#Literatura ‘Hermostra’: La construcción de la mujer ideal

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Julieta Cantero

Julieta Cantero

Colaboradora Sección Cultura
Periodista | Licenciada en Comunicación Social UNLaM
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Malena Pichot y Charo López, dos exponentes y militantes del movimiento feminista, humoristas y ahora escritoras, presentan en Hermostra. Cómo ser hermosa, sexy, joven y hermosa las características que toda mujer necesita adoptar para lograr ser querida por lo que se ve, y alcanzar los objetivos para los cuales nacemos: ser fecundada, desposada y explotada.

Hay que generar un pacto de lectura con las autoras: se debe entender su código irónico, sarcástico y de burla con el que escriben. De forma contraria, ningún posible lector al que ellas apuntan intentaría sumergirse en las páginas de un libro que ya advierte desde su contratapa que “No es apto para mentes intoxicadas por el feminismo o la brujería”.

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El libro parte de la premisa de que todas las mujeres somos Frankesteins. Todas somos construcciones, todas estamos tuneadas porque sólo siendo hermosas podremos lograr ser exitosas y alcanzar nuestros objetivos. “Todas somos Frankesteins: un corte acá, un láser allá, un relleno más allá, un aplique, una extensión, un postizo, puras prótesis estéticas que nos vamos adjuntando: todas somos Hermostras”.

Proponen entonces una serie de consejos que ironizan sobre conductas que están ya naturalizadas en ciertas mujeres, para ridiculizarlas y poder abordar los mandatos femeninos desde otra óptica. “Vamos a ayudarte a descubrir a la mujer que se puede fabricar sobre vos. Vamos a comportarnos, a sonreír y a decir que sí”.

El texto se convierte en una crítica despiadada llena de humor sobre el comportamiento femenino en un mundo machista donde, aún en el siglo XXI y con una mente que está cambiando, siguen existiendo revistas como Cosmopolitan que incentivan el estereotipo de mujer que este libro critica; son páginas y ediciones enteras con consejos para ser más bellas, más flacas, más saludables.

Este libro toma su formato de crónicas, tips y tests, para adaptarlos y enunciarlos en un modo irreverente pero igual de incomprobable y absurdo:

Dime como te peinas y te diré quién eres:

rodete alto, permeable al sexo;

rodete con gancho de farmacia, estás advirtiéndole que se va encontrar con un buen olor a culo;

una trenza “quiero familia”.

Para sostener su posición de crítica frente a lo superficial de algunas mujeres, también van a dedicarle varios pasajes al tema del maquillaje. Aconsejan que una mujer siempre tiene que estar maquillada, o en su defecto, usar un velo de gasa, un tul o una máscara de soldador. De esta forma ya no vemos a la mujer detrás del maquillaje, y eso es lo que se intenta lograr: esconderse, disfrazarse, aparentar, engañar.

Siguiendo esta línea, otro blanco al que apuntan es la moda, la forma de vestirse y de consumir marcas y ropas. Las autoras expresan que sin necesidad de reflexionar, estar a la moda es sumamente sencillo porque no requiere ningún tipo de pensamiento más que la diversión de consumir. “La moda nos ayuda en situaciones difíciles de decisión en las que deberíamos usar convicciones que no tenemos. La moda decide por nosotras y concordar con todos es una felicidad inmensa”.

img20170313_13055653A su vez, dejan en descubierto que las contradicciones y las inseguridades son las que definen a la mujer como tal. “Si te sentís bien con vos misma es probable que seas un hombre”. En un recorrido histórico, plantean que la primera Hermostra fue la Vírgen María, “una mujer jamás penetrada pero con un niñito adentro. Esta demencia es la que nos define como género. La primera Hermostra: ser mujer es una contradicción, porque vivimos en un mundo diseñado por y para hombres y a nosotras nos tocó ser el otro”.

Pero este otro, desde esta mirada machista, debe criticar y opinar en silencio, no debe militar, no debe involucrarse en política ni en trabajos y carreras que requieran un tipo de pensamiento crítico. Necesitan que este otro reproduzca ciertas prácticas para poder dominarlo, y que sea útil a sus necesidades: fomentan mujeres que no se valoren sino por sus apariencias y por lo que tienen.

La lectura del libro se vuelve ágil; incluye anécdotas e historias contadas desde un humor particular que no te deja otra opción que largar alguna carcajada y reconocer en el estereotipo que critica a mujeres del mundo del espectáculo, del barrio y del trabajo, que reproducen esas conductas sin reflexionar.

Ver a la mujer como un objeto; como una vasija que viene al mundo para satisfacer a los hombres; como un otro inferior que no tiene opinión ni capacidad de reflexión y decisión; como un cuerpo que debe estar siempre bello, depilado, cuidado, maquillado, usando las mejores ropas para que valga e interese; esa es la concepción de la mujer que el mundo machista necesita. Y que en este libro se vuelve motivo de burla para llamar la atención y gritar a través de una risa la necesidad de un cambio de paradigma que debemos llevar adelante las mujeres, unidas, luchando.

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