Viejo, solo y puto
“Viejo, solo y puto” nació de la necesidad de un director, un asistente y un grupo de actores de trabajar juntos. El proceso de creación, investigación y ensayos duró dos años. Hoy transita su tercera temporada en una sala que, semana tras semana, se agota, incluso horas antes del espectáculo. A agarrarse fuerte de la butaca y emprender un viaje de incontadas sensaciones…
Por Brenda Bocchigliere @brenbocchi
La obra transcurre de noche en la trastienda de una farmacia del conurbano del Gran Buenos Aires. Pronto conoceremos a los personajes: dos hermanos que atienden la farmacia –uno que se acaba de recibir de Doctor en Farmacia y Bioquímica y el otro que lo ejerce por herencia familiar-, un visitador médico y su pareja travesti y otra travesti, compañera de trabajo de ésta última.
Lo primero que nos llama la atención es la escenografía y su disposición: numerosas estanterías que ocupan todo el espacio, paralela y perpendicularmente. De aquí deviene la primera pregunta que me hice al entrar: cómo iban a trasladarse en ese espacio tan acotado e incómodo para luego entender que la escenografía no era un dato menor sino que toma mucho protagonismo en el transcurso de la obra. A través de ella, los cinco se mueven, se rozan, se atrapan, se observan, se miden. También vemos una suerte de cuartito, lo que suponemos funciona como baño, donde los personajes, aleatoriamente se van encerrando con una cortina que hace las veces de puerta. Cada vez que esto sucede, estaremos convocados por los sonidos, las voces y lo poco que podemos espiar. Por último, en el fondo hay un muro por el que pueden desaparecer –no del todo ya que vemos las sombras- que conduce a la puerta del negocio. Nada está puesto porque sí: cada elemento tanto de utilería como de escenografía, cada sonido, cada decisión está perfectamente pensado.
Desde el inicio, uno no puede despegar los ojos de lo que está pasando, la sensación es la de no querer perderse nada. El mundo que abren y que no para de crecer durante los 60 minutos, nos envuelve con un halo de incertidumbre por lo que puede llegar a pasar.
Te inquieta, te incomoda, te produce ganas de gritar, de reír, de llorar, te hace revolverte en el asiento. Entre pastillas, inyecciones y contactos amorosos y carnales, los personajes se mueven intensa y crudamente por el deseo, la violencia, la hostilidad, la marginalidad, el cariño, el miedo, la perversidad, la ilegalidad. Los vemos relatando en tiempo real una hora de su vida.
Al salir, confieso haber sentido que me habían tirado un balde de agua en la cara. Y creo que allí está lo maravilloso de la obra: es una mezcla de sensaciones, una sorpresa tras otra, un nivel de tensión y de peligrosidad que nos rodea. “Viejo, solo y puto” nos quedará resonando y nos mostrará ese pedazo de sociedad que muchos prefieren callar pero que, de todas formas, existe al margen de lo establecido y políticamente correcto.
Equipo creativo y ficha técnica
Actúan: Patricio Aramburu – Marcelo Ferrari – Darío Guersenzvaig – Federico Liss – David Rubinstein
Dirección: Sergio Boris
Escenografía y vestuario: Gabriela A. Fernández
Asistencia de escenografía y vestuario: Estefanía Bonessa
Diseño de iluminación: Matías Sendon
Diseño sonoro: Fernando Tur
Asesoramiento de maquillaje: Gabry Romero
Fotografía y diseño gráfico: Brenda Bianco
Prensa: Simkin & Franco
Producción: Jorge Eiro – David Rubinstein
Asistencia de dirección: Jorge Eiro
Asistencia artística: Adrían Silver
Funciones
Viernes 21 hs
Beckett Teatro – Guardia Vieja 3556
Reservas al 4867-5185 o por alternativateatral.com.ar