Vanesa Spaccavento
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En estos tiempos en que la coyuntura nos duele y nos obliga a volver a discutir hechos ya superados, resulta indispensable repensarte y resignificarte. Tu vida, tu lucha, tu coherencia y tu legado. Vos, en todo lo que ello implica.
Sucede que el tiempo no siempre cura, aunque mitiga el dolor. La esperanza, esa boba que nos mantiene vivos, se empaña al mirar la realidad pero persiste, pese a todo. Lo hace del mismo modo en que vos, Che Guevara, tal como dijo el también eterno Galeano, no parás de nacer.
Vos nacés todos los días, en todos los rincones en los que plantaste semilla; florecés en cada lucha, en cada deseo de igualdad y justicia; en cada risa que proviene de una conquista; en cada anécdota rememorada. Renacés en la empatía y en la solidaridad, cosas devaluadas para muchos, en este mundo tan individualista y “meritocrático”.
Eduardo Galeano fue uno de los que celebró y honró tu vida. Él, el ‘sentipensante’ envió dos notas al Programa Memoria del Mundo de la UNESCO avalando la inclusión de los Archivos Documentales tu vida y obra , conservados por el Centro de Estudios. Es bueno tenerlas a mano. A ambas.
El archivo documental que guarda la vida y la obra del Che Guevara será, sin duda, un muy valioso aporte al Registro de la Memoria del Mundo. Los documentos encontrarán, allí, una casa merecida.
Al fin y al cabo, éste era un viaje dictado por el sentido común.
Nadie ignora que el Che es un símbolo universal, celebrado en los más diversos lugares y cantado en las más diversas lenguas. Su memoria se enciende y crece, porque ella encarna la energía de la dignidad humana, porfiadamente viva, mal que les pese a los indignos del mundo.
El Che, vencido, derrota al olvido cada día.
De ellos, el que verdaderamente describe tu impronta, es ‘El Nacedor’ y por eso, es inevitable traerlo al presente para tener la excusa de volver a leerlo, aunque forme parte de nosotros por ser un ‘pensamiento sentimiento’ compartido.
El nacedor
¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo?
Cuanto más lo insultan, lo manipulan, lo traicionan, más nace.
Él es el más nacedor de todos.
¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía?
¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
El Che y Galeano comparten muchas cosas, la más importante es que son nacedores eternos. Tengámoslos cerca, y cuando la boba esperanza ande cabizbaja, no dudemos en recurrir a ellos. No sólo nos harán sentir contenidos sino que, sobre todo, nos van a pedir a gritos que no bajemos los brazos.
“Podrán cortar todas las flores,
pero no podrán detener la primavera”