Gabriela Krause
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En pocas películas, Christopher Nolan ha generado un lugar de renombre en la escena del cine. Sus films son comentados, esperados, admirados y criticados por un público que los consume y alienta esta situación en la que pareciera que hoy, el director inglés-estadounidense puede hacer lo que quiera, con lo que quiera, y sobre lo que quiera. Hay todo un universo de fanáticos y detractores de su cine. Entonces, nos preguntamos y nos respondemos este interrogante que nos surge y nos re-surge tantas veces: ¿Por qué amamos a Nolan?
Los detalles
Una cuestión fundamental en las películas de Nolan es que son, por decirlo de algún modo, rebuscadas. Las tramas son complejas, pero entendibles, y casi siempre algún giro inesperado nos toma por sorpresa. Esto, en muchos casos, suele resultar negativo, ya que algunos directores dejan sueltas algunas cuestiones que hacen que, por dar mil vueltas, la película pierda el sentido. No es el caso: en el cine que nos acerca nuestro querido director, hay detalles para todo y explicaciones pertinentes. La biblioteca de Interstellar es un caso: los títulos fueron seleccionados, no son casuales. Otro ejemplo curioso de que no hay nada librado al azar en sus argumentos: en El Origen, la primera letra de cada uno de los personajes (Don; Robert; Eames; Arthur/Ariadne; Mal y Saito) deletrean la palabra dreams, sueño. Y no es casual. Nada lo es.
Los guiños o easter eggs
Como buen apreciador de los detalles, Nolan suele plantar guiños a lo largo de todas sus películas. Estos, en conjunto con los detalles, son, para los atentos, los que consagran su particular estética y la excelencia de sus argumentos. Un ejemplo es el guiño a El Club de la pelea: en Memento, el número de teléfono de Teddy (555-0134) es el mismo que el de Marla Singer (otro personaje que amamos, aunque no venga al caso).
La mente
Algo que atrae de sus películas es cómo gusta de adentrarse en la mente de sus protagonistas, adentrándose, así, en las nuestras. El Origen, por ejemplo, se adentra en el universo de los sueños. Memento se adentra en la memoria. Insomnia es la antítesis de ese universo de los sueños: lo que pasa con una mente cuando no puede dormir. Sobre la trilogía de Batman, Nolan ha dicho que la primera película trata sobre el dolor, la segunda sobre el miedo y la última, sobre el caos. Following se adentra en la mente de un escritor que pierde su creatividad, y en cuanto a Interstellar, todavía estamos analizando la respuesta.
Películas de superhéroes para todo público
Es inevitable mencionar la trilogía de Batman, the dark knight, cuando se piensa en los motivos que tenemos para amar a Nolan. Si ya es un logro por sí mismo el modo en el que está encarada la historia, más loable resulta el hecho de que trasciendan al típico consumidor de cómics y superhéroes, abarcando todo un público variado, gracias a la contextualización de los hechos y a la bien lograda realización del universo del caballero de la noche. Desde la primera hasta la última – y sin importar su duración, o lo fantástica que pueda resultar para quien no gusta del género – ha logrado cautivarnos con lo profundo de la historia, con los giros característicos del director, el excelente elenco y… todo lo que se puede esperar de la estética de Nolan, en su máxima expresión. El Batman encarado por Christian Bale es fantástico y ni hablar de la caracterización de los villanos, con una mención inevitable al Guasón, que encarna espléndidamente la locura y se ve como una perfecta némesis del protagonista.
Los efectos especiales
Las maravillas de la tecnología han logrado excelentes avances en materia de efectos especiales. Hoy, cualquier escenario imaginado puede lograrse mediante la magia de la computación. Sin embargo, Christopher Nolan prefiere manejarse a la vieja escuela y nos deleita con escenarios armados en grandes sets de filmación que, como es de esperarse, no tienen nada que envidiarle a los logrados por otros medios. Por ejemplo, la nave espacial de Interstellar fue construída con los interiores y el paisaje podía ser visto por sus tripulantes. Más de uno quisiera, seguro, poder subirse para verla aunque fuera unos segundos. Otro ejemplo es el inicio de Batman, el caballero de la noche asciende: cuando Bane y su equipo de mercenarios salta de un avión al otro, hazaña que parece imposible de lograr, cualquiera creería que se trata de una escena puramente digital. La realidad es que fue realizada con un avión real y el fuselaje de otro colgado de un helicóptero. La caída del avión, por otra parte, es la caída en tiempo real de ese avión que cuelga del helicóptero. Hazaña realizada.
Los actores ‘fetiche’
Todos los directores cuentan con esos actores que se repiten una y otra vez en sus películas. En este caso, los seguidores de Nolan nos deleitamos una y otra vez con la imagen en pantalla de Michael Caine y Christian Bale: dos actores fascinantes que desempeñan sus papeles de forma magistral. Sobre Caine, Nolan ha declarado que lo que más le gusta es su capacidad para estar preparado sin esfuerzo aparente… y no nos sorprende en absoluto.
Las resoluciones
Si en algo coinciden todas sus películas, es en que, con multitudes de flashbacks, flashforwards y saltos en el tiempo, no sólo nos mantienen en vilo a lo largo de toda su duración: también suelen aumentar ese vilo, esa impaciencia, llegando al final. El ritmo se vuelve más vertiginoso y todo se llena de flashbacks. De repente, uno se pierde, no sabe bien en qué tiempo se encuentra, cree que resolvió todo y vuelve a sorprenderse, hasta que termina. Si es que termina y no nos queda en la cabeza por un par de semanas más.
A mediados de 2017 estrenará Dunkirk, film basado en hechos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, para hacer más apacible esta espera, inevitablemente revistaremos su obra, porque con cada visualización aparecen nuevos detalles, nuevos guiños y nuevas perspectivas que no hacen más que reafirmar nuestro amor por Nolan.