pibas que recién ahora están dándole un sentido a cosas que vivieron. También se ve en hombres que están intentando desnaturalizar situaciones y darle una forma para bancar esta lucha.
¿En qué situación se encuentran ustedes ahora paradas frente a los hombres de la banda? ¿Cambiaron de parecer/actitud?
Lucía: En un principio fue muy tenso más que nada. Imaginate que nosotras esta experiencia la tuvimos en junio/julio. No me acuerdo bien. Y hasta hace una semana no habíamos recibido ni un mensaje de parte de ellos. El diálogo que tuvimos fue recién el día que nosotras decidimos publicar lo que nos pasó.
Micaela: Las posturas, desde que pasó todo hasta hoy, fueron cambiando mucho. El otro día nos juntamos a hablar con tres integrantes de la banda, no queríamos vernos con todos, pero sí con los que nosotras, por lo que los conocíamos, sabíamos que íbamos a poder llegar a un cierre del asunto. La charla terminó siendo muy útil para ambas partes, nos juntamos con Franco (cantante), Piscu (bajista) y Cueva (saxofonista), Franco nos reconoció como grave y muy malo el hecho de haberse quedado con la campana de un amigo, ya que decidieron en ese momento creerles a Miguel (quien sabemos que cuenta una versión diferente a la real). Lamentablemente nos desarrollamos en una sociedad machista, en la que el feminismo se va construyendo de a poco y a veces necesitas un golpe durísimo para darte cuenta que el lado de la vereda indicado es sólo uno, a veces no caes fácil. Lo primero que nos comentó Franco al empezar la conversación es que estaba de más decir que ellos no esperaban para nada una disculpa (todo ésto dicho en base a las opiniones de otro de los miembros de la banda) y que sabían perfectamente que las víctimas éramos nosotras, nos habló desde el lugar de amigo y no en nombre de De lo Ajeno, nos habló en nombre suyo y nos contó que hoy por hoy dentro del grupo hay muchos matíces, que es algo que pudimos comprobar porque al día siguiente nos llegó un mensaje de otro integrante que seguía hablando en nombre de la banda, con un aire de debatir algo que es indebatible y con una postura que no me gustó. En resúmen es eso, hoy por hoy hay una parte del grupo que tiene su creencia al relato del forro del amigo (sic) y otros les cayó la ficha de muchas cosas y se habló del tema con el máximo de los respetos.
Lucía: Nos pareció recontra valorable eso. Los tres con los que hablamos personalmente nos expresaron el malestar que habían tenido por no haber sabido reaccionar acorde a lo que la situación exigía, por así decir. Es más, Piscu nos contaba que en un principio no sabía cómo procesar todo lo que estaba pasando y decidió reunirse con una amiga suya, periodista y feminista, para que pudiera ayudarlo a abordar el tema. Me pareció algo muy rescatable. No es que decidió enojarse con nosotras y listo. Tuvo la intención de salir de su postura para comprender de cierta forma lo que había pasado.
Es importante eso. No lapidar al que no pudo reaccionar de inmediato también es parte de entender que estamos cambiando un paradigma y que no podemos pretender que todos actúen a nuestro parecer, en un contexto de plena transformación. ¿Y Miguel? ¿Las contactó?
Micaela: Miguel no nos contactó más, lo bloqueé de todas mis redes sociales y estoy segura de lo que pasó por ende no tiene nada que decirme que pueda interesarme a esta altura. Luego de que me enteré que mintió acerca de lo sucedido le mandé un mensaje extenso, reconozco que puteándolo, porque llegué a un nivel de repulsión tanto por cómo se manejó con nosotras como con cómo les mintió a los que mas creían en él (independientemente de la reacción de los pibes) y seguido de eso lo volví a bloquear porque más que ese descargo, no me interesa que me vuelva a dirigir la palabra. Estoy embroncada y no planeo ser racional con eso porque no tengo por qué hacerlo.
Lucía: Miguel optó por el silencio absoluto. La última conversación que tuvimos con él fue al día siguiente de que abusara de nosotras. Y quiero aclarar que esa charla existió sólo porque Tuca y yo fuimos las que le hablamos a él, para dejarle en claro que había abusado de nosotras y eso no iba a quedar en nada.
Lo que se gestó en Twitter los últimos días no sólo es un fenómeno que no se ve seguido, también es algo que fácilmente se puede ir de las manos en un espacio tan público y casi anónimo. ¿Se llegaron a sentir expuestas? ¿Creen que sería bueno buscarle la vuelta para que aprendamos a contener a las pibas que hablan una vez que ya hablaron, aparte de darles el espacio?
Micaela: Obviamente me sentí expuesta, ya que expuse algo muy íntimo y que me afectó a nivel personal, pero al mismo tiempo sé que fue lo mejor que pude hacer. No me arrepiento y esa exposición que tuve no es algo que tenga que avergonzarme.
Lucía: Buscarle la vuelta me parece lo ideal. Para mí, más allá de que Twitter sirva como descargo y ayuda para dar quizás los primeros pasos en cuanto a poder exteriorizar experiencias de acosos, abusos o violaciones; me parece fundamental que no quede todo en un tweet. Considero super importante eso. Hacer algo al respecto. Desde mi postura al denunciar lo que nos pasó a Tuca y a mí, consideré trascendental dar un mensaje. Decir esto me pasó a mí y no está bien. Concientizar sobre el tema. Y desde el punto de vista de la Lucía que lee lo que publican otras chicas sobre sus experiencias, decirles “bueno, vos diste el paso al hablarlo, ahora lo que tenes que saber es que no estás sola” y ofrecer mi ayuda en todo lo que pueda hacer para colaborar.
Es interesante que apuntes a la contención entre nosotras mismas y no a llevar la denuncia a la justicia. Muchas y muchos están apuntando al punitivismo como si la denuncia penal legitimara el discurso. A veces no sólo es difícil denunciar sino que una no cree que sea el frente al que apuntar la lucha. Respecto a esto, ¿qué piensan? Cuando les piden que denuncien en una comisaría, ¿en qué lugar se encuentran? ¿Les parece la discusión que hay que dar?
Micaela: Es dependiendo el caso, hay cosas que es mejor llevarlas a la justicia por un hecho de seguridad de la víctima mas que nada, pero son casos. De todas maneras veo innecesaria la “recomendación” cuando se empieza a exigir como prueba de veracidad de la víctima, por proteger al otro lado con tal de ningunear en vez de pensar primero en el bienestar de la persona afectada. Cualquier mensaje que recomienda insistentemente tomar una optativa se vuelve pesado, sea con buena o mala reacción, porque ahí empezás a sentir una exigencia. Hay que entender que no es fácil todo, no es fácil denunciar ni pública ni socialmente, que esos actos tienen consecuencias y que la víctima en base a cómo se siente es la que tiene mas derecho a elegir qué medida tomar.
Lucía: Es un comentario que recibimos mucho. Y pensamos bastante. Yo no creo que acá lo fundamental sea un proceso penal. Cada una tiene distintas formas de abordar las experiencias que tuvieron. La gente que busca desestimar nuestras experiencias diciendo “si tan grave fue, hacé la denuncia” me causa repulsión total, más que nada porque lo dicen como si tuvieran algún conocimiento sobre el tema. Como si fuera algo sencillo. Como si hacer una denuncia fuera ir a comprar pan y listo.
Seguro. A eso apunto, también, al juicio disfrazado de consejo. Cuando te invitan a denunciar, muchas veces lo que están diciendo es “denunciá, si no mentís”. Y se omite tal vez incluso esto que sabemos de la violencia que se sufre al hacerlo. Esto viene de mujeres feministas, también. Digo, se direccionó mucho la moral en estos días. ¿Les pasó de encontrarse en veredas opuestas a gente que creían que estaría del lado de las pibas violentadas?
Micaela: ¡Sí! ¡Una banda! Principalmente con el caso de Santiago (Aysine) en el que yo puedo entender que mucha cercana tiene un proceso de aceptación más duro y largo que otras, pero me crucé con conocidos con los que capaz alguna vez me había tomado una birra defendiendo lo indefendible y justificando con cosas completamente incoherente hasta para las canciones de la banda que dicen defender (digo canciones porque toda su lucha hoy por hoy se limita a sus letras, la realidad es que de la banda para adentro no parece haber una aplicación de los ideales). Pero bueno, sirve para darse cuenta también lo que te hace el fanatismo a la cabeza, la idealización de una persona con la que quizás nunca tuviste la oportunidad de entablar una conversación a tal punto de pensar que lo conocés como para asumir eso. Me es medio gracioso cuando usan el argumento de “X músico denunciado no es así, porque una vez me lo crucé y hablamos y fue super respetuoso”, a mí me manoseó una persona que conozco personalmente hace años y me parece más que claro que uno nunca termina de sacarle la ficha a una persona.
Lucía: No me pasó de sorprenderme con la reacción de alguna persona en particular, más bien me costó mucho procesar que en sí haya gente que esté del lado de una persona a la que se la acusa de haber ejercido abuso sexual y psicológico “porque a mí no me hizo nada” o “porque en el escenario parece re buena persona”, como es el caso de Santiago Aysine por ejemplo. Es algo que todavía no puedo asimilar.
Es un buen momento, en ese sentido, para empezar a deconstruír el mito del ídolo y enfocarse en rever el machismo y el abuso desde otras perspectivas. En estos días se debatió muchísimo qué es y qué no violencia o abuso. Si bien lo que ustedes vivieron claramente un abuso, menos debatible, hay otros casos que tienen otros componentes menos explícitos, no por eso carentes de violencia. ¿Cómo ven esos juicios de valor? ¿Creen que el “siempre del lado de las pibas” implica también ponerse en su piel y reconocer que determinada situación puede resultar violenta para la otra? ¿O lo ven menos lineal, más analizable?
Micaela: Como dije antes, hay casos, con todo el miedo a que me manden a la guillotina con ésto, debo remarcar que también en algunos casos se da una confusión entre lo que es condenable a largo plazo y lo que es una conducta cambiante. Como dije antes, nacemos y nos criamos en una sociedad machista en la que ninguno tiene desde el minuto 0 los ideales del feminismo y la igualdad bien en claros. Yo también le dije “puta” a una mina con bronca, yo también bardeé a la ex de algún pibito que me gustaba, no por hacerme nada sino por el simple hecho de existir, y son cosas que con el pasar del tiempo y las experiencias fui modificando para bien. Lo que es un abuso, una violación, la violencia psicológica, es algo que se reconoce desde el minuto cero, socialmente se nos enseña que está mal, exceptuando casos aislados (más de los que me gustarían), no te va a venir a decir un adulto, siendo vos un nene, que la violación está bien, por ende no se justifica la edad que tengas, sabés que está mal hacer ciertas cosas y no es algo que tengas que “modificar en tu mente” y “autocrecer”, sos un sorete que hizo eso y quedó ahí, sos consciente de tus actos, exceptuando, claro, que tengas una patología mental que tampoco te haga consciente de lo que haces (ésto vamos a los casos más violentos, asesinatos, etc.) en el que se tiene que tener la atención necesaria, pero hay muchos otros casos en el que son acciones mas inconscientes ocasionadas por el entorno en el que crecemos que son modificables 100%, que debemos aprender, y que no me parece que tenga que ser condenado socialmente en largo plazo.
Aunque entiendo lo que planteas… ¿No creés que hay cosas normalizadas por la sociedad que igual califican como abuso? Digo, prácticas o formas naturalizadas que igual ultrajan los límites impuestos por la mujer.
Micaela: Sí, obvio. Lo vemos en la tele, en la calle cuando nos piropean, y en todos lados, y deseo con todas mis fuerzas que eso en algún momento se modifique, pero tengo en cuenta que es un proceso que lleva tiempo y que todos tenemos que cambiar muchos aspectos para llegar a ese punto, al punto de no sólo desnaturalizar los abusos, sino otros comportamientos que pueden llegar a ser incómodos y muy molestos.
Lucía: Totalmente. Es lo que hablamos sobre la naturalización de actos de abuso que pasan desapercibidos desgraciadamente. En nuestro caso, por ejemplo, lo primero que hicimos nosotras fue minimizar la experiencia desagradable que tuvimos como si fuera algo común. Pensando: “ay jaja que pelotudo Miguel que flashó”. Después de muchas horas de charla sobre el asunto nos dijimos: “che, esto no está bien”. Por eso se nos cuestionó también. Nos dijeron: “ustedes se podrían haber levantado e ido y listo”. Pero nosotras no pudimos procesar en el momento que lo que estaba pasando era, en efecto, abuso sexual. Ni en pedo. Nos costó entenderlo. Nos costó asimilarlo. La primera publicación que hice en Twitter sobre el tema la cerré con esa idea porque consideraba importantísimo entenderlo “No se pueden naturalizar estos actos y esconderlos abajo de la alfombra”.
Ese es el mensaje fundamental. En ese sentido, y cerrando, ¿qué le dirían, por un lado, a la piba que no se animó pero necesita denunciar un hecho vivido? Y ¿qué le dirían, por el otro, y sin buscar un enfrentamiento sino una invitación al despertar, a la piba que aún no se reconoce en esta lucha y cuestiona su legitimidad?
Micaela: A la que tiene la misma angustia que sentimos nosotras, lo principal que le puedo decir es que no está sola y que sacársela de adentro sirve mucho. Que tiene a muchísimas personas que no la vamos a juzgar, que la vamos a acompañar y que ella no tiene que sentir vergüenza de hablar, que no es ella la culpable de nada, y que sepa que es un peso en la cabeza muy grande todo lo que conlleva un escrache, pero que el apoyo da un alivio y una seguridad enorme que hace que sientas cómo te sacaste esa mochila de encima que te estaba matando. A la que no se reconoce en la lucha, que las víctimas no hacen ésto para “tener fama” ni por “resentimiento”, que lo hacen para concientizar, para protegerse ellas mismas y para protegerlas a las mismas que cuestionan, porque es algo que ninguna mujer, tenga la opinión con respecto al tema que tenga, merece soportar. Que es un proceso que se hace de a poco, pero que de este lado de la vereda siempre se la va a bien recibir.
Lucía: Es un proceso el de la desconstrucción. Significa que no se da de un día para el otro. Hay que entender que por el simple hecho de haber nacido en un contexto social totalmente machista, ya estamos inmersos en eso, queramos o no. Como dijo Tuca antes, yo también le dije “puta” a una mina porque me caía mal. Lo importante acá es tener empatía. Todxs estuvimos en ese lugar. Personalmente, no me parece que recurrir a la violencia sirva para hacer entrar en razón. El feminismo es hermoso y siempre te va a esperar con los brazos abiertos. Mi mensaje es ese.
Gracias, chicas. Por animarse a denunciar, por seguir ahí para contener y por entender que todo este proceso que hoy nos mantiene de un lado distinto, no nos divorcia por completo de un futuro donde luchemos todas y todos por igual.
El feminismo es hermoso y las está esperando. Interpelarse es la mejor herramienta de crecimiento con que contamos, individual y colectivamente.