Damian Martin
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A poco menos de un año de dar inicio a una nueva cita mundialista, en los juzgados se lleva a cabo una investigación por denuncias de corrupción que va dejando esquirlas por varios lados. El lado más oscuro del deporte más popular del planeta. Mientras en el Kremlin ruso se realiza el histórico sorteo del próximo mundial, varios dirigentes de la entidad madre del fútbol rezan para que sus nombres no salgan cantados en los tribunales de Brooklyn. Una mafia, miles de millones de dólares, muchos protagonistas de peso y una historia tan inverosímil como turbia.
Es una mañana totalmente normal del año 2015 en Suiza. Los dirigentes allí presentes se disponen a asistir a una gala oficial de la FIFA mientras disfrutan el lujo del hotel y el maravilloso marco que ofrecen los amplios ventanales cuando unos hombres corpulentos y vestidos de negro ingresan al lobby apresuradamente y muestran sus credenciales: FBI. El comienzo del fin se escribe ahí, en el lujoso hotel Baur au Lac de los Alpes.
Para entender por qué se involucra al FBI en esto, hay que retroceder otros cinco años. Estados Unidos llegaba con mucho ímpetu, y con una sonrisa ganadora, al considerar que su candidatura oficial para realizar la Copa Mundial 2022 no era mas que un trámite. El cachetazo que recibió en la votación fue tan fuerte como inesperado: 14 votos en contra y apenas 8 a favor, cuando en la previa decían contar con 12. Alguien los había traicionado y debían averiguar quién fue. Y el nuevo Benedict Arnold se llamó Julio Humberto Grondona.
Es aquí en donde entra en juego todo el circo y toda la parafernalia del FBI. De otra manera, no se entiende como un país en donde el fútbol, deporte y religión mundial por excelencia, no terminaría de engranar. También fue causal de sospechas la inédita pero mucho más extraña Copa América Centenario llevada a cabo en Norteamérica. La Copa América se juega en Sudamérica, y tiene muchos invitados de la Concacaf, que alberga a Centroamérica, Caribe y Norteamérica. Los derechos de televisión, marketing y demás ingeniería que se mueve detrás del balón es tan suculento que nadie quiere quedarse afuera. Dinero, poder y acuerdos que no fueron cumplidos marcan el final de un estilo de manejo político dentro de la religión más idílica del planeta.
Si hay algo que pocos le reprochan a la FIFA es su pragmatismo para adoptar posición junto al gobierno de turno. Fue fascista en la Italia de Mussolini, nazi en la Alemania olímpica de Hitler y derecha pero “aún más humana” en la Argentina del ’78. Es por aquella época donde empiezan a surgir dos nombres que modificaran la época de élite dentro de las fronteras del fútbol, son los máximos exponentes del juego Brasil y Argentina que y, a nivel dirigencial, no podían quedar atrás: Joao Havelenge y Julio Grondona.
El brasileño llegó a la presidencia de la máxima entidad mundial en 1974 gracias a la colaboración de la marca alemana Adidas y acaparó todo el mercado, haciendo explotar la única religión que el ser humano no ha podido cambiar: los colores de su camiseta. Don Julio asomó en 1979 al sillón de Viamonte y a partir de allí, no se movió hasta su deceso en julio de 2014. Bajo la conducción de ambos, la FIFA, abrió sus puertas a un clientelismo brutal, haciendo que el negocio creciera a la par que su poder dentro de Zúrich y sus cuentas bancarias, tanto de la entidad como las personales.
El mismo formato de manejo que se vio en la AFA se ve en la FIFA. Grondona tenía una manera particular de controlar los hilos que consistía, básicamente, en igualar el poder de voto para los presentes en las asambleas. Entonces, todos los votos valían por 1 (uno) sin importar historia, importancia o cantidad de hinchas, esto sumado a los favores y a los arreglos de los clubes pequeños y casi inexistentes, logró perpetuarse en el poder. No necesitó de la venia de los clubes más grandes, tenía más de treinta clubes a su favor. A partir de allí, todo se hizo más fácil de negociar: gobiernos de turno, televisación, sumas de dinero, barrabravas y sobornos. Sobornos, palabra clave, ya que es la sangre en el ojo por la cual braman en Estados Unidos.
Rusia era el candidato fijo a organizar el mundial de 2018, Estados Unidos tenía plena confianza en quedarse con la preparación del siguiente, en 2022. Sin embargo, los votos fueron a parar hacia Qatar y lo dejaron sin nada a excepción de una humillación terrible por parte de los líderes del fútbol. Líderes, una definición algo incierta ya que Maradona mismo en pleno mundial del ’86 se quejó de los “gordos de traje que lo único que hacen es sentarse a comer caviar”. Lo cierto es que un amistoso jugado en Qatar, previo a la votación, entre Brasil y Argentina elevó mas al cielo las sospechas. Ni hablar de los acuerdos entre Barcelona F.C. y la compra de diferentes clubes de fútbol europeos.
El Wall Street Journal publicó que Grondona recibió algo más de 40 millones de dólares para poder sobornar y comprar votos a los indecisos que no encontraban el camino. Y si la votación los había dejado agotados mentalmente, también tenían la posibilidad de ir a un resort de primer nivel en Brasil, all inclusive, sin gastar un solo billete. El agente Michael Garcia es el encargado de investigar a partir de 2011 todo este entramado detrás del Fair Play. Y allí, es donde encuentran al primer y único topo. Todos los demás son testigos arrepentidos.
