Despedida y recuerdo de García Ferré
A una semana de su muerte, recordamos al creador de clásicos animados argentos como Anteojito, Hijitos y Larguirucho.
Por Sabrina Campos @Sabrifields
Para @CorriendoLaVoz_
Quizás sos “de la época”, o lo heredaste de tus viejos o hermanos, tal vez sólo reconoces los personajes de Hijitus por los muñequitos que antaño traía el chocolate Jack. Cada tanto aparece algún nostálgico –ahora apodados vintage- que te tira un “y chucu chucu chucu chucu” o bien, como es mi caso, soporté que me llamaran “Larguirucha” en la primaria por acusar más de un metro setenta de estatura. El caso es que, en mayor o menor medida, todos sabemos de qué estamos hablando.
Pero nos dedicaremos hoy a recordar al padre de todas las criaturas, Manuel García Ferré, quien falleció hace tan sólo unos días, el pasado 28 de marzo.
Este historietista, artista gráfico y animador nacido en España en 1929, y radicado en el país desde sus 17 años, fue el creador de clásicos como Hijitus, Anteojito (el personaje y la revista), Petete y Calculín.
Si bien sus comienzos fueron en agencias de publicidad a la par de sus estudios de arquitectura, mientras que intentaba que sus dibujos la pegaran y lograran salir en la televisión. Hasta aquí, creo que esta historia nos puede sonar conocida a cualquiera de nosotros que vivimos de lo que podemos y despuntamos el vicio de nuestra pasión en los pocos tiempos libres que nos quedan, golpeando puertas incansablemente.
El giro de la trama, viene cuando Ferré comienza a trabajar en Billiken, alrededor de los 70s para luego editar por 30 años la revista Anteojito, que seguía la misma línea de la primera –edición para niños en edad escolar- pero reconozcámoslo, era un poco más ñoña y menos “canchera” (aunque a quien suscribe, se le caiga una sota con ese término).
Es en 1967 que consigue dar el salto hasta la caja boba, y estrena Hijitus en Canal 13, portadora del título del “primera serie de dibujos animados nacional” y según dicen los números, la más exitosa de su clase, en toda Latinoamérica.
A su currículum animado, se le suman también varias participaciones en el mundo editorial, con la enciclopedia para niños y jóvenes “El libro gordo de Petete”, que luego se convertiría en programa de TV a través de cortos de 2 minutos en los que “Petete” junto a una modelo esgrimían algo de la información general que traía la enciclopedia. Además, lanzó también revistas que aún podemos encontrar en el kiosco amigo, como “Muy Interesante” o “Ser Padres Hoy”.
Prolífico y dedicado, no hay padre que no nos diga que alguna vez almorzó o tomo la leche mirando alguno de sus dibujos.
Ya entrados en el nuevo milenio, Ferré siguió generando personajes tan suyos como los de antaño, entre los que podemos destacar a Pantriste, o Manuelita que de hecho, fue enviada al Oscar para la selección de Mejor Película Extranjera.
Puede discutírsele quizás que en estos años que corren, sus personajes –inocentes, dulces- no consiguieron una llegada fuerte en el nuevo público infantil un tanto más sediento de dibus que se acercaran más al animé y menos a Trapito. Pero lo innegable es que mantuvo su convicción de hacer lo que deseaba hacer, y crear no sólo en función de las demandas del nuevo mercado. Aun así, sus últimas películas –un tanto golpeadas por la crítica- fueron bien recibidas entre los niños consume-cine de las vacaciones de invierno, y esos padres nostálgicos que abundan.
En 2009 fue también, declarado ciudadano ilustre por la Legislatura porteña y formó parte de la muestra de Humor Gráfico que se realizó en el Museo Sívori, el mismo año.
Las tantas caras de la moneda
Una personalidad muere, y si no es concretamente nefasta, por lo general recordamos primero su obra, los buenos momentos, y después, algunos meticulosos, empezamos a escarbar un poquito más allá de lo que cuenta el artículo de Wikipedia redactado por algún fanático.
Lo cierto es que –lejos de glorificar o crucificar a alguien por el solo hecho de haber muerto- cabe mencionar también, que durante la nefasta década del 70, se le dicute su permanencia en el medio durante la nefasta dictadura militar del 76, habiendo además creado a “Mundialito”, la mascota del inolvidable –necesariamente inolvidable- Mundial 78 que tuvo lugar en Argentina.
Por otro lado, existen varias lecturas sobre otra de sus películas “Ico, el caballito valiente”, en la que desaparecían caballos de la noche a la mañana y cualquiera que los denunciara era arrestado. De hecho, la mama de Ico, portaba un pañuelo blanco demasiado emblemático. Ésta última fue editada en 1981.
Las lecturas son amplísimas y quedan a criterio de cada uno de los lectores y espectadores. El mismo García Ferré se refería frecuentemente a la responsabilidad del artista en tanto comunicador, afirmando que “los ideales y la ilusión nos traen el sentido más grande”. Y es cierto que podemos verlo reflejado en sus dibujos siempre repletos de enseñanzas y moralejas un tanto conservadoras, de esas que harían comentar a tu abuela algo como “Ves? Estos eran dibujos sanos!”.
La noticia relata que el padre de las criaturas falleció el pasado 28 de marzo y que sus colegas y amigos prefirieron recordarlo como el creador de personajes inolvidables, con una inocencia rara y un dejo moralista que supo intentar entretener, educar y llegar a millones de niños, que hoy adultos, quizás hagan una relectura de sus dibujitos preferidos, o prefieran el “hablá más fuerte que no te escucho”, y sólo recuerden con esa inocente nostalgia infantil.