Martín Salazar Oyarzabal
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Cae el sol en todos lados, pero en la ciudad el atardecer pasa casi desapercibido. Montañas de edificios y bondis que atraviesan la vista, los oídos e incluso el olfato, si el carburador funciona mal. La ciudad, fundada en el puerto, hoy, arquitectónicamente, rehúsa mirar de frente al río y se contenta con aglomerados de cemento que contienen negocios y algún que otro cine que aparenta ser cultura. ¿Qué es la cultura? Larga pregunta que nos llevaría a un debate profundo que no vamos a responder.
Hoy toca describir la EcoAldea Velatropa; un maravilloso espacio-refugio cerquita del río y aledaño a Ciudad Universitaria. Luego de socavar el suelo para edificar los enormes pabellones universitarios, quedó toda esa tierra acumulada sobre el río que nadie se apropió, tornándose -con el tiempo- un espacio habitado exclusivamente por la naturaleza; pájaros, árboles nativos, peces y verde; verde bosque verde.
Inicialmente, el plan de los pabellones contemplaba la creación de tres de ellos, hicieron los cimientos, pero uno quedó abandonado y repleto de basura. El territorio comenzó a ser habitado, esporádicamente por pescadores y, por diferentes grupos, que fundaron un asentamiento. Villa Rosa, lo denominó el amarillismo periodístico que conocemos, nombre determinado por la composición socioeconómicamente popular y transexual que lo habitaba. ¿Cuánto habrá molestado un espacio-territorio lleno de otrxs? El desalojo no se hizo esperar y, como de costumbre (o como nos pretenden acostumbrar), a palazos y tiros vaciaron el lugar.
Mientras tanto, aquella tierra poblada de naturaleza, a partir de las acciones de distintas organizaciones medioambientales fue proclamada Reserva Natural Costanera Norte en 2012, pero no saltemos en el tiempo y volvamos. El espacio-territorio-refugio del pabellón universitario, lleno de escombros y basura, comenzó a ser saneado por diferentes estudiantes que acudían a la universidad, y por otros vecinos y vecinas, que veían en ese suelo la posibilidad de generar otra configuración material del entorno. Tras diferentes proyectos, en 2007 nace la EcoAldea Velatropa, un centro interdisciplinario de experimentación y educación ambiental. Lugar que alberga a sus habitantes (rotativamente), y tiene como objetivo la transformación del territorio, utilizando métodos de construcción permaculturales y modos de relacionamiento social diametralmente diferenciados a los que marca el capitalismo consumista. Las tres R; re-utilización, re-ducción y re-ciclado, se convirtieron en guía y modo de acción, así como también la consigna “El tiempo es Arte” se transformó en forma de vida.
Dentro de la EcoAldea, comenzaron a vincularse diversas cosmovisiones ideológicas, desde calendarios milenarios hasta la alimentación consciente, acuñada en la utilización de energías renovables, pasando por ritos de poblaciones originarias y buscando alcanzar la soberanía alimentaria por fuera de un circuito mercantil que explota al hombre por el hombre y a la naturaleza por el hombre (todos bajo los mandamientos del gran capital, claro está). Otra forma de concebir el ser y su materialidad concreta, que pregunta -sin esperar una única respuesta o una búsqueda de “la” verdad- ¿hacia donde van las sociedades humanas modernas?, ¿es éste el mejor camino? ,¿existe otro? Preguntas, a veces incómodas, más aún para aquellos que pretenden del mismo espacio-territorio-refugio, una playa. Playa de estacionamiento. Cientos de ruedas y acorazados de plástico-metal, sobre cantidades de cemento, aplastando todo lo que se interponga.
A principios de 2015, con un calor abrasivo, las autoridades de la UBA (misma institución que antes fomentó el proyecto) denunció la aldea por ocupación ilegal y otra vez la policía gritó desalojo. Cayeron con sus topadoras y sus fuerzas de la ley, una y otra vez intentaron sacarlo todo, arrasar. ¿Qué pasó? Los aldeanxs se mantuvieron firmes, bien firmes, frente a esas máquinas y los hombres-máquinas. Detuvieron el avasallamiento con sus cuerpxs, sin devolver a la violencia más violencia. Detuvieron el círculo incesante del palo por el palo. Firmes y de pie.
El desalojo se detuvo por orden de un Juez -¡increíble fallo judicial!- que decretó que la Aldea, al estar ocupada por habitantes pacíficos cuyo proyecto está basado en la apropiación del espacio con objetivos educacionales a lo largo de 10 años, la UBA y los aldeanxs debían realizar mediaciones para solucionar el conflicto.
Se detuvo por ahora, pero, ¿cuánto tiempo tiempo se logrará detener a la gran máquina? Actualmente la EcoAldea Velatropa también cuenta con el Vivero Comunitario más grande de la Ciudad de Buenos Aires (VICCU) libre y gratuito. Espacio que invita a la participación de todxs, intentando volver público lo que es – realmente – público y a su vez, re-preguntándose ¿Qué hay que hacer con ésta tierra?
La EcoAldea Velatropa + VICCU realizan un festival que conmemora los 10 años de trabajo, transformación, vivencia, lucha, generación de conocimientos que el espacio propone cada día, cada atardecer, cada noche y busca continuar construyendo. ¿Te lo vas a perder?
Para más información, http://velatropa.org/contacto/, y para seguir preguntando (o buscando respuestas), o para seguir transformando.
Nota: Martin Salazar Oyarzabal