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Una de las estrategias comiqueras más originales (y comercialmente redituables) es contarnos cómo fueron los primeros días de los superhéroes más icónicos del mundo. Los ejemplos abundan: en la mayoría de los orígenes de los universos superheroicos, las motivaciones iniciales de gente normal que, de un día para otro decide combatir el crimen -por venganza (Batman), por circunstancias milagrosas, cuando adquieren poderes mas allá de la imaginación (Flash) o por mandato divino que los semidioses obedecen (La Mujer Maravilla y Superman)- son el puntapié argumental para que nos empecemos a encariñar con ellos y nos sirvan de inspiración, sobre todo, a las nuevas generaciones de lectores.
Siendo un poco más terrenales y saliendo del seno de la Liga de la Justicia, encontramos a Bárbara Gordon, la hija del comisionado Gordon, una adolescente que lo único que quiere (a parte de enfrentarse al crimen en Ciudad Gótica) es derrumbar los prejuicios familiares y hacer su propio camino, sin seguir el mandato o el deseo ajeno. Ella es Batgirl.
Batgirl: año uno nos relata, en primera persona, los orígenes de una de las integrantes más queridas de la bati-familia. Bárbara es una joven bibliotecaria con un carácter indomable y una determinación tenaz. Ella quiere ser detective de policía pero su padre no lo permite por miles de motivos (porque es mujer, porque quiere que estudie en la universidad, por su estatura, etc). Mientras que Ciudad Gótica se sumerge en una anarquía silenciosa y Batman sigue siendo una leyenda urbana, Bárbara decide mojarle la oreja al padre asistiendo a una fiesta de disfraces vestida como una versión femenina de Batman. La vocación no llega a concretarse luego de que la mascarada es interrumpida por un inexperto pero letal villano.
Chuck Dixon y Scott Beatty (guionistas y co-guionista respectivamente) ponen al personaje de Bárbara en un contexto acorde a la época: Batgirl es una chica que podría ser cualquier otra. Tiene que batallar constantemente con lo que quiere ser, no se calla nada y se enfrenta a lo que haga falta para cumplir sus anhelos. Es una luchadora en un ambiente lúgubre y adverso como lo es Ciudad Gótica y el machismo de las fuerzas del orden.
La protagonista está en la búsqueda de qué tipo de mujer quiere ser. Es soñadora, ambiciosa, inteligente y desde la primera viñeta sabe lo que quiere. A su vez, se enfrenta a la incipiente confusión hormonal de Robin, al compañerismo incómodo del chico maravilla y a la mirada adusta de Batman, quizás el némesis conceptual más fuerte en la historia. El caballero de la noche no cree que Bárbara pueda soportar la oscuridad, el sacrificio y la responsabilidad de ser “un héroe”. Esa carga es de él y no la quiere para nadie más.
Con todo el panorama en contra, Bárbara ilumina las cúpulas más oscuras de Ciudad Gótica derribando de a poco todos los prejuicios. Batgirl es una fuerza natural que nadie puede controlar, y empieza a convencer al lector de que la cosas pueden cambiar si se aplica la fe necesaria. La heroína saca oro en polvo de sus errores a lo largo de su primer enfrentamiento con villanos dementes y se gana la confianza y el corazón del caballero de la noche.
Batgirl: año uno es un ejercicio narrativo delicioso que no cuenta el viaje inicial de una joven adolescente que termina siendo la mujer que siempre quiso ser. En ningún momento cae en lugares comunes apelando a un romanticismo efectivista, ni a un cambio de roles donde los personajes femeninos son rescatados, sin sentido, por los hombres de la historia- los que finalmente resuelven la trama. En el firmamento de Ciudad Gótica puede que la batiseñal surque los cielos como una llamada silenciosa al caballero de la noche, pero el verdadero brillo en la batalla contra el crimen está en la inspiración que emana Batgirl y en su espíritu inquebrantable.