Chuck Blazer es el topo del FBI. Anteriormente había sido el presidente excéntrico de la Concacaf. Tomó esta decisión luego de una visita personal que le hicieron los federales a su casa. El resto de la película se puede ver en cualquier serie o película de Netflix. Micrófonos a escondidas, aunque esta vez no es tan así, ya que el artilugio es un llavero que se deja arriba de la mesa, conversaciones privadas y turbias que derivan en escuchas y Don Julio que pasa a llamarse Conspirador #1. Gracias a Blazer llegan a la detención de pesos pesados de la Confederación Sudamericana (Conmebol) como Nicolás Leoz, ex presidente de dicha institución y representante de Paraguay, Ricardo Teixeira, socio y yerno del mítico Havelenge, además de ex presidente de Conmebol y de la Federación Brasilera.
El personaje que no ha aparecido pero es vital en esta estructura es Joseph Blatter. Ladero de Havelenge, fue su heredero natural cuando este se retiró de su cargo. Para este tiempo Grondona ya era vicepresidente primero de la FIFA y el encargado de las finanzas. Seph fue uno de los más manchados con el escándalo, solamente porque cuando explotó la bomba Don Julio ya había fallecido. Aun así, no se pudo salvar del pichón de Julio, un empresario de las televisaciones llamado Alejandro Burzaco, hermano del ex Jefe de la Policía Metropolitana y actual Secretario de Seguridad de la Nación.
Este comenzó a ser perseguido luego de figurar en varios negociados junto a Don Julio. Fue la mano derecha en varios negocios, además de ser el CEO de TyC Sports, empresa encargada de televisar todo el fútbol en Argentina, además de tener socios económicos a lo largo y ancho del continente, asegurándose así las transmisiones de partidos de Copa Libertadores, Copa Sudamericana y Eliminatorias mundialistas. Es decir, las competencias más importantes a nivel continental y sus respectivos derechos a ser negociados en otros continentes. Burzaco también nombró a dos funcionarios del Frente Para la Victoria: Paladino y Delhon. Éste último se suicidó a los pocos días de enterarse de la acusación.
Vale recordar que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner le quitó los derechos de la televisación a Burzaco y al Grupo Clarín para crear el Fútbol para Todos. Siempre se cuestionó la verdadera razón de esta maniobra y si realmente sirvió económicamente. Y los escándalos de corrupción por parte de los funcionarios y otras tantas sospechas revolotearon el ambiente desde aquel 2009, fecha en la que se formó el FPT. Aunque Burzaco admitió que vendió sus cámaras y maquinaria al gobierno y terminó volviendo a TyC en el año 2011, con el descenso de River.
Hay muchos que desconfían de esta maniobra debido a que fue iniciada por motus propio y totalmente alejada de las preguntas emitidas por los jueces. Y además tampoco escaló hacia arriba en la pirámide de los nombres encargados del manejo de FPT. Aunque tanto Aníbal Fernández como Jorge Capitanich quedaron involucrados en malversación de fondo, incluso Fernández dejó a Quilmes Atlético Club en muy malas condiciones económicas y futbolísticas y a la Asociación Argentina de Hockey al límite del colapso. Y muchos especularon con un posible favor al gobierno de Mauricio Macri.
Frente al fiscal que investiga esta pequeña causa, Sam Nitze, Burzaco aseguró que pagó coimas a Juan Angel Napout, ex presidente de Conmebol y de la Federación Paraguaya, Manuel Burga, mandamás de la Asociación Peruana y María Marin, dirigente de Brasil y secretario de Conmebol. Ante los jueces presentó datos en los cuales asevera que los pagos a estos hombres fueron emitidos entre los años 2010 y 2015. De esta manera deteriora aún más la situación de estos dirigentes.
Ya sea en nuestro país o en todas partes del mundo, la FIFA mostró una cara totalmente contraria a lo que pregona: valores, humildad y juego limpio. Ahora que se murió el rey, quién va quedarse con la corona? Y si bien el nuevo presidente, Gianni Infantino ha implementado nuevas reglas, como darle más espacio a los jugadores leyendas y sacar a los implicados en los diversos casos de corrupción, no hay que olvidar que proviene del riñón de Blater. Y que al igual que el gran Michel Platini, ex presidente de UEFA, vio como las gotas de barro salpicadas por la pelota del negocio le ensuciaron la ropa.
Lo irónico es que los estadounidenses quieren hacerse del control porque es el único lugar al cual no pertenecen. Lo triste es que todos aquellos dirigentes que dicen proteger al deporte más popular del mundo, no hacen más que contaminarlo y llenarlo de dudas. Lo bizarro es que los precios de este deporte han subido por decisión de los medios, ya que ellos eligen y arreglan los números astronómicos que se pagan por televisación, derechos y demás, y que las quiebras de muchos clubes sea a causa de ellos. Ensancharon la grieta entre los David y los Goliat. Lo malo, es que tal y cual dijo un escritor argentino, “teníamos y un juguete y lo terminamos destruyendo”. Y al final de cuentas, tal y cual lo decía Don Julio, todo pasa.