Diego Scarpati
Autor y Guionista Freelance.
Cuervo. Fan del cine, el teatro, la cerveza artesanal, la coctelería y Batman.
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Coronado de Gloria, de Mariano Cossa con la puesta en escena y dirección de Daniel Marcove, relata la historia menos conocida del origen de nuestro himno nacional. La conflictiva relación entre Blas Parera y Vicente López y Planes, músico y político en pugna. Una historia tan atrapante como intensa que habla sobre el complejo vinculo entre el arte y la política.
América del Sur experimentó, desde el comienzo del Siglo XIX, un importante movimiento independentista. Estos cruciales días obligaron a muchos a dejar de lado sus metas personales en pos de un trabajo mancomunado, la forja de un proyecto político revolucionario, un esfuerzo colectivo contra la opresión realista.
Para el flamante gobierno de las Provincias Unidas del Sur, la frase “situaciones extremas requieren medidas extremas” podía considerarse prácticamente un lema. Así, en Buenos Aires, aquellos extranjeros, especialmente los españoles, que no apoyaban la revolución jurando lealtad a la patria eran perseguidos y expulsados del país. Situación que atravesó el músico y docente catalán Blas Parera, creador -aunque involuntario- de nuestra canción patria y punto de partida de esta obra.

Corre el año 1818, el compositor llega a puerto de Cádiz. Su destino es Catalunya pero la desesperación por escapar de las ajetreadas tierras rioplatenses es tal, que debe conformarse con abordar el primer barco que zarpa a tierra española, abarrotado de compatriotas, por cierto. Busca establecerse en el viejo continente, alcanzar la paz y gloria que no encontró en el nuevo mundo y alejarse de los sangrientos combates y la muerte. Pero para su sorpresa, la pesadilla no termina, simplemente se transforma. Las autoridades españolas lo retienen en un cuarto cerrado y es interrogado por Dosrius, un perro de caza, un obstinado servidor de la corona dispuesto a demostrar que Parera ha cometido alta traición, o en el mejor de los casos, que simplemente es un peligroso conspirador.
Desde aquí, con una tensión cautivante, vemos a través de flashbacks, los relatos que el atormentado músico le cuenta a su interrogador. Su relación artística y laboral con su amigo Luis, quienes preparaban, a pedido del Triunvirato, una obra alegórica a la causa revolucionaria. Y la inminente llegada del censor enviado por el gobierno, un influyente abogado y escritor llamado Vicente López y Planes, dispuesto a todo por defender la causa independentista.
Las escenas van sucediendo, y la fricción entre Parera y López va en aumento. Para el político, su poema, su “marcha patriótica” -como se denominaba a la letra del himno en esa primera instancia- sólo podía contar con la melodía del catalán. En cambio para el músico, aceptar significaría ceder su arte para su utilización con fines políticos. Pero rechazar significaría ceder muchísimo más.
“Gloria eterna en cautiverio o el olvido en libertad” , esa es la cruda cuestión que plantea Dosrius y el dilema que enfrenta Parera, (una personalidad que por cierto resulta ambigua). Un hombre prácticamente expulsado de la tierra en la que vivió durante sus últimos 25 años, en la cual trabajó y formó a su familia y ahora se encuentra rechazado por sus propios compatriotas.

La sala Teatro Abierto, ubicada en el subsuelo del complejo, posee la particularidad -además de tener como vecino al elenco de Terrenal– de que su escenario está ubicado en el centro, lo que permite a los espectadores observar la obra desde tres laterales diferentes. Esta cualidad junto con la cercanía resulta un elemento positivo para la obra.
La música es un elemento fundamental en esta pieza. No sólo porque es prácticamente el tema central en la obra, sino también por la atmósfera que generan el piano y la guitarra. Además porque todo el tiempo está presente la partitura como un elemento inherente a la obra del músico, por un lado en los papeles de los actores, y por otro lado plasmados en el piso del escenario, una especie de gigantografías con forma de partitura que funciona como un tipo de alfombrado.
Las escenas transitan coherentemente desde lo dramático hasta lo cómico, siempre con una impronta emotiva, en parte sostenida por los músicos en vivo. Los momentos de comicidad los sostiene Marcelo Serre, quien destaca su actuación dentro de un elenco que realiza un muy buen trabajo interpretativo. Por otro lado, las escenas finales entre Parera y Dosrius (interrogado e interrogador) tal vez puedan disparar al recuerdo de aquel pasaje de 1984 de Orwell donde el captor O’brien pretende doblegar la moral a su detenido Winston Smith, obligándolo a admitir algo que no es. Tal vez el paralelo entre estos instantes de ambas ficciones esté dado por el hecho de una persona tratando de quebrar el espíritu de otra.
La línea que divide al arte de la política no solamente es delgada, sino también extremadamente difusa. De hecho, bien podría afirmarse que todo arte es una forma de política, y que un artista a través de su arte no hace otra cosa que esbozar su impronta ideológica. ¿El arte como manifiesto? ¿Una declaración de principios? Lo cierto es que más allá de los cuestionamientos que llevaron a Blas Parera a tomar sus decisiones, hoy lo que queda es su legado: un canto apasionado que se convirtió con con el tiempo en un emblema de lucha, rebeldía pero sobre todo de identidad.
Coronado de gloria se presenta los jueves a las 20 hs en el Teatro Del Pueblo, Av Roque Sáenz Peña 943, CABA. Entradas: $200 Entrada General. $170 Estudiantes y Jubilados. Informes: 4326-3606.
FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Autor: Mariano Cossa
Elenco: Jorge García Marino, Juan Manuel Correa, Marcelo Serre y Miguel Sorrentino
Músico en escena: Mariano Cossa y Christian de Miguel
Escenografía y vestuario: Paula Molina
Diseño de luces: Miguel Morales
Fotografía: Gianni Mestichelli
Diseño Gráfico: EN diseño
Prensa y difusión: Simkin y Franco
Producción Ejecutiva: Pablo Silva
Producción Asociada: Claudio Meilan
Asistencia de dirección: Christian De Miguel
Puesta y Dirección: Daniel Marcove