El atorrante del Rio de la Plata
Un particular relato, que comienza en Montevideo y se consolida en Buenos Aires a mitad del siglo XIX, nos recuerda por qué cada 6 de octubre se celebra el Día del Circo y del Teatro Criollo Ríoplatense.
Por Valeria Servidio @ValeServidio
Todo comenzó gracias a dos jóvenes genoveses que se conocieron en Montevideo. Pedro Podestá y María Teresa Torterolo habían arribado a la ciudad capital de la República Oriental del Uruguay alrededor del 1840. Se casaron y a los pocos años decidieron trasladarse a Buenos Aires, donde Pedro comenzó a trabajar en el mítico barrio de San Telmo. Tras tener dos hijos, la familia volvió a su anterior hogar, quizás intimidados por una posible persecución a “los gringos” como resultado de la Batalla de Caseros. Ubicados nuevamente en Montevideo, el matrimonio concibió 9 hijos más, dentro de los cuales encontramos al protagonista de nuestra narración, Juan José, nacido el 6 de octubre de 1858.
Desde pequeño, Juan José experimentó un gran interés por el arte en general: siendo apenas un joven de 15 años comenzó a estudiar música en la Escuela de la Banda Municipal de Montevideo. Viviendo apenas a un par de cuadras de la playa, adquirió grandes habilidades a la hora de nadar, incluso ha sabido rescatar a varias personas del mar, incluyendo a uno de sus hermanos. Probablemente, aquellas acrobacias que supo realizar en el agua y su peculiar atracción por el movimiento circense europeo que se desarrollaba en la ciudad, lo llevaron a intentar recrear esos espectaculares movimientos propios del circo.
De esta manera, en 1873 Juan José Podestá junto a sus hermanos, instalaron una carpa en una cantera de la ciudad para presentar su propio espectáculo circense. La entrada era gratuita y con el trascurso de los días, mucha gente comenzó a acercarse a ver el show que ofrecían.
En este contexto, más precisamente en 1881, apareció por primera vez el personaje que lo llevaría a la fama, “Pepino el 88”. Recordado hoy por muchos padres o abuelos, se trataba de un payaso que satirizaba cuestiones sociales y políticas, representando al “niño bien” o al “compadrito”. Su nacimiento fue una suerte de improvisación: el payaso que actuaba para la compañía se enfermó, por lo que el mismo Juan José salió en escena interpretando a quien llamaría “Pepino”, quizás en relación a su apodo “Pepe”, y “el 88” por aquel espontáneo traje hecho de sábanas con cuatro parches circulares que formarían dos ochos. En sus memorias, Juan José Podestá cuenta que el personaje se presentaba diciendo “Acepto, estudio, trasnocho, salto, brinco, con maestría, y el público casi chocho, me llama desde aquel día. Pepino el ochenta y ocho.”
Es así como se afianzó la compañía de la familia Podestá, la cual recorrió no solo Uruguay, sino también cruzó el río para hacer diversas presentaciones en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y hasta llegó a Brasil. En 1883, Pepe se casó con una acróbata con quien tuvo 8 hijos, que también formarían parte de esta estirpe circense, y optó con el correr de los años por instalarse definitivamente en la ciudad de La Plata.
En 1886 Juan José alcanzó un segundo gran logro, que sin dudas lo llevaría a la posterior inmortalidad. Le pidió a Eduardo Gutiérrez que adaptara su conocida novela “Juan Moreira”, para poder interpretarla él mismo en las tablas. Lo que distinguió a este hecho fue que el personaje no solo estaba dotado de voz, sino que era acompañado por cantores, guitarras y bailes (particularmente, El Gato). Este primer drama hablado constituyó un nuevo movimiento teatral característicamente criollo, y es por ello que se lo considera el inicio simbólico de lo que los historiadores denominan “Teatro Nacional Rioplatense”, y su personaje Juan Moreira, la primera figura teatral. El éxito de la representación trajo consigo algo quizás impensado algún tiempo atrás: se comenzó a llevar al teatro otras obras de temas gauchescos, como por ejemplo el Martín Fierro, y así se le fue dando forma a una identidadrelacionada a esta maravillosa expresión
artística.
Tras pasar un tiempo en Montevideo, “Juan Moreira” volvió a Buenos Aires con una nueva y muy significativa incorporación: sugerido por Elías Regules, Juan José cambió la danza del Gato por el Pericón, un baile propio de las compañías uruguayas que hasta ese momento no se conocía en Argentina. Recuerda Pepe “sustraída del silencio y el aislamiento la danza criolla más hermosa, elegante y simbólica que con orgullo ostentan hoy ambas márgenes del Plata.”
La compañía familiar, que ahora pertenecía a los hermanos Podestá, también llevó al teatro “Calandria” de Martiniano Leguizamón. La obra también resultó ser una gran victoria, y de esta manera lograron establecer la Compañía Circense Teatral en La Plata. Hoy en día, en ese mismo lugar se encuentra el actual Teatro Coliseo Podestá. Y es justamente allí donde Juan José Podestá pasó sus últimos días, falleciendo el 5 de marzo de 1937.
“[…] Di vuelta el traje de Pepino y me lo puse para resguardo de la ropa particular y después de encender un buen fuego para templar el aire, que era bastante frio esa noche, tuve el honor de ser el primer atorrante de la moderna ciudad.”
Recordando así a Juan José Podestá, se abre una hermosa invitación a entrelazar culturas hermanas, teñir de vivos colores la historia y unir dos orillas que, al final, siempre estuvieron juntas.