Del Sahara al mundo: música y resistencia del pueblo tuareg

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Blas Ele

Blas Ele

Redactor at Corriendo La Voz
Profesor de Comunicación. Bahiense, daltónico y tesista: tres dolencias crónicas. Fundamentalista del mate amargo. Radialista apasionado.
Blas Ele

A pocos días de haber comenzado el año, Los Espíritus difundieron por sus redes sociales que se darían el gusto de traer a Buenos Aires a un músico que adoran y que ha formado parte de las playlists previas a sus conciertos y de las fiestas ‘Hacele caso a tu Espíritu’, que ellos mismos organizan. Se trata de Bombino, músico nigerino que se incluye dentro de la música del pueblo tuareg, habitantes ancestrales del desierto del Sahara. Repasaremos un poco de la historia tuareg y las particularidades de su música.

Las imágenes pueden resultar curiosas para el ojo occidental: camellos atravesando el desierto llevando entre sus cargas una Stratocaster y un amplificador. Sin embargo, esa escena forma parte del paisaje cultural del África occidental, particularmente del pueblo tuareg. Clanes nómades con raíces milenarias, los tuareg habitaban el desierto y vivían del pastoreo y el control de las rutas caravaneras del Sahara. La expansión capitalista del siglo XIX con sede en Europa central trajo consigo el reparto colonial de tierras africanas, lo cual puso fin a los modos de existencia conocidos hasta entonces por sus comunidades. El proceso de descolonización no trajo mejor suerte para los tuareg: las nuevas políticas agrarias y la regulación del comercio, sumado a los nuevos circuitos de comunicación y el establecimiento de fronteras desconocidas para la vida nómade, los empujó al desempleo, la pobreza y la miseria. Esta situación y su lucha por la autodeterminación, es lo que podemos encontrar plasmado en la poesía tuareg, y en su música como práctica de resistencia.

Un pueblo dividido jamás alcanzará su objetivo.
Jamás cultivará un árbol de acacia con hermosas hojas.
Un pueblo dividido perderá su norte.
Cada una de sus partes se convertirá en un enemigo (…)

(Toumast Tincha – Tinariwen)

Golpeados por las nuevas reglas impuestas por el régimen pos-colonial, los tuareg tuvieron su primer alzamiento rebelde entre 1961 y 1964, cuando el neonato Estado de Malí continuó con la negativa colonial en torno al reconocimiento de los derechos de sus comunidades. Sofocado el alzamiento con una feroz represión, muchos tuaregs se vieron forzados al exilio en Argelia o Libia, en cuyos campos de refugiados comenzaron a sonar los primeros cantos revolucionarios de Tinariwen, tal vez los músicos tuareg más reconocidos a escala mundial. Asimismo, de la mano de Muammar Gadafi, muchos de ellos recibieron entrenamiento militar, por lo que era una escena común ver músicos con una guitarra colgando a un hombro y una Kalashnikov del otro.

Tinariwen

Antes de la llegada de las guitarras eléctricas, la música ya ocupaba un lugar importante en la cultura tuareg. Su música tradicional acompañaba las carreras de caballos y camellos, banquetes y otras festividades sociales. Sus componentes característicos eran el imzhad, un violín de una cuerda y el tinde, un pequeño tambor de piel de cabra, acompañado por la presencia permanente de palmas y coros que se repiten como mantra. La llegada de las guitarras eléctricas acompañando al canto nostálgico de las épocas pasadas que llaman assouf, hicieron que en Occidente se identificara la música tuareg, particularmente con la difusión de Tinariwen, como el blues del desierto.

Las rebeliones tuareg se repitieron con el tiempo, prácticamente cada década desde entonces. El conflicto se extendió también a la República de Níger, de donde tuvo que huir en los ‘90 Omara Moctar, más conocido como Bombino (apodo que deviene de una deformación del italiano bambino). Durante su exilio en Libia y Argelia, Bombino conoció el sonido de la guitarra en cintas de Jimmy Hendrix. Veinte años después, se lo bautizó como el Hendrix del desierto, aunque podamos escuchar en sus trabajos recientes un sonido bastante más cercano al reggae.

Los últimos conflictos en la región sumaron la participación activa de diferentes grupos islamistas que buscan implementar la sharia (la ley islámica) en Malí. Muchos tuareg han sido enrolados en sus milicias, y algunas hasta han integrado el Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA), la tierra que reclaman como propia, que comprende las ciudades de Kidal, Tombuctú y Gao, al norte de Malí. El fundamentalismo islamista se aleja del islam practicado tradicionalmente por los tuareg, más tolerante y hasta místico, espiritual. Otros rasgos culturales también se alejan de las vertientes más fundamentalistas: por ejemplo, en los clanes tuareg, son los hombres quienes llevan el rostro cubierto con un velo, mientras las mujeres lo mantienen descubierto. Las mujeres tienen sus propios grupos musicales, entre los que podemos mencionar a Tartit, y los hay también mixtos. Movimientos islamistas como Ansar Al Din o Al Qaeda no sólo ven tales cosas como herejías, sino que prohíben en los territorios bajo su control toda expresión musical que no sea religiosa bajo amenaza de muerte. Como durante las rebeliones, una cinta, un CD o la interpretación de una canción con motivos levemente políticos, podía costar, como barato, los dedos de una mano.

Mujeres taureg celebrando nacimiento – Fotografía: Brent Stirton (NatGeo).

Aun así, los tuareg redoblan la apuesta, no sólo por el hecho de sostener su acervo cultural, sino para hacer llegar al resto del continente y el mundo la voz de resistencia de su pueblo y la lucha por su autodeterminación. En una entrevista publicada hace unos años en El País de España, Ibrahim ag Alhabib, de Tinariwen, comparó el alcance de la lucha armada en las rebeliones tuareg con las repercusiones de sus canciones: Cuando los hombres del desierto nos sublevamos, sólo se enteraron en Mali y Níger, más allá de algún intelectual o un puñado de periodistas franceses. Ahora, el éxito de la música tuareg nos permite enseñar al mundo que existe una región llamada Kidal, al sur del Sahara, donde habita una de las civilizaciones más antiguas de la tierra”.

“Despierta, pueblo mío.
Enderézate, pueblo mío.
Enfrenta las dificultades de tu situación actual.
Un largo camino te espera”.

(Imuhar – Bombino)

Músicos y productores de Europa y Estados Unidos fueron conmovidos por la música tuareg. Con los años, comenzaron a recibir reconocimientos y difusión a gran escala. Tinariwen obtuvo un Grammy en 2011 y llegó a tocar con grandes como los Rolling Stones o Red Hot Chilli Peppers, aunque desconocían quiénes eran. Los fundadores del moderno rock o blues tuareg (para ponerlo en términos occidentales) funcionan más como colectivo que como banda en el sentido tradicional. Comenzaron siendo cuatro y hoy rondan la veintena. Claro que no tocan todos en simultáneo, sino que la formación varía de acuerdo con las circunstancias. Salen de gira entre cinco y siete miembros, ya que la mayoría debe sostener el pastoreo de sus animales. Algunos de los músicos sólo intervienen en las grabaciones en el desierto africano.

Bombino, por su parte, trabajó en conjunto con Dan Auerbach, de The Black Keys, para la producción de su disco Nomad; y grabó Azel en unos estudios de Nueva York. Fue invitado a grabar con los Stones Keith Richards y Charlie Watts en 2006 el tema Hey Negrita. Otros grupos, como Imarhan, que ha firmado con el sello alemán City Slang, también se han lanzado al mercado europeo. ¿Renuncia de los orígenes? ¿Búsqueda de nuevos mercados? Muchos elementos nos hacen sospechar que no será un nuevo intento de las discográficas de encasillar un movimiento muy rico dentro de la bolsa de la World Music. Los casos exponenciales de Tinariwen y Bombino, nos hacen ver que las raíces siguen estando en la aridez del Sahara: sus composiciones y presentaciones siguen poniendo en agenda las reivindicaciones tuareg, en un contexto en que los ojos sólo ven en esa zona terrorismo islamista. Bombino sueña con poder levantar una escuela de música y centro juvenil en Agadez: “En Níger, las cosas se mueven muy lentamente en comparación con Occidente. Todavía estamos en las fases iniciales del proyecto; montando el equipo y consiguiendo la cooperación de organizaciones respetadas que puedan ayudarnos. Pero aunque me cueste treinta años, lo llevaré a cabo”.

Varios artistas y grupos han retomado la herencia de Tinariwen y se han lanzado a escala internacional, aunque muchos otros siguen haciendo música como se hizo desde tiempos inmemoriales, en una ronda, junto al fuego cuando se hace de noche en el desierto. Algunos de ellos pueden ser conocidos fuera del continente gracias al trabajo de investigación, recolección y grabación de Christopher Kirkley y su proyecto Sahel Sounds, sello con el cual editó los volúmenes de Music from Saharan Cellphones, recopilaciones de la música que encontraba en los teléfonos celulares de los habitantes del noroeste africano.

Bombino – Fotografía: Ron Wyman.

Tinariwen tuvo presentaciones en Buenos Aires en 2015 y 2016, y este 2018 tendremos la oportunidad de conocer a Bombino. En un esfuerzo conjunto de Los Espíritus, la productora Alto Valle y Niceto Club, se estará presentando junto con la banda de La Paternal el 15 y 16 de febrero en Niceto.  Una excelente oportunidad para des-occidentalizar (aunque con guitarras eléctricas) nuestros oídos al menos por una noche.

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