Cual filantrópicos payasos millonarios

Era pasada la medianoche de una noche fresca en la costa argentina, las luces imponentes del escenario principal donde noche a noche pasaban artistas de renombre se iban apagando, pero cuando parecía que la noche se acababa, la gente se topaba con  unos intrépidos muchachos que con un poco de música y antorchas en mano no dejaban que nadie se fuera.

Macarena Gómez Garcier @maquiagg

Ellos, que están por llegar a su década en temporadas en la ciudad de Santa Clara del Mar son el espectáculo callejero que esperan los visitantes; con humor, malabares y otras yerbas, hacen reír y aplaudir durante casi dos horas cada noche. Por eso Corriendo La Voz decidió acercarse y charlar sobre el Circo, el movimiento Okupa y la situación vivida actualmente en la Sala Alberdi. Hoy son ellos, nuestros artistas callejeros, quienes nos cuentan la vida detrás de una nariz roja.

 

¿Cómo fue que decidiste incursionar en los espectáculos callejeros y cuál es tu “especialidad”?

Brenda: Hace cuatro años que me dedico al circo, recién hoy en día puedo vivir de esto gracias al sudor de mi frente, no es algo fácil. Hace cinco años conocí el circo a través de mis compañeros de la secundaria y de la calle misma, de la cual aprendí muchísimo. Es así que uno va pasando por centros culturales (los que quedan abiertos, otros que ya se encargaron de que fuesen cerrados), aprendiendo de quien se puede mientras se puede y progresando siempre. A la fecha, laburo particularmente con malabares y hace dos años que vivo de esto, eventos privados y a la gorra, así mantengo a mi estómago y a mi.

 

Uriel: Yo tenía 17 años y vivía en Berazategui, en un barrio humilde y me relacionaba con gente que “no era bueno” relacionarse y un día voy a la casa de mis papás que vivían en Bernal y me cruzo a un viejo amigo que es artista de circo y pintor plástico y cuando me estaba yendo a mi casa me invita a una fiesta, solo que antes había que esperar a un amigo para ir, entonces fuimos a un parque y él se pone a malabarear y ahí quedé impresionado, yo quería aprender! Al otro día había una fiesta de cirqueros y fui, vi un espectáculo de circo callejero, me abrió la cabeza, me cambió el rumbo y empecé a ir a la Escuela Municipal de Circo de Berazategui y a varietés. Después me fui a vivir a La Plata a una casa ocupada y ahí viví con artistas plásticos, con gente de todas las provincias. Al tiempo, vinieron unos amigos de Capital que querían ocupar un galpón para hacerlo un Centro Cultural, buscaron por todos lados y terminaron consiguiéndolo en Vera y Lavalleja y le pusieron “Trivenchi”. A los 3 años nos desalojan durante el gobierno de Ibarra (nosotros dábamos talleres, espectáculos y la leche en el intervalo de la función), entonces nos consiguen un galpón en Constitución y si formábamos parejas (aunque no fuésemos en realidad) diciendo que vivíamos en el galpón, nos daban determinada plata.

Yo cuando empecé mi personaje no hablaba y lo que me dio la calle fue la confianza de hablarle a la gente, mirarla a los ojos, decir lo que quería en la cara. Me di cuenta que se comparte algo que en la vida real generalmente no pasa, es un momento.

 

Nacho: Vengo de familia de artistas, dibujantes, escritores, autores, siempre hubo libros en casa, historietas, juegos de actuación, juegos con la literatura. De más grande fui deportista, estudié actuación y siempre me gustó divertirme, terminado el secundario andaba mucho en la calle, empecé a hacer música y con el tiempo apareció el Circo, que de pronto lo tenía en primer plano. Fui presentador, en un galpón que se llamaba Trivenchi, que era un galpón Okupa, estuvimos laburando con eso, hicimos 5 o 6 obras y por cuestiones particulares decidí partir, ahí empecé a actuar en la calle, esa fue mi escuela, la misma calle. Fue así que me di cuenta que me llena mucho más que una sala de teatro, la improvisación, el juego que se da en la calle no se da en una sala convencional.

El Circo es un arte re profundo, es difícil, vivimos fuera de un sistema económico, sin embargo el Circo es un arte milenaria y es lo que elegimos ser.

Hoy en día soy humorista, laburo con el cuerpo, hago malabares, fui acróbata y trapecista, hasta que tuve un accidente y me dediqué al piso y al humor. Creo en los dones, yo lo tengo, la facilidad de hacer reír, pero esos dones hay que trabajarlos, todos tenemos un don pero hay que profundizar, aprender cada día.

 

PH: Ana Paula Rodriguez 

¿Cuál es tu opinión con respecto al conflicto vivido en estos días por la Toma y Autogestión de la Sala Alberdi?

Brenda: Primero que nada ese es un espacio que hace muchos años está en lucha y siempre estuvo en lucha constante por defender algo que es de todos, que todos compartimos, que todos usamos, que en algún momento participamos ya sea mediante la lucha como hoy en día la gente que participa del acampe o participar en talleres, espectáculos, varietés. Hoy en día el arte es algo que nos comunica y nos ayuda a todos, todos sorteamos nuestros problemas por algún lado. Lo cierto es que es una lástima que sea otro espacio a punto de perderse, a demás de que no tiene ni tón ni són que haya gente hace más de un mes encerrada en un edificio, realmente me pregunto si ellos no se plantean por un momento “y si esos fuesen mis hijos?”, no hay nadie que esté excedido de eso. Es muy triste que no se le de importancia al arte, que no se le ayuda desde el gobierno cuando es algo que abre mentes… Bueno, es justo lo que no se quiere claramente, abrir cabezas a una nueva forma de vivir, una nueva forma de sentir que hoy en día no se respeta, ni hay alternativa. Tengo compañeros de trabajo que están conmigo durante el año entrenando y laburando para ser mejor y poder brindarle a la gente una sonrisa nueva cada día que es gente que hoy en día está en el acampe brindando talleres, espectáculos, creando espacios abiertos a la gorra a quien quiera participar, tengo conocidos atrapados arriba y me parece incoherente la medida de esperar al verano para que se vayan todos y querer sacarlos de un lugar que tiene años de lucha y autogestión.

 

Uriel: Nosotros como grupo Trivenchi en el 2003 tuvimos la posibilidad de actuar en la Sala Alberdi, para nosotros como grupo Okupa fue un paso enorme actuar ahí, pero por otro lado estábamos tranzando con el gobierno y a determinada gente de la movida circense no le gustó. Fuimos igual, armamos una función que se llamaba “Duendes” y fue una muy buena experiencia. Ahí sabemos que actuó muchísima gente grosa, gente que hoy está actuando en teatro y demás. Lo cierto es que me gustaría que no se pierda, ese lugar es un portal que hay que mantenerlo, que tiene que estar ahí, hay gente que lo está bancando y los chicos que están ahí están viviendo en maneras que no están buenas, nosotros sabemos lo que es eso y no queremos que les pase. La lucha de esta gente es pacífica y la gente no puede entender esa manera de vida, nosotros vