Antonella Liborio
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Hasta el 19 de agosto, el histórico Teatro Nacional Cervantes alberga la más reciente creación de la directora y dramaturga platense Beatriz Catani. De jueves a domingo a las 18 hs. se puede ver -en la sala Luisa Vehil- Cosas como si nunca, una pieza teatral alejada de todo convencionalismo y dispuesta a fascinar o incluso a confundir.

Histórica y poética
Sobre el escenario hay un piano, dos guitarras, una pantalla gigante, una mesa y un sillón. El objetivo es contar una historia y ya desde el comienzo la obra asume una originalidad particular al combinar las escenas audiovisuales que se proyectan en la pantalla con las actuaciones sobre las tablas, y todo al compás de la música en vivo a cargo de Ramiro Mansilla Pons.
Durante los 70 minutos que dura la función, la trama se va construyendo paulatinamente a partir de alusiones a distintos pasajes de la literatura. Ya sea en la voz del elenco, en un sonido en off o en las imágenes fílmicas, emergen poco a poco Shakespeare, el Martin Fierro y el Quijote. Como explica la directora: “Algo de los viajes del siglo XIX hay en el espíritu de este proyecto: la exploración de lo aún incierto, la decisión de aventurarse, de ir a otros territorios y la idea de trabajar obras autónomas que se articulen entre sí. Así me gusta pensar que podría seguirse COSAS COMO SI NUNCA, a través de la música, del film, de las historias y de las voces”.
Lo que sin duda caracteriza la puesta en escena es la idea de ruptura. Beatriz Catani explora usualmente en sus proyectos formas de contar poco habituales. Y esta propuesta en particular es fiel al estilo de la dramaturga porque supone un abordaje de momentos históricos y literarios, de ficciones y realidades, no sólo a través de la actuación sobre el escenario sino también a través del cine y de la música.

Algo confusa
La temática general es la del extranjero y de allí se desprenden problemáticas que van desde las características de la formación de una Nación hasta la dicotomía civilización-barbarie y el papel que encarnan, a través de los siglos, los pueblos originarios y gauchos en Argentina. La clave de la obra radica en armar el rompecabezas de una historia poco clara que transcurre en La Pampa.
Así, la tarea del elenco conformado por Gabriela Ditisheim, Trinidad Falco y Juan Manuel Unzaga no es sencilla: cada uno debe asumir a lo largo de la obra diferentes personajes y contar en varios idiomas fragmentos de un aparente relato general que en ningún momento llega a identificarse con total luminosidad. Incluso, en ocasiones se plantea un juego de edición de sonido por el cual se transforman las voces femeninas de las actrices en voces masculinas.
Ahora bien, el hilo conductor está casi ausente y la presencia simultánea de imágenes de video y fragmentos de textos literarios en diferentes idiomas y sin traducción contribuyen a que la obra exceda los límites de la complejidad y pase a ser un entramado fragmentario de significados absurdos. Por lo general, las obras de teatro dejan un espacio, un hueco en el que cada espectador desarrolla una interpretación, pero en este caso la dificultad para comprender el eje que organiza los diálogos hace que el esfuerzo por entender el sentido general del relato anule toda posibilidad de libre interpretación. No hay distintos puntos de vista frente a “algo” porque en realidad ese “algo” nunca se termina de definir.
A fin de cuentas, el Cervantes acerca a los amantes del teatro una obra transgresora y compleja que roza continuamente los límites de lo clásico y lo vanguardista en la representación teatral. Se trata de una propuesta que quizá no es del todo accesible a un público acostumbrado al teatro convencional, y posiblemente los espectadores más conocedores en materia de historia y literatura logren reponer con mayor consistencia aquellos aspectos del relato que no terminan de cerrar.
Sin embargo, el problema de la compresión no preocupa en absoluto a Catani, porque para ella la clave del teatro está en la percepción: “Una obra es una construcción compleja pero el desciframiento de cada una de sus capas no es lo importante para mí. Hay un entretejido por detrás, otros relatos que sostienen, que arman una corporalidad de obra, pero no inevitablemente necesarios para comprender. Y mejor aún, diría que no hay nada que comprender, una obra es básicamente una cuestión de percepción”.

Ficha técnica
Con Gabriela Ditisheim, Trinidad Falco, Juan Manuel Unzaga
Músico en escena Ramiro Mansilla Pons
Sonido en vivo Agustín Salzano
Realización audiovisual Nahuel Lahora
Diseño sonoro Agustín Salzano
Música Ramiro Mansilla Pons
Iluminación Leandra Rodríguez (Miembro de ADEA)
Vestuario Gonzalo Giacchino
Escenografía Andrea Desojo Mc Coubrey, Inés Raimondi
Dirección Beatriz Catani