Pedro Lacour
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Mauricio Macri logró cruzar airoso el Rubicón. La victoria en las elecciones legislativas le dio el impulso que necesitaba en el camino hacia sus tan anheladas reformas. Filtrado a la prensa en julio, el pliego presentado este lunes ante la dirigencia política, sindical y empresarial venía siendo cocinado puertas adentro del gabinete desde hacía tiempo. Sin embargo, no fue sino hasta tener el respaldo de las urnas que el Gobierno se decidió a hacerlo público. “Reformarse es crecer, y Argentina entró en una etapa de reformismo permanente y no hay que tener miedo a las reformas”, enfatizó el Presidente durante su discurso en el Centro Cultural Kirchner (CCK).
*/ Al igual que todos los oficialismos desde 1983, con la excepción de la Alianza, Cambiemos se alzó con un triunfo en sus primeros comicios de medio término del pasado 22 de octubre. Conquistó más del 40% de los votos del país y se consolidó como primera minoría a nivel nacional. El recorrido por la geografía arroja un dato contundente: la ola amarilla alcanzó a 13 distritos –con victorias en provincias de peso como Córdoba, Santa Fe y Mendoza– relegando a un peronismo fragmentado que se impuso en nueve.
La atención estuvo puesta en la madre de todas las batallas: la provincia de Buenos Aires. La presencia estelar de Cristina Kirchner convirtió al desafío electoral en algo más que una mera disputa distrital. El peso simbólico de su candidatura obligó a Macri a echar toda la carne al asador: la gobernadora María Eugenia Vidal se puso la campaña al hombro y sacó provecho del mayor de los activos con el que cuenta en su haber: su imagen pública de incansable luchadora contra “las mafias”. ¿Desenlace? Esteban Bullrich superando a la ex presidenta por cuatro puntos porcentuales en territorio bonaerense.
El poder político en la Argentina actúa con la fuerza del imán. Quien lo ostenta tiene la capacidad de alinear detrás de sí a hombres de negocios, jueces, sindicalistas y gobernadores provinciales, entre otros. Ni siquiera fue necesario esperar a octubre para constatar la vigencia de dicha dinámica. Después de las primarias, esos actores comenzaron a moverse dando por descontada una victoria de Cambiemos en las legislativas. A pesar del ajustado triunfo de Unidad Ciudadana, el resultado de las PASO bonaerenses bastó para despejar la incógnita acerca de un eventual regreso triunfal de Cristina a la primera escena política. Las expectativas terminaron por encausarse a favor del oficialismo y las elecciones se convirtieron, más que en un plebiscito de lo hecho por el gobierno nacional, en una impugnación del pasado kirchnerista.
Los dirigentes de diferentes sectores que llegaron al CCK se mostraron dispuestos a debatir los planteamientos de las reformas, al tiempo que expresaron su conformidad con la iniciativa del Presidente de armar “mesas de consenso”. A grandes rasgos, los “ejes de diálogo” presentados por Macri fueron tres: cambios en el sistema previsional, una reestructuración integral del esquema tributario y la modificación de la legislación laboral vigente.

El intercambio con los gobernadores será clave en el éxito que tenga la reforma impositiva delineada por el Gobierno. La propuesta preliminar busca bajar ciertos gravámenes coparticipables que, según apuntan desde los distritos, harían disminuir de forma drástica las recaudaciones provinciales. Es una discusión tan técnica como política. Y un tema que será ineludible el próximo 9 de noviembre cuando Macri se reúna con los representantes de las distintas provincias en la Quinta de Olivos. “Esto no es negociable”, disparó desde el atril el primer mandatario en referencia al plan de disminución del déficit fiscal.
Son los ítems que hacen referencia al mundo del trabajo los que, por estas horas, están produciendo mayores resquemores. Si bien el ministro Jorge Triaca se dedicó a descartar públicamente cualquier posibilidad de una reforma laboral “a la brasilera”, el borrador que trascendió insinúa algo muy distinto a los paños fríos que en un principio intentó poner. La disminución del período permitido para la realización de juicios por parte del trabajador y la posibilidad de que el empleador modifique el horario laboral del contratado a su propio antojo, son dos de los puntos que comenzaron a conocerse y que ya generan malestar.
