Un refugio donde respirar arte

En Montevideo existe un lugar con paredes hechas de libros, con instrumentos musicales en vez de mesas ratonas, con alfombras de colores para sentarse en el piso, con cortinas de teatro y con aroma a galletitas recién horneadas, allí conocí a Natacha Ortega.

Por Bethania Pereira  (Uruguay)

Nació en Mendoza y hoy vive en Uruguay, es compositora, comunicadora, escritora y directora del Centro Cultural Gato Peludo, labor por la cual obtiene el premio latinoamericano de literatura infantil y juvenil “La Hormiguita Viajera”.

En 2011 publica su primer libro “Terremoto” y un año después su cuento “El rey de los hongos”, forma arte de la antología “Cuentos Rarófilos”.

Mediante la palabra y la ternura que inspira este increíble lugar los invito a volver a ver la vida con ojos de niño y así poder conocerla.

adentro¿Cómo llegaste a Montevideo?

Hace casi nueve años decidí embarcarme hacia Uruguay.  Estaba en mis planes desde temprana edad la idea de viajar y cuando conocí Montevideo sentí un sin fin de resonancias, pude imaginarme  siendo parte, sembrando cerca del mar. Hay cosas que son cotidianas que me siguen atrayendo, la música, el mar, la nostalgia, el aroma dulzón de la lluvia.

¿Qué es exactamente Gato Peludo?

Gato Peludo es un colectivo de artistas que decidimos agruparnos para cantar y  hacer música, tomando el universo de la infancia como territorio primario y laberíntico en el que paradójicamente es necesario perderse para poderse encontrar.

Volver a los lugares de sabiduría que traemos desde la infancia, entendiéndolos como un núcleo fortalecedor y a partir de ahí transitar la vida.

En el corazón del barrio de la Blanqueada echamos raíces para que creciera nuestro centro cultural.  Allí decidimos agrupar libros en una biblioteca y compartirlos como nuestra particular forma de construir y expandir el territorio fantástico.

¿Cómo se fundó?

Comenzamos como una banda de música, la idea fue cruzar varias disciplinas y amalgamarlas en un discurso en donde la poesía fuera nuestro principal motor. Luego pasito a paso, llegó el centro cultural, la biblioteca, los talleres.

¿Por qué elegiste trabajar con niños?

No sé si lo elegí, a veces pienso que uno emprende el vuelo y las cosas se te van cruzando en el camino. De alguna manera estoy relacionada con los niños por mi familia, mis padres son poetas y titiriteros. Nací un 24 de febrero y a los nueve días de vida ya estaba en un teatro viendo sus espectáculos. Mi primera infancia estuvo llena de viajes, conocí muchos teatros, muchas ciudades, me cambiaban adentro de sus valijas.

He mamado todo su hacer, es una herencia preciosa la que he recibido.

¿Cómo surge el disco y qué significó ganar un Grafiti?

El disco de Gato surgió como una excusa para abrir la puerta y salir a jugar. Disfrutamos mucho haciéndolo. Elegimos el camino largo, independiente, todo a pulmón. Estamos felices con los resultados, son el espejo de un camino con corazón y compromiso.

Ganar el Graffiti fue un bonito reconocimiento, ayudó a la difusión del proyecto, mucha gente se acercó a partir de las entrevistas que nos hicieron, tuvo un efecto multiplicador.

¿Qué fue lo más sorprendente que te preguntó o contó algún niño?

Los pequeños y las pequeñas dicen miles de cosas geniales por segundo. Tienen el humor absurdo totalmente incorporado, es muy divertido compartir la vida con ellos. Joaquín de 9 años me dijo que cuando tenga una hija la va a llamar “Si bemol”.

Manuel de 10 años me comentó que le tiene mucho miedo a los botones rojos, yo le pregunté por qué y me dijo que en las películas cada vez que aprietan un botón rojo siempre pasa algo malo.

Cuando hicimos la intervención de “niño astronauta” en el planetario de Montevideo, Joaquín de 4 años no quería ir porque era “muy peligroso ir a la luna siendo tan chiquito”

Todo el tiempo llevo una libretita en el bolsillo para anotar lo que me cuentan, aprendo todo el tiempo.

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