#Géneros Cuando el dolor se hace canción

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María del mar Rodríguez

María del mar Rodríguez

Escribo. Estudiante de teatro. Bailo en los semáforos. Amores: el feminismo, los fideos y el mate amargo.
María del mar Rodríguez

Tal vez sea verdad que donde hay dolor, habrá canciones. Por eso reivindicamos a las familias de víctimas de violencias que no dejan el dolor estático: lo transforman. En esta entrevista, nos adentramos en las sensaciones que transitan por la vida de las familias que no sólo se sumen en el dolor, porque eligen darle otra voz a su lucha.

Analía Aros, o Liz, como le decía su familia.

Una joven de 36 años, que como muchas mujeres, en sus fotos sonríe.

Débora, Ana. Hermana y madre de Analía. En las fotos que se ven están tristes, lloran, porque el pasado 21 de marzo se cumplió un año de que Hugo Orlando Guitierréz mató a Analía. Pero siempre hay más que la foto. Hay dos mujeres unidas, marchando con la bandera que es ese nombre, esa mujer.

Las familias de las víctimas de femicidio, no son sólo la lágrima en el micrófono. También ríen, también toman mate, abrazan. Y sobre todo, también quieren sanar.

Por eso, Débora le hizo una canción a su hermana. Por eso un video, con las marchas y carteles, donde este dolor se vuelve el de todas y todos, para transformarlo en canción:

Soy bajista, algo de guitarra sé y es como que de alguna manera tenés que gastar el dolor. Algunas personas tal vez hacen terapia, algunas personas hacen otras actividades. Yo lo encontré en la música. Nació en un momento en el que estás con las emociones así como a flor de piel, súper angustiada, porque además es como que yo me encerraba a llorar para que mi mamá no me viera, porque es como que una se pone en ese lugar de ser el puntal o el sostén. Entonces decís “si me bajoneo yo, mi vieja peor”. Entonces son esos momentos donde me encerraba y lloraba amargada por la situación. Hay una parte de mi coro que dice “no te pude defender” bueno, empezó desde ahí esa canción. Desde la frustración de no poder. Inconscientemente, porque una no tiene la culpa de lo que sucedió. Pero la impotencia de tal vez sentir que no pudiste defender a esa persona, no sabes cuánto sufrió antes de haber fallecido, todo lo previo. Entonces sentía como esa culpa. Creo que es una culpa que por ahí todos podemos llegar a sentir en algún momento cuando alguien se va, que buscás hasta lo más insólito para culparte por algo y bueno, yo me sentía así por no haber estado en ese momento en ese día, cuando terminaron asesinándola.

Y bueno, entonces agarré la guitarra y empecé con el pre coro. A hacer la armonía, y bueno, hay canciones que fluyen. Hay cosas que salen, es como que tu alma está entregada, desnuda, no hay nada que ocultar, no hay que mostrar algo que no sos ni otra cosa que no sentís y bueno, era el dolor que sentía. Y desde ahí, desde esos cuatro acordes, nació el pre coro y después empecé a ponerle la estrofa y a los días decía: bueno, les tengo que dar un cierre porque  ¿Cómo sigo? Mucho dolor, pero tampoco quería que quedara en eso. Sí quiero homenajear a mi hermana, pero que tampoco sea sólo dolor, dolor. Tal vez el: ¿Qué queda para los que quedamos en la tierra? Porque si no te terminás enterrando en el cementerio con el ser que vos amás y tiene que haber algo más. Y bueno, fue como nació el coro. Es la parte que dice: “No puedo volver atrás, sólo debo encontrar la paz”, porque es lo que pasa cuando te encontrás el duelo. Todas las muertes son dolorosas, pienso. Pero hay muertes que son muy difíciles de afrontar. Cuando hay un asesinato de por medio, cuando hay una causa que seguir, un expediente, es difícil porque es cuando vos no podés terminar de cerrar la herida. Es como que vos constantemente estás volviendo a meter el dedo en la llaga. Es como que enterrás y desenterrás a la persona porque te encontrás con el abogado, te vuelve a hablar sobre la causa, te vuelve a hablar sobre la autopsia, y después te encontrás con el fiscal y otra vez volver a lo mismo. Entonces es como que no terminás de cerrar esa etapa. Hasta que lleguemos al juicio y bueno, esperando que todo salga bien dentro de lo que se puede decir bien. Que tengamos un juicio justo, para también encontrar un poco de paz para nosotras.

– En el video hay imágenes de las marchas… ¿Cómo fue ese acercamiento?

Débora: Es la primera vez que nos involucramos en marchas. Fue todo porque, cuando recién pasó el femicidio de mi hermana, no sabíamos cómo arrancar. Y nos llamaron del noveno piso del Banco Provincia, donde están con el tema de las víctimas de femicidio. Era un grupo que te orientaba y que ayuda a las víctimas de femicidio (sic), ellos nos gestionaron todo lo que era el abogado de oficio y bueno, nos contactaron también para poder hacer un tratamiento psicológico… Bueno, todas estas cosas las gestionaron ellos. Y entre el ir y venir mi mamá conoció a una señora de la multisectorial de mujeres, ahí desde ese momento empecé a acompañar a mi mamá a todos los lugares. La acompañaba porque yo no sé cómo, pero las distintas organizaciones siempre encontraban la forma de ubicarnos a nosotras. Era al revés. Por ahí una no sabe como accionar ante estas situaciones, y ellas nos contactaban. Desde el movimiento, desde alguna agrupación, una chica de mi barrio que estaba en otra organización del Frente por los Derechos, también nos contactó con un grupo de gente y desde el primer momento siempre nos ofrecieron toda la ayuda que tenían al alcance. Ahí nos empezamos a involucrar en lo que son las marchas.

– Hay muchas imágenes con la mamá de Lucía…

Débora: De las mismas marchas. Terminás sin querer haciéndote amiga de la persona porque sentís ese dolor, sabés lo que se siente, es como que hay una empatía en ese momento porque sabes que pasó por lo mismo que vos, entonces no hace falta que la conozcas hace muchos años, se da esa energía en ese momento.

– Debe ser muy fuerte encontrarse en un lugar con personas que vivieron lo mismo…

Débora: Sí, es difícil. Pero bueno. Más o menos como te decía. Al igual que otras familias más. A la chica que también asesinaron, Nancy, nunca nos vimos en ningún lado pero sin embargo nos cruzamos ahí en las marchas y nos damos la mano, porque no hace falta que hagas una presentación previa antes de salir a marchar. Todo se da en el momento, porque el mismo dolor hace que vos puedas apoyar a la otra persona.

– Con respecto a la canción y el video… ¿hiciste todo vos sola?

Débora: La canción y la armonía todo eso lo hice yo, y conozco en realidad un chico que estudió hace poco y ya está recibido de producción musical. Él me hizo toda la producción. Me agregó los otros instrumentos, yo solo grabé lo que es la voz, la primera y la melodía, la armonía. Y él me agregó todos los instrumentos que se escuchan.

– ¿Hace mucho hacés música?

Débora: Sí, hace bastante. Soy bajista en realidad. Hago música, no de manera profesional. No me dedico exclusivamente a eso. Trabajo en una parrilla (ríe) es un emprendimiento que tenemos con mi marido y el socio de mi marido, y empecé a tocar música porque en mi familia son todos músicos. De alguna forma alguno canta, alguno toca algún instrumento, mi mamá en Chile (mi mamá es exiliada chilena, y esa es otra historia que es tremenda), mi mamá tenía un dúo con su hermana que se llamaba las Norteñitas y ellas cantaban. Tengo la música en el ADN.

– ¿Y ahora tu mamá no sigue cantando?

Débora: No, crecieron y dejaron de hacerlo. Y después con el golpe de estado en Chile se tuvo que escapar a Argentina. Ella era comunista. Se vino con mis dos hermanos mayores, que ahora uno vive en Buenos Aires y la otra en Batán. Y mi hermana Analia, que nosotros le decíamos Liz, ella nació en Buenos Aires. Ya cuando se establecieron acá en Argentina.

– O sea que tu vieja ya venía de lucharla.

Débora: Mi vieja es una guerrera. La verdad que tengo mucha admiración. Siempre encuentra la manera de seguir adelante como sea. Y ahora lo que nos sucedió a todos como familia… Vos la ves a mi mamá que es una persona mayor, y ella va a las marchas igual, tiene los pies así y le decimos sentate pero de alguna forma es una luchadora.

A veces los horarios laborales no coinciden para acercarte a alguna marcha, pero siempre de alguna forma tratamos de acompañarla en todo momento. De que no esté sola.

Foto del portal 0223

En septiembre se realizará el juicio oral y público por el femicidio de Analía Florencia Aros, encontrada muerta el 21 de marzo de 2017. Hugo Gutiérrez es el acusado. Ella lo había denunciado unas horas antes por un episodio de violencia.

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