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Hace 20 años se lanzaba la primera edición de Harry Potter y la piedra filosofal. Desde esa fecha y de forma silenciosa y rápida fue llegando a las estanterías de las librerías un nuevo género que le dio batalla al prejuicio de que “los chicos no leen”: La literatura para Jóvenes adolescentes es una realidad esperanzadora.
Si uno se atreve a mirar con más atención en las librerías se puede dar cuenta que hay una estantería completa con títulos coloridos con diversos nombres y sobre todo eclécticos géneros. A los ya clásicos títulos como Harry Potter, Los juegos del hambre, Divergente, Fallen, Crepúsculo y Cazadores de sombras se le agregan otros genéricos que se aprovechan de esta nueva ola de forma más que digna: la oferta es tan variada como sus precios.
Hace años era impensado que en una librería comercial puedan llegar a dedicarle un espacio tan amplio a una literatura fantástica, romántica y hasta satírica: Una literatura menor en los papeles previos. La proliferación de las nuevas tendencias entre los chicos hizo que el mercado se adapte. Ahora tenemos Booktubers que te recomiendan libros en videos y dan reseñas acertadas y objetivas. Los youtubers también vieron la oportunidad de llegar a este público sacando ficciones de sus peripecias millennials. En Instagram con una simple foto o video de un minuto te recomiendan libros y dan reseñas muy acertadas y objetivas. Hasta se puede participar de sorteos para ganar ejemplares de todas las variedades y géneros .
La literatura para Jóvenes adolescentes (definida en los círculos editoriales como literatura YA) abarca al público desde los 13 hasta los 25 años. La definición fue utilizada por primera vez por la Young Adult library Services Association durante la década de los 60, pero fue reflotada luego del boom editorial de Harry Potter y las re ediciones de los clásicos de Tolkien. Curiosamente se genera una empatía entre los adultos por esta clase de literatura. Por más que el género esté definido para un público joven, los sub-40 consumen este tipo de lecturas sin tapujos, ya que lo ven como un modo pasatista y efímero de consumo cultural, casi un placer culposo.
Las temáticas son variadas y universales: podemos pasar de enfermedades terminales, distopías, vampirismo, magia, esoterismo, terror gótico, ciencia ficción, sátira social, depresión, síndromes varios, relaciones sexuales, tendencia mundiales, zombies, suicidio, romance, bullying, adicciones, tecnología. Luego las pasamos por todos los filtros posibles de géneros literarios y sin prolongar la extensión del libro (la mayoría no supera las 800 páginas). En los títulos más conocidos está la tendencia de crear trilogías y sagas que con el tiempo van perdiendo fuerza. Los referentes que la rompieron en ventas a nivel internacional son Stephenie Meyer (Saga Crepúsculo) , Verónica Roth (Saga Divergente), Suzanne Collins (Los juegos del hambre). Los más recomendables por su nivel emocional y contenido social siguen siendo las obras de John Green (Bajo la misma estrella, Ciudades de papel) y Rainbow Rowell (Eleanor and Park).
A nivel nacional, la tendencia empieza a ganar fuerza. La que inició esta ola a principios del nuevo milenio fue Liliana Bodoc con La saga de los confines con una historia Patagónica y fantástica con aroma a Tolkien y dinámica de rol símil Calabozos y dragones. La autora que llegó a las primeras planas y posicionó esta clase de títulos con ventas increíbles y críticas impecables es la joven Tiffany Caligaris. Con la trilogía de Lesath y su pentalogía Witches, fue la que tradujo más los intereses de los adolescentes: Magos, hadas, príncipes y brujas con un poco de romance y aventura
Las nuevas tecnologías se alimentan a mordiscos voraces de esta tendencia que vino para quedarse. La simpleza de estas ficciones motiva a los lectores a llevar a cabo sus propias historias dando lugar a los “Fan-fiction”, tramas hechas por fans basadas en un material original (La saga de Cincuenta sombras de Grey es una relectura sexual de Crespúsculo). Tampoco hace falta que una editorial grande publique su material. Las plataformas digitales como wattpad, aldiko book reader, google play book y kobbo nos dan la posibilidad de publicar nuestra obra en su aplicación y que miles de personas la puedan leer online. Hasta tienen un concurso interno para fomentar aún más la ficción.
La literatura YA es el cimiento y el puntapié inicial para cautivar a un público de lectores. El chico que lee desde esa edad tiene más chances de seguir consumiendo libros que aquel que no tiene el hábito de leer. Se crea una estimulación y se van dando etapas tácitas y evolutivas de lectura. Si primero han leído un libro de 400 páginas, seguramente después se animen a uno de más. Cualquier tipo de instrumento que incentive a la lectura no puede ser ninguneado por más que no siga nuestros gustos. Desde la publicación de las aventuras del niño mago hasta el día de la fecha continuamos viendo chicos leyendo libros, y eso es motivo suficiente para mantener la fe en las generaciones venideras.
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