El inconsciente de Momo

Matías Vitureira es estudiante de psicología y murguista. Ha integrado diferentes murgas tanto en carnaval mayor como en el encuentro de murga joven. En murga joven integró “La Dezkiciada (2009)”, “La Malcriada (2010)”, “La Perinola (2011-2012)” y “Viejos Farsantes(2013)”; en carnaval mayor integró “Alicia (2012)” y “La Leyenda (2013)”, este próximo carnaval lo encontrará detrás del redoblante de “Clásicos Asaltantes”.

Por Bethania Pereira

A un año de recibirse me acompaña a descubrir un paralelismo entre la psicología y el carnaval.

La sociedad murguera…

Se puede tomar la murga como un recorte social donde se encuentran roles definidos, en algunos conjuntos más que en otros, estos hacen a la organización del grupo.

Cada conjunto y cada grupo tiene en común varios códigos (o normas)  y existen otras que, a mi parecer, son compartidas por ese conjunto en particular y que son formadas tanto por lo individual como por lo colectivo, por ejemplo con la historia del propio conjunto o del grupo de integrantes que lo conforman. Como dice el dicho, “Cada casa es un mundo”, estos códigos van variando según el conjunto.

Internamente se comparten roles, códigos morales y éticos, no en todas las murgas se comparten las mismas “jodas” en la bañadera, ni el mismo tipo de humor.

De cualquier manera hay un patrón de códigos y normas históricos, que a mi parecer se remontan al inicio de la murga y hacen a la esencia del género.

Estos patrones o normas de los cuales hablamos hacen a lo que puede llamarse, el imaginario de grupo, independientemente de si se cumple o no, por ejemplo el concepto de que la murga tiene que cantar, de que es un ambiente de hombres en donde se fuma y se toma una copa.
Freud habla de una “Segunda Tópica”, en la que se desarrolla un modelo de aparato psíquico en donde se encuentran una parte del “Súper Yo”, que es el ideal del “Yo” y contiene los estereotipos por los cuales nosotros nos guiamos.

No solamente en mi caso, creo que en el de la mayoría a los cuales nos apasiona el género, está el murguista como figura, en mi instrumento, el redoblante, existen varios referentes que hacen a una figura ideal.

Relacionado con el ideal, aparecen las identificaciones, carnaval tiene un gran componente familiar, casi místico, llevándolo a la murga siempre está el tema del padre murguista y su hijo heredero del género y la pasión. Mi viejo nunca hizo carnaval y sin embargo para mi es el murguista más grande…

Vení gurí canta con tu papá…

Otra cosa que he notado en el carnaval en general es la unión y la influencia de lo familiar.
Hay comparsas como C1080 con la familia Silva, en Yambo Kenia con la familia Larraura o en la Falta y Resto con la familia Castro, familias enteras carnavaleras, participando del conjunto sea en el rol que sea.
El carnaval no solamente como una pasión y como producto artístico, sino también como una actividad de todo el año que involucra no solamente a los individuos, sino que en muchos casos atraviesa el núcleo familiar.

 Dinámicas de grupo…

A veces me pongo a pensar en el funcionamiento de los grupos, la complejidad de los vínculos y pienso en las charlas internas de la murga cuando se discuten por ejemplo, cosas referentes al espectáculo, ahí se ven las dinámicas de grupo que planteaba Pichon Riviere.

Siempre hay un líder, en algunos casos puede ser el dueño del conjunto, en otros el director escénico, esta figura es a la que todos siguen.

Hay un chivo expiatorio, que es al que se le depositan los aspectos negativos del grupo, “es el culpable de todo”.
También está el portavoz, es el que hace voz “de lo que piensa todo el grupo” si que esto sea necesariamente así, él hace voz de todo el grupo sin saber si el grupo piensa como él.
Hay un saboteador, que es el que lidera la resistencia contra el líder, “el que siempre da para atrás”, por ejemplo, todos deciden ensayar más días en la semana y el tipo dice que no.
Estos roles están en permanente cambio, a medida que cambian los temas van cambiando los roles, por ejemplo el que era porta voz puede pasar a ser saboteador, líder, etc.

1499762_10202620430650440_741677921_nEl murguista y su comportamiento…

Según mi forma de ser, el murguista es, en varios aspectos, la cristalización y la concentración de comportamientos y estereotipos, ya no tan vigentes y en mi parecer negativos en algunos aspectos, esto es lo que conforma “la esencia” de esa figura y me parece positivo. Digo esto porque “el murguista” (y con el murguista no me refiero a todos los que hacen murga, sino al que es realmente murguista, no es lo mismo) se juegan varias cosas que a nivel social o de estereotipos sociales más altos, en general son tabú, o por lo menos lo eran hace varios años.

Reafirmando lo anterior, “No todos los chinos son karatecas”, como dijo un gran platillero una vez, por ende no todos los que salen en murga son murguistas.

El murguista siempre juega con lo que es tabú, con lo negativo, con lo que no se debe decir, ¿Cuantas historias de la época de la dictadura se conocen en carnaval por subirse al escenario y levantarse en contra del régimen?

Eso también se ve arriba de una bañadera donde se despliegan los peores insultos, y se rompen todas las barreras, la diversión muchas veces está es jugar con lo prohibido o con lo que socialmente no es aceptado.

Todos desplegamos diferentes respuestas a la angustia, mecanismos de defensa, esto dentro de la murga se ve y por ejemplo con el tema de los chistes, yo lo veo en las murgas en las que he salido el tema del humor negro como forma predominante de defensa.

La retirada…

Tanto en lo individual como en lo grupal aparece lo múltiple, son varias las “puntas” a pensar no solo con respecto a carnaval, sino en todos los ámbitos, es muy difícil (y creo yo que no se puede pretender) establecer verdades o encontrar una explicación a todo, si creo que hay varias cosas del género murga en particular que están buenas para pensarlas mas allá del hecho de vivirlas cotidianamente y creo que son positivas porque hacen al género y sobretodo a su esencia.

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