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19 de diciembre, a casi 16 años de aquel 20/12/2001 que tanto nos aterra volver a repetir, miles y miles de trabajadores salieron a la calle a mostrar su repudio contra la reforma previsional, ajuste a los jubilados y jubiladas y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo.
Dos marchas en un mismo día. Dos marchas que demostraban a gritos y cacerolas lo anti representativo de esta reforma que el Macrismo y sus secuaces lograron convertir en ley. Cientos de personas con agujeros en todo su cuerpo producto de las balas de goma que el poder disparaba sin piedad, gente mayor siendo atropellada por la mismísima policía que se jacta de cuidar al ciudadano, gendarmería tirando gas a todo aquel que se cruce en su camino, hasta si sólo pasabas por el congreso por casualidad.
El terror propagado por las fuerzas de seguridad se respiraba en el aire y la tristeza de un pueblo unido al ver cómo, quienes dicen representarnos no lo hacían, se multiplicaba cada vez que un arma y un gas se disparaban. Postales de un país al que nadie quería volver, nuevamente podían observarse en las calles, 16 años después, una vez más, la crisis de representatividad merodea en el ambiente.
Volvamos un poco el tiempo atrás: tras un estrepitoso gobierno neoliberal comandado por Carlos Saul Menem, quien cerró su mandato con una baja del 4% del PBI, asume en el cargo de presidente Fernando de La Rúa. Económicamente el país se caía a pedazos por las políticas tomadas por su predecesor (el cambio de moneda, el 1 a 1, la liberación de las importaciones, etc), pero el electo presidente continuó con las mismas, manteniendo y profundizando así la inestabilidad y estancamiento económico del país. Argentina pierde las inversiones de capitales extranjeros, parte de la población retira grandes cantidades de dinero del banco, por temor a perderlo, generando así una falta de reservas de las diferentes entidades. Por esto, el gobierno, más precisamente el ministro de economía Domingo Cavallo, creó una nueva medida, el famoso corralito, que restringía la libre extracción de efectivo en cuentas corrientes o plazos fijos. Inmediatamente el pueblo se hizo escuchar: miles y miles salieron a la calle con sus cacerolas para demostrar el repudio hacia las políticas que el gobierno implementaba. Al no tener soluciones por parte del poder, la tensión social aumentó, lo que provocó no solo ruido con cacerolas, sino también destrucción, saqueos, enfrentamientos con la policía y, como era de esperarse, muertes.

Foto: Juan Roleri
La represión de la policía se hizo moneda común por esos días: Claudio ‘Pocho’ Lepratti, un ex estudiante de derecho y militante activo, cruzaba toda la ciudad de Rosario en bicicleta para llegar hasta la escuela donde funcionaba un comedor para decenas de chicos. Ayudaba en la cocina y les daba la esperanza y contención que chicos en esa situación de vulnerabilidad necesitan. El 19 de diciembre de 2001 en el barrio de Las Flores, un grupo de policías llegó a la escuela N° 756 con la decisión de reprimir. Pocho se subió al techo de la escuela al grito de: ‘Hijos de puta, bajen las armas que acá sólo hay pibes comiendo!’ No les importó. Esteban Velásquez le disparó a sangre fría en la tráquea, causándole la muerte instantáneamente. Intentaron callarlo, que su voz no se haga escuchar, pero esto no sucedió: Pocho se convirtió en un emblema de lucha para la cultura argentina. Centros culturales, libros y hasta León Gieco lo homenajeó con su canción ‘El Ángel de la Bicicleta’. Como este, hubo otros 35 asesinatos en todo el país en manos de la policía, entre ellos menores de edad.
Once en provincia de Buenos Aires:
-Diego Ávila
-Víctor Enríquez
-Julio Flores
-Roberto Gramajo
-Pablo Guías
-Cristian Legembre
-Damián Ramírez
-Mariela Rosales
-Ariel Salas
-José Vega
-Carlos Spinelli
Nueve en Santa Fe:
-Graciela Acosta
-Ricardo Álvarez Villalba
-Walter Campos, Juan Delgado
-Yanina García
-Claudio “Pocho” Lepratti
-Miguel Pacini
-Rubén Pereyra
-Sandra Ríos
Siete en la Capital Federal
-Carlos Almirón
-Gustavo Ariel Benedetto
-Diego Lamagna
-Alberto Márquez
-Gastón Marcelo Riva
-Rubén Aredes
-Jorge Cárdenas
Tres en Entre Ríos:
-Romina Iturain
-Rosa Paniagua (13 años)
-José Rodríguez
Dos en Córdoba:
-Sergio Ferreira
-David Moreno (13 años)
Uno en Tucumán:
-Luis Fernández
Uno en Corrientes:
-Ramón Arapi
Uno en Río Negro:
-Elvira Avaca
La famosa represión del 20 de diciembre coronada con el nombre ‘La masacre de Plaza de Mayo’ dejó además 227 heridos.
Dieciséis años después, parece que no hemos sufrido demasiado y como chicana del destino, y por supuesto, una crisis de representatividad emergente, el pueblo tiene que volver a la plaza y al congreso, a esos mismos lugares que en su asfalto tienen la sangre de aquellos que literalmente dejaron el cuerpo para defender sus derechos. Otra vez las cacerolas y el malestar deambulan por la ciudad.
Se venía de una seguidilla de represiones por parte de la gendarmería, comandada por Patricia Bullrich, que hicieron que la relación gobierno-ciudadano se quiebre aún más: Santiago Maldonado desaparecido y encontrado sin vida dos meses después (a días de las elecciones parlamentarias), en el mismo lugar donde ya habían habido rastrillajes, y Rafael Nahuel, asesinado por la espalda, ambos en ambiente de marchas y reclamos. Nuevamente el poder haciendo abuso de sus armas. Gran parte de la población mostró su desprecio ante estos dos asesinatos en numerosas marchas reclamando justicia y el repudio hacia la ministra de seguridad, defensora voraz de sus fuerzas de seguridad. Todavía con ese sabor amargo, el gobierno de Mauricio Macri impulsó dos reformas extremadamente anti-beneficiarias para el pueblo: la reforma previsional y la laboral, que entre otras cosas, le quita grandes sumas de dinero a los jubilados, beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y en el caso de los trabajadores, un aumento de actividad por la misma remuneración. Con cacerolas y carteles, la gente salió a la calle para demostrar el total repudio ante estas nuevas leyes, como siempre se hace para hacer valer nuestros derechos. Pero esta vez fue distinto, esta vez el aire que se respiraba olía como aquel 2001: Gendarmería y la Policía Nacional nuevamente salieron a cazar manifestantes. Corridas, gases, balas, sangre, otra vez se montaba ese escenario en el que nadie quería volver a actuar. La ley, tras varios días de disturbios y corridas se aprobó con 128 votos a favor. Dieciséis años pasaron de ese diciembre, y parece sólo ser el tiempo lo que nos diferencia de aquella vez.
Las revoluciones se hacen en la calle y ahí es donde seguiremos estando le moleste a quién le moleste. No vamos a permitir que nos saquen nuestro derecho, y mucho menos, que nos maten por eso.
Los dinosaurios van a desaparecer.