#PorEllasTambienMarchamos Hoy recordamos a Marita Verón

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Tatiana Scorciapino

Tatiana Scorciapino

Redactora at Corriendo La Voz
Abogada en curso. Feminazi, bruja y abortera.
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En el marco del 8M, recordamos a María de los Ángeles Verón, más conocida como Marita, quien fue secuestrada el 3 de abril del 2002 para ser explotada en una red de trata. Hoy, la seguimos buscando y seguimos sosteniendo que sin ella no hay #NiUnaMenos. En esta nota, repasamos su historia que, también, es parte de la historia colectiva de la lucha por un mundo libre de patriarcado.

Maria de los Ángeles Verón es hija de Susana Trimarco y Daniel Verón. En el año 2002 tenía 23 años, estaba en pareja con David Catalán, trabajaba en el almacén familiar y disfrutaba de Micaela, su hija de a penas dos años.  

El eco del 2001 aún resonaba con fuerza; la crisis dolía y Marita consideró que no era momento para traer una nueva vida al mundo. A raíz de ello, decidió colocarse un DIU. Patricia Soria, su vecina, le comentó que su novio Miguel Ardilles, era jefe de piso en el Hospital de la Maternidad. Él podría ayudarla a evitar las largas esperas, así como también le ahorraría gran parte del costo del procedimiento, ya que le costaría $20 y no $315 como le habían informado que le saldría con un médico particular.

El 2 de abril, confiando que todo saldría bien, Marita, buscó a Ardilles en el Hospital y él la ayudó a anotarse para que la atendieran primera. Ingresó al consultorio del Dr. Tomás Rojas, quien le indicó que para poder llevar a cabo la intervención, era necesario que se realice un PAP y una radiografía de ovarios. Insistió varias veces en que era extremadamente importante que lleve su DNI al momento de realizar los estudios ya que, una vez realizados, debía quedar constatado en su documento. Le asignó turno para el día siguiente a su visita.

El 3 de abril, Susana y Marita desayunaron juntas. Le prometió a su madre que volvería temprano de la consulta y que ella se encargaría del almuerzo. Esa fue la última vez que se vieron.

Marita – Susana y Sol.

¿Qué pasó con Marita?

Marita no regresó para la hora del almuerzo. Susana y Daniel comenzaron a preocuparse y a ocuparse sin perder tiempo. Juntos fueron al Hospital donde se haría los estudios. Al llegar, descubrieron que Ardilles no era jefe de piso, sino que se encargaba del mantenimiento del lugar. Corrieron a buscarla por las calles que rodeaban el Hospital, por las calles del centro; llamaron a familiares y amigos. Nadie sabía nada. Nadie la había visto. La denuncia policial no fue simple de asentarla, lograrlo llevó horas de perseverancia. 

Los interrogantes que se abrieron con la desaparición de Marita no hicieron más que sumar dudas y desesperación. Dentro de las primeras informaciones, estuvo el que a Marita la habían secuestrado, obligándola a subir a un auto. Este no era un auto corriente, era un Fiat Duna de los que tenía para explotar como remis María Jesús Rivero, dueña de la remisería ‘5 estrellas’, quien habría ordenado el secuestro.

El matrimonio Trimarcco fue hasta la Zona Roja de su barrio y obtuvo el dato que Marita podría estar en La Rioja. Se enteraron gracias al aporte de testigos que, a tres  días  de haber desaparecido,  la vieron caminando desorientada, con botas altas y no con las zapatillas que tenía al momento de desaparecer. El tiempo, y el trabajo de investigación de la familia, nos topó con que fue la propia policía quien la entregó nuevamente a los captores. Si hay algo que puso frente a los ojos de todos este caso, es la indispensable participación policial en toda red de trata.

A un año de la desaparición, con la complicidad policial impregnada, la justicia siguiendo pistas falsas y retrasando los procedimientos, Susana Trimarco solicitó al Ministro de Seguridad y Justicia de ese momento, el Dr. Gustavo Béliz, la intervención de gendarmería en el caso.

Susana se adentró del todo en la búsqueda de su hija, se metió ella misma en la podredumbre de los prostíbulos. Conoció la enorme mafia que rodea a la trata y nada, ni la infinidad de amenazas, lograron frenarla.  El 17 de Octubre de 2007, creó la asociación ‘María de los Ángeles’, que  brinda apoyo a víctimas de trata y a sus familiares. Gracias a esta, pudieron ser allanados y cerrados decenas de prostíbulos y fueron rescatadas cientos de chicas sometidas a la explotación sexual. Muchas de ellas, pudieron aportar datos de utilidad a la investigación. 

Blanca Vides, una de las chicas rescatadas afirmó: “Marita estaba triste aunque la tenían bien vestida, bien maquillada. No nos dejaban hablar con ella. Una vez sola pude conversar porque nos cruzamos en el baño y me dijo que no era del ambiente, que le habían puesto los pupilent azules (lentes de contacto) pero que ése no era su color, que Chenga la había violado para obligarla a cumplir con los pases y que él la había embarazado y por eso tenía un hijo con él. Era una doña”.  En el ambiente de la prostitución, ser ‘Doña’ significa tener dueño. A Marita no sólo le habían arrebatado a su familia sino que se la habían adueñado, llevando la cosificación al máximo imaginable. 

Andrea Romero, otra chica que fue capturada cuando apenas tenía 15 años, había hecho un pacto con Marita, quien saliese primero, debería buscar a la madre de la otra para informarle todo. Y así fue, Andrea buscó a Susana, le contó que Marita le aconsejó que haga lo que le decían, que lo importante era sobrevivir, que ahí dentro ya habían matado a una chica brasileña.

Marita estuvo cautiva en diferentes casas de Yerba Buena (Tucumán) al cuidado de Daniela Milhein, para luego ser prostituída en los cabarets de Lidia Irma Medina, más conocida como Liliana Medina. Ella junto a sus hijos mellizos, José Fernando y Gonzalo Gómez,  era dueña de los tres locales más grandes de la provincia: ‘Candy’, ‘El Candilejas’ y ‘El Desafío’.

El caso Verón diez años después

Una década pasó entre la desaparición forzada de Martita y el inicio del juicio. Trece imputados en el banquillo, 55 expedientes y 144 testigos.

 Algunos datos de la causa:

Daniela Milhein: Acusada de mantener a Marita secuestrada en Tucumán. Fue condenada a 18 años de prisión.

Alejandro González: Acusado de ser partícipe de la retención de Marita y su sometimiento a prostitución. También estaba sospechado de haber forzado sexualmente a Marita, con quien habría tenido un hijo. Fue condenado a 18 años de prisión.

Los hermanos José Fernando Gómez y Gonzalo Gómez, estaban acusados de ser partícipes de la retención de Marita y su sometimiento a prostitución. Ambos fueron condenados a 22 años de prisión.

Domingo Andrada: Policía riojano involucrado en el caso. Estaba acusado de buscar jóvenes para llevarlas a los prostíbulos de “Liliana”. Fue condenado a 17 años de prisión.

Carlos Alberto Luna: Encargado de los locales en La Rioja, ya sea como socio, dueño o administrador. Fue condenado a 17 años de prisión.

Azucena Márquez: Encargada de los locales. Fue condenada a 15 años de prisión.

Humberto Derobertis: Encargado de “El Desafío” (uno de los prostíbulos) en el período en que se encontraba retenida María de los Ángeles Verón. Fue condenado a 12 años de prisión.

Paola Gaitán: Ocupada el rol de “encargada” en los locales. Tenía la responsabilidad de evitar que las jóvenes puedan ser descubiertas y restituidas a sus familias. Fue condenada a 10 años de prisión.

Mariana Bustos fue condenada a la misma pena que Gaitán porque se dio por probada su conocimiento y participación en el ocultamiento y retención de Marita en La Rioja.

SOBRESEÍDOS

María Jesús Rivero es una empresaria que estaba acusada de haber ordenado el secuestro. Su hermano, Víctor Rivero, estaba acusado de haberse encargado de capturar a Marita. Estaban apuntados como supuestos autores intelectuales y materiales del hecho. Ambos fueron absueltos en primera instancia.

Irma “Liliana” Medina, la gran madama de La Rioja durante la década menemista y dueña de los prostíbulos más importantes de la provincia, estaba acusada como partícipe necesaria de la retención de la joven y su sometimiento a prostitución. Medina falleció en febrero del 2013.

Miguel Ardilles, es con quien Marita se encontró en el hospital,la Policía allanó la casa de Ardiles y secuestró su automóvil Renault 12, aunque no se encontraron rastros de la joven. Si bien Susana Trimarco afirma que es un eslabón importante en la desaparición de su hija, la justicia lo dejó de lado.

(***)

“El juicio me ayudó a mí y a un montón de gente a entender, realmente, hasta qué punto llega la corrupción, y que esto no es solo el caso de Marita Verón, tiene que ver con la justicia, con la policía, con el poder político, con un montón de gente que está en el medio, ayudando a los tratantes, a los narcotraficantes… algo que no debería suceder. Ese día nos fuimos a la Fundación y comenzó a venir un montón de gente a expresarnos su apoyo y su dolor por lo que había pasado. Y en 24 horas se organizaron marchas en apoyo en todo el país. Fue hermoso y siempre lo voy a agradecer y mi abuela también. Creo que esa injusticia fue tan grande que motivó que la fuerza creciera el triple”. Micaela Verón 

Sin policías, políticos, funcionarios judiciales y clientes, no hay trata

La lucha de Susana Trimarco ayudó a visibilizar la gran mafia que hay detrás de la trata de personas e impulsar la Ley 26364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas. Daniel Verón, su padre, murió en 2010 tras ocho largos años de lucha y sin poder volver a abrazar a Marita. Micaela, su ya no pequeña hija, se sumó a la lucha impulsada por su abuela.

Marita, por su parte, sigue desaparecida. Hay algo que asegura su madre junto al conjunto de la sociedad que no quiere mas trata: ¡No vamos a parar hasta que aparezca! ¡No vamos a parar hasta acabar con estas redes de proxenetas! 

 

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