#ViolenciaDeGénero Susana Gomez y Monica Bauza

La semana pasada la justicia finalmente llegó para Susana Gómez y Mónica Bauza. Dos mujeres que vivían en la perifería platense, que luego de soportar años de violencia de parte de sus maridos se separaron y aún así el hostigamiento continuó. Ambas tuvieron el coraje de denunciarlos, pero la justicia durante años hizo oidos sordos a su calvario y denuncias.

Por Maria Luz Bottani @LuzBottani

 Mónica en 2006 hizo una presentación judicial en la que pedía que se excluyera a su ex marido del hogar porque ejercía sobre ella una violencia constante. En el escrito, la mujer detallaba el calvario vivido durante dos décadas: “Ha utilizado almohadones para que no queden marcas en mi cuerpo de los golpes, me tira con vasos, platos, y elementos cortantes, con acoso sexual permanente, manoseos, toqueteos y palabras irreproducibles. Una vez me sacó al bebé, lo llevó a la habitación, volvió al comedor y comenzó a golpearme con almohadones sobre mi cuerpo, sin parar. Me tiraba del pelo y además de amenazarme diciendo ‘te voy a matar aunque termine preso’ y ‘vas a terminar bajo tierra, yo ya estoy jugado’”.

 Susana hizo doce denuncias entre 2002 y 2011. Recién en la 13 presentación la burocracia policial y judicial comenzó una investigación que derivó al juicio luego de tres años. El equipo legal de la Casa María Pueblo unificó todas las causas iniciadas en 9 años, un trabajo que hicieron gratuitamente y que si se tuviera que pagar, rondaría los 300 mil pesos, algo imposible de pagar por Susana.

A Susana la rescató y salvó la Casa María Pueblo, pero culpa de los fuertes golpes quedó ciega. A Mónica la encontraron enterrada debajo de la cama de su ex marido ¿se podría haber evitado? En ambos casos la respuesta es sí. Las dos historias muestran que luego de denunciar no les brindaron la protección necesaria, que la justicia llega tarde cuando se trata de mujeres que no pueden sostener los gastos judiciales.

 “Estoy ciega culpa de la justicia”

Susana Gómez, quedó ciega a raíz del maltrato que sufrió durante nueve años de parte de su marido, al cual le realizó catorce denuncias judiciales. Sólo escucharon la última, cuando el daño físico ya era irreversible.

Durante esos nueve años, recurrió a la justicia logrando restricciones del hogar para el agresor, las que fueron violadas sistemáticamente por él. Impunemente Goncharuk, su pareja en ese entonces, continuaba profundizando el círculo de violencia en el que vivía Susana con sus cuatro hijos.

Luego nueve años de denuncias y maltrato en todas sus formas, Susana llegó a Casa Abierta María Pueblo, dónde la refugiaron hasta que detuvieron a su ex pareja. “Nos llamaron de una fiscalía para que le demos refugio, ante los reiterados ataques del hombre”, contó el abogado Dario Witt, presidente de la ONG Casa Abierta María Pueblo.

A las mujeres en situación de violencia se las insta a denunciar su situación “pero no alcanza si no nos acompañan en el después, si no hay refugios, si no se hace más prevención”, dijo la sobreviviente. El equipo legal de María Pueblo “tuvo que unificar todas las causas iniciadas en 9 años, un trabajo que hicimos gratuitamente y que si se tuviera que pagar, rondaría los 300 mil pesos”, explicó el presidente de la ONG.

El Tribunal Oral Criminal número 5 de La Plata condenó a ocho años de prisión a Carlos Ariel Goncharuk, por el delito de “lesiones gravísimas” en perjuicio de Susana Gómez, que a raíz de los golpes que le propinó sufrió el desprendimiento de ambas retinas y quedó ciega en el 2011.

En su alegato, el fiscal Fernando Cartasegna, dijo que quedó acreditado que en julio de 2010, Gómez fue golpeada varias veces, hecho que le provocó el desprendimiento de retina en ambos ojos y le hizo perder la vista. No fue la única vez que sufrió este tipo de violencia. El hombre la colocó en un lugar de vulnerabilidad durante los casi diez años de relación, le pegó delante de sus hijos más de una vez. Las agresiones fueron sistemáticas.

Luego de conocer el fallo del Tribunal, Susana, visiblemente conmovida le dijo a la prensa: “Esto va a ayudar a miles de mujeres. Se hizo justicia después de todo lo que pasé, de que tuve que quedar ciega para que la gente actúe”.

“Es infrecuente que en un juicio por lesiones gravísimas se dicte 8 años, suelen ser tres o cinco años como mucho. En este caso se evaluó la situación de la violencia de género y es un ejemplo para todo el país. Valoramos mucho la sentencia”, explicó el abogado de la víctima Dario Witt.

“Le tenía mucho miedo”

Frente a los jueces del Tribunal Oral de lo Criminal Nº 1, la madre de Mónica Bauzá explicó que la relación entre su hija y Juan Agustín Segovia, su ex marido, era tormentosa “le tenía mucho miedo”. Estaban separados desde 2006, pero vivían en el mismo terreno, una casa pegada a la otra. El hombre nunca dejó de hostigarla: era celoso y controlaba sus movimientos.

A Mónica la enterraron viva en el patio de una casa en Los Hornos el 18 de agosto de 2009. Segovia dijo que se había ido a trabajar y nunca había vuelto. Hasta que confesó el crimen pasaron cuatro meses en los que se encargó de desviar la investigación. Luego se fugó. Fue capturado en abril de 2010 cuando una Brigada de Investigaciones de La Plata lo encontró en la estación Constitución en situación de calle. Segovia esperó el juicio en prisión.

Para el Tribunal Oral Criminal Nº 1, integrado por Samuel Saraví Paz, Guillermo Labombarda y Jorge Moya Panisello, no hubo dudas: Segovia fue su asesino y premeditó su sufrimiento antes de provocarle la muerte. Lo condenaron por “homicidio calificado agravado por el vínculo y atenuado por circunstancias extraordinarias”.

Las pruebas dicen que Segovia la golpeó dos veces en la cabeza, la dio por muerta y la enterró. El cadáver fue hallado el 8 de abril de 2010, vestido, calzado con zapatillas y tapado con una bolsa, debajo de un contrapiso donde estaba la cama matrimonial. La autopsia reveló que la víctima tenía tierra en los pulmones, es decir, había sido enterrada con vida.

Durante el juicio se pidió investigar por “complicidad” al hijo mayor de ambos. Por lo que el caso por la muerte de Mónica todavía no está cerrado. Para la familia de la víctima, el imputado no pudo actuar solo y ante la prensa señalaron que el cómplice podría ser Jonathan el hijo mayor de Mónica, policía de la comisaría octava de La Plata. “Creo totalmente que actuó como cómplice. Mi ex cuñado es una persona muy enferma, diabética y no pudo cavar el pozo solo”, dijo uno de los hermanos de Mónica.

Si estás en situación de violencia de género, llamá y denunciá al 144, las 24 horas durante los 365 días del año.

 

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