Luceros El Ojo Daltónico y su regreso a Estudiantes

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Rocio Magali Rodriguez

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Entre la gente, en el pogo y en las marchas. Las palabras como medio de expresión, me van a escuchar gritando.
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La noche del sábado 25 de noviembre nos encontró en el Club Estudiantes de Bahía Blanca a la espera del cierre de año de una de las bandas más convocantes de la ciudad. Es que Luceros juega de local hace diez años, y lo festejaron con dos shows agotados. La preparación de la fecha contó incluso con micros que venían desde Capital Federal. ¿Quién iba a querer perderse semejante fiesta? Y si vos no pudiste estar, te la contamos acá.

Las puertas abrieron a las 20 hs. Los ansiosos de siempre empezaron a entrar: aquellos que hace varias horas estaban formando fila y ésta daba casi la vuelta a la manzana al mini estadio, aunque realmente no se vio mucha gente adentro hasta 21.30. Los que esperaron para entrar a último momento se hicieron notar, tanto en la fila de la boletería como en su tardío ingreso al lugar, ya que minutos antes de que la banda saliera, todavía la gente seguía ingresando.

Desde la previa se prometía fiesta: algunos fans decidieron llevar globos. Donde miraras ibas a encontrar una línea color amarilla con letras negras que decía “Luceros el Ojo Daltónico – Club Estudiantes – 25 de Noviembre”. Se sabía que iban a estar filmando nuevamente como en la fecha pasada. Las banderas se lucían colgadas alrededor de la cancha y algunas entre la gente que las agitaba, demostrando una increíble pasión que quedaría grabada para siempre en los materiales audiovisuales que se realizarían esa noche.

El cantito no se hizo esperar, con los globos de acá para allá se escuchaba “Esto es una fiesta, un Lucero siempre alienta”, que colmó todo el lugar. Vitoreos y aplausos hacían que la espera pasara rápido, lo suficiente como para sentir la adrenalina a flor de piel ni bien las luces se apagaron, dando comienzo al primer tema de la noche, Oda a la barbarie. Las luces naranjas y rojas se reflectaban por encima de la gente, que recibía a los gritos este recital, mientras papeles plateados caían a los costados del escenario.

“Dijimos, ¿volverán? ¿Volverán de nuevo? Y están acá. Estamos súper agradecidos del año que hemos tenido. Bienvenidos, esto es: Luceros el Ojo Daltónico.”, fueron las palabras introductorias del cantante, Nacho Boyo, dando comienzo al primer pogo de la noche. La gente disfrutaba, se veía en cada rostro, familias enteras habían ido a compartir un sueño con la banda. Los nenes a los hombros agitaban los brazos al compás de la melodía, personas de todas las edades conformaban el público de esta banda que no para de crecer.

Así como se esperaba que fuera una fiesta, también se esperaban invitados que dieron que hablar. Entre ex integrantes, amigos y compañeros de otras bandas, Luceros no dejó de compartir escenario dándole lugar a los demás, como cada artista que viene a la ciudad. Entre estos, estaban Raúl Soto a quién presentó como un amigo personal, y Fer Vecchio guitarrista de Las Pastillas del Abuelo, a quien decidimos no fotografiar debido a las denuncias de abuso que recaen sobre él y respetando, sobre todo, nuestra línea editorial.

No se dejó de escuchar en toda la noche a un público apasionado que robó la voz del cantante en la recta final de la canción, donde ellos solos entonaron “todo está en tus sueños”. La seguidilla de canciones dio paso a cada sentimiento que se te pueda cruzar por la cabeza, con dedicatorias y agradecimientos de por medio, con un clásico como Los cuentos de Sofia II y III donde los celulares filmaban, la gente a los hombros aparecía y alguna que otra lágrima les hacía compañía.

Qué calor hace acá arriba”; dijo Boyo, acá abajo estaba peor y ni hablemos entre medio de toda la gente, que a pesar de ello no paraba de saltar. Las luces que pegaban en la cara y en los globos que parecían brillar, mostraban una postal perfecta de lo que implica una noche de sueños cumplidos.

Alrededor de las 22 hs, en el punto cúlmine de la velada, decidieron sacar una foto: ahí se vio reflejada la frase característica un lucero siempre alienta” ya que no pararon de cantar y agitar aún con las luces prendidas, ni siquiera para salir bien en la foto. Las remeras siguieron dando vueltas, al igual que las banderas para acompañar esta noche que abrió una etapa en la historia de la banda.

El último poeta maldito dio lugar a un pogo que llegaba hasta la parte de atrás, casi dos mil personas cantaban al unísono, apoderándose nuevamente del micrófono como en el Estudiantes pasado, donde el video que se filmó demuestra lo que produce esta canción. La misma, habla de la infancia del cantante, en cada persona que está ahí. Un poco de melancolía acompañó el ambiente eufórico, los aplausos y abrazos se veían por todos lados: los corazones bien arriba, sí, porque a más de uno se le rompió cuando empezó a sonar Cambiar. “Siempre la misma pregunta”, y el grito de alguien bien cerca del escenario con “¿por qué no puedo estar mejor?”

La noche dio cierre con más agradecimientos, a todos aquellos que vinieron, que ayudaron, que pusieron lo más mínimo para llegar hasta ahí. Porque después de 10 años, Luceros va a salir de gira, el finde que viene va a tocar en Casa Colombo. Y para los bahienses hubo algo especial, ahí cerca del final, donde se habló del fallecido Jorge dueño de Tribal Rock, una de las primeras rockerías de la ciudad. Se dedicó el recital entero a su nombre y a lo que él hizo por el under. Después de tocar dos horas seguidas sin parar, y “súper agradecidos por este año”, Luceros nos deleitó con el clásico de los clásicos, que no podía faltar, Mitad de otra mitad, cerrando una fiesta que quedará inmortalizada en los videos que esperamos con ansias.

¡Un lucero siempre alienta!

Fotogalería a cargo de Brisa Toracchio:

 

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