Por su parte, la modalidad de los arreglos sectoriales tuvo sus primeros resultados. Como informó ayer MISIONES OPINA, casi en simultáneo con el anuncio presidencial, industriales y representantes del gremio del sector lechero firmaron un nuevo convenio laboral que incluye la reducción de aportes sindicales y el congelamiento de las paritarias. Para Macri, el modelo a imitares el de los petroleros de Neuquén. En esa provincia, a principio de año, el gremio dirigido por Guillermo Pereyra negoció y consintió condiciones de flexibilización para la explotación de Vaca Muerta. Todo un anticipo de lo que puede estar por venir.
El fin del poskirchnerismo
El viento de cola político del que disfruta hoy Mauricio Macri precede a su llegada a la Casa Rosada. Fue la ruptura de Sergio Massa con los lineamientos de Cristina Kirchner lo que expuso más fuertemente, en 2013, las fisuras que comenzaban a observarse en la hegemonía política tejida por el kirchnerismo. Un nuevo ciclo comenzaba a dibujarse en el horizonte. Retóricas de baja intensidad, la gestión “al servicio de los problemas de la gente”, una revitalización relativa de discursos anti-políticos, fueron algunos aspectos que signaron al por entonces incipiente clima poskirchnerista. La propia candidatura presidencial de Daniel Scioli no fue una expresión ajena a esos cambios.
La paulatina pero sistemática caída en desgracia del Frente Renovadores un indicador de los nuevos tiempos que corren en la política argentina: las condiciones de posibilidad que en su momento dieron lugar al surgimiento de la figura de Massa, mutaron o directamente desaparecieron. En la actualidad, los que lo vieron con simpatía hace cuatro años son los mismos que, en su gran mayoría, conforman la base de apoyo de Cambiemos. Massa personificó una transición, un período que llegó a su término con la reciente consolidación de Macri en el poder. ¿Qué es hablar del fin del poskirchnerismo? Por sobre todas las cosas, hablar del fin del massismo
Asegurar que al peronismo le llegó su 2001 puede sonar impresionista. Lo cierto es que a los gobernadores peronistas no les cuesta demasiado posicionarse en el rol de dadores voluntarios de gobernabilidad y plegarse a la agenda que propone Cambiemos. No importa que los fondos muchas veces no lleguen. Hoy por hoy, en un contexto donde Cristina monopoliza el concepto de justicia social, más que en construir una oposición real para enfrentar al macrismo en 2019, la principal preocupación del Partido Justicialista pasa por cerrar las cuentas fiscales en sus respectivas provincias que gobierna. Las derrotas de figuras del PJ con aspiraciones nacionales, como Juan Manuel Urtubey en Salta o Juan Schiaretti en Córdoba, demuestran que, a la hora de elegir, el votante tendió a inclinarse por el original y no por la copia. El eterno sueño de un peronismo republicano.
En sus casi dos años al frente del manejo del Estado, Cambiemos no cedió en su afán de construir una nueva hegemonía duradera. Desde las usinas oficiales lo llaman “cambio cultural”. El gradualismo sigue siendo indicador de la existencia de una correlación de fuerzas no del todo favorable para los objetivos más inconfesablemente antipopulares de Macri. ¿Se puede disciplinar a una sociedad sin recurrir al shock? No cabe duda que el apoyo electoral le da aire y le permite ir desplegando sus medidas de manera cada vez más decidida.
A lo largo de 2017, la coalición gobernante consiguió apuntalar su programa económico acechado por la conflictividad social y las multitudinarias movilizaciones en su contra. La aparición del cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, habiendo estado más de dos meses desaparecido tras ser perseguido por Gendarmería durante un operativo ilegal en Chubut, es el corolario de una doctrina represiva que baja desde lo más alto del Poder Ejecutivo. Algo que el declamado dialoguismo no puede esconder del todo. Pablo Noceti como inconsciente de Durán Barba.
*Columna semanal para Misiones Opina.