La Línea 144 y la violencia machista en el neoliberalismo

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Gustavo Escobar

Gustavo Escobar

Redactor at Género
Licenciado en Comunicación Social | Docente | Comunicador Popular | Vegeta | Risas con Tío Grandpa.
Gustavo Escobar

Lograr mucho más que una línea telefónica de ayuda. Argentina no logra frenar la violencia ejercida hacia la mujer y los números dan cuenta de ello. En los primeros cinco meses del año se registraron 133 femicidios*. Quizás muchos más sucedieron pero ante la falta de estadísticas oficiales se toma esta cifra, aunque se cree que el número es aún mayor. Se estima que cada 18 horas es asesinada una mujer por el sólo hecho de ser mujer.

Ante esta realidad, las políticas gubernamentales deben profundizarse para disminuir los hechos de violencia, por un lado, y contener y asesorar a las víctimas por otro. Brindar un abanico de políticas públicas que logre prevenir la violencia sexista y machista que viven día a día miles de mujeres en todo el país.

La línea 144, bajo la ley 27.039 que crea el “Fondo Especial de Difusión de la lucha contra la Violencia de Género”, nació con ese objetivo en el año 2014: el de difundir la lucha contra las violencias que sufren las mujeres (y otros colectivos que hacen a la diversidad sexual) desde una política pública integral.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando estas políticas se implementan? Es decir, cuando la realidad impera en los territorios (y en los cuerpos) y la letra tiene que aplicarse ante la necesidad de frenar la violencia sufrida por una mujer.

Problemas políticos, judiciales y policiales.

Laura Mariel Perla es Psicóloga y operadora de la línea 144 en la Ciudad de Buenos Aires. Ante la consulta sobre el crecimiento en las llamadas pidiendo información (se pasó de 2124 llamadas solo pidiendo información en Septiembre de 2016 a 4581 en el mismo mes de 2017) cuenta que si bien asesoran, derivan y contienen diversas llamadas, el problema principal con el que se encuentran es el sistema judicial: “el sistema judicial continua siendo machista, es de suma importancia informar a las mujeres que sufren violencia sobre sus derechos y de cómo ingresar a dicho sistema sin ser expulsadas por el modo en que funciona. Nosotras informamos sobre cómo y dónde denunciar,  los derechos que las protegen. Por ejemplo, muchas mujeres no saben  que deben incorporar en las medidas de protección a los hijxs que tengan en común con el agresor, porque si lxs niñxs quedan por fuera de la exposición judicial por violencia, el agresor puede utilizarlos como un modo de manipular a la mujer. También informamos sobre las instituciones especializadas en violencia de género, donde la mujer puede recibir asesoramiento  legal, social y asistencia psicológica”.

Del mismo lado, más en el territorio Cinthia Acosta es Trabajadora Social y Coordinadora del Eje Género de la Secretaría de Desarrollo Social de La Matanza. Desde su rol ejecutivo plantea otros problemas al momento de pensar una política pública en tiempos neoliberales: “Actualmente las llamadas ya no van directamente a Nación sino que se derivan a la Provincia, (en este caso la provincia de Buenos Aires),  a la Subsecretaría de Genero, que depende de la Secretaría de Derechos Humanos, y ellos desde allí nos derivan directamente a nosotras el caso sin hacer una intervención real y genuina. Y la mayor de las veces es llamarnos y decirnos tienen que hacer esto”.  Entonces, ¿falta coordinación? Para Cinthia, es otro el problema: “Nosotros lo que les explicamos a las compañeras, en primer lugar, es que están perdiendo el tiempo. Porque lo que ellas tienen que hacer es llamar a las fiscalías. Es el fiscal de la especializada (se refiere a las fiscalías especializadas en violencia de género), nosotras tenemos 4 en el distrito, quien debe comunicarse con la policía ya que la policía responde al poder judicial, y allí sí decirles “vayan a sacar a esa mujer”. Más que coordinación lo que hay que ver es poder entender bien la temática. ¿Qué quiero decir con entender bien la temática? Poder entender la ruta crítica….poder sentarnos y definir criterios”. Laura también aporta a esta necesidad de pensar la ruta crítica de cómo encarar una situación de violencia: “Según el nivel de riesgo que presente la mujer, se recomienda  realizar la denuncia o no, porque ésta también la debemos pensar como parte de la ruta crítica, y en algunos casos, es más importante que la mujer esté contenida en un espacio terapéutico, para que luego pueda sostener esta denuncia. ¿Por qué? Porque hay que considerar, que las mujeres pueden separarse y volver con el agresor en repetidas oportunidades”.

Existe un abanico de opciones para pensar cuál es el mayor problema que se presenta al momento de trabajar un dispositivo para erradicar o prevenir las violencias hacia la mujer. La justicia ocupa un lugar destacado en los cuestionamientos de ambas profesionales. Si bien Laura lo expresó de manera clara y concisa, también la Justicia es para Cinthia un escollo importante: “el gran problema son los juzgados de familia, que no se sientan a trabajar con nadie. Ni siquiera con las fiscalías”. Otro gran problema es el después de la denuncia. Como lo afirma Laura: “El problema mayor es qué sucede luego de que se denuncia. No contamos con suficiente personal policial capacitado en violencia de género para comprender de que trata esta temática y como se debe actuar. Lo que genera que nos encontremos con policías que llaman incidencia marital a una situación de violencia de género o que nos llamen las mujeres para que nosotrxs desde la línea nos comuniquemos al 911 porque no envían un móvil”.

Lo físico, Lo simbólico y Lo práctico

Otros datos interesantes de tomar al momento de analizar el presente de esta situación son aquellos que dan cuenta del tipo de violencias. Si bien las violencias psicológica y física mantienen un porcentaje considerable (entre el 90 % para la primera y 70% para la segunda), para los casos de violencia simbólica se ha registrado un aumento notorio. De la cantidad de llamadas registradas en septiembre de 2016, un 22,72 % correspondía a este tipo de violencia, mientras que para el mismo mes de 2017 el porcentual es de 51,5%. ¿Qué significa esto? Que la discusión sobre la protección integral hacia las mujeres ha marcado un antecedente importante en un umbral de derechos. Cinthia es firme cuando sostiene: El movimiento de mujeres Argentina es muy fuerte, a nivel mundial es una referencia. No sé si van a poder aplacarnos”.

Y en esto Laura da cuenta de lo que sucede con muchas llamadas: “Respecto a la contención, consiste, antes que nada, en creer en el relato de la mujer que llama. Pensemos que estas mujeres han hablado (en el mejor de los casos) con sus vínculos más cercanos, quienes, muchas veces, minimizan lo que sufren estas mujeres. Muchas preguntan si las entendemos. Siempre, siempre se les dice que sí y se los otorga un marco de significación ya sea: marcando que lo que le sucede es propio de los vínculos violentos, o explicar el circulo de la violencia, o nombrar qué tipo de violencia esté sufriendo, porque a veces no se registran los tipos de violencia que no son físicas”.

Qué plantea la Ley

La ley 26.485 de protección integral a las mujeres establece claramente este tipo de violencia, que sin llegar a la agresión física muestra un menoscabo o trato desigual hacia la mujer. Los datos de la muestra dan cuenta de que a mayor difusión y debate público, mayor es la toma de consciencia y empoderamiento por parte de la mujer y también por parte de colectivos que hacen a la diversidad sexual. De esta manera se desvelan muchas prácticas machistas y violentas que tiempo atrás eran aceptadas como costumbres o mandatos sociales.

Ante esta problemática en un modelo neoliberal y de doble victimización de las mujeres, Laura plantea que un problema grave que vivencian las mujeres es el largo proceso judicial y que al no contar con una adecuada legislación muchas – aquellas que trabajan – no pueden justificar las ausencias laborales.

Otro dato no menor a la hora de pensar la profundización de las políticas de género para enfrentar esta problemática es aquel que refiere a las personas que se contactan con la línea 144. Dos de cada diez llamados lo realizan algún/na familiar de la persona que está viviendo la situación de violencia. En cuanto a la variable de otros, la misma creció de un 7 % a 8,1% en el transcurso de un año. Esto significa que el trabajo de difusión, prevención y denuncia genera una toma de consciencia social que es vital para que la sociedad en su conjunto actúe en consecuencia para frenar las violencias que sufren las mujeres. Ahora, ¿qué pasa cuando el presupuesto se recorta y se aplican políticas que no se plantean la problemática desde una mirada integral? Cinthia Acosta pone en situación esto: “Si, nos convocan todo el tiempo a la firma de convenios en donde la Provincia, como Estado, no aporta ningún recurso y el municipio tiene que hacerse cargo de, por ejemplo, recibir una mujer de Bahía Blanca y acompañar todo el proceso judicial en… Bahía Blanca, y no te proveen viáticos, profesionales, nada. Entonces, en un distrito como La Matanza, ¿cómo hacemos para acompañar de forma responsable y de manera comprometida estos casos en un distrito de caso dos millones de habitantes donde casi la mitad son mujeres?”.

Lograr que se frene la cantidad de personas asesinadas por el solo hecho de ser mujer es una tarea más que ardua y que debe ser encarada por toda la sociedad. Cada quien debe ocupar el rol que le cabe y el Estado es uno de los principales actores al momento de legislar, planificar e implementar una política pública real, eficaz y eficiente. Como afirma Cinthia: “El único y mayor recurso que tenemos es nuestro saber. Juntarnos y ver, cada uno y cada una, desde su lugar, ver qué podemos aportar. Desde todos los espacios. Trabajo en red, pero a consciencia. No un trabajo en red de “te derivo a alguien con un papelito”. No, sino sentarnos y pensar. Y comprometernos, y saber cuáles son las responsabilidades de cada uno. Creo que es la única forma que tenemos. Estamos en un momento donde el individualismo prima y en una cuestión como es la violencia de género, es la solidaridad lo que nos salva. Entonces, es poder volver a eso. Solidarizarse cada uno desde su espacio con lo que tiene y con lo que puede”.

El sostenimiento y profundización de un dispositivo como la línea 144 y una profundización en el trabajo del Consejo Nacional de Las Mujeres (a partir de ahora rebautizado Instituto Nacional de las mujeres) es imperioso para que el grito #niunamenos sea posible, real y definitivo.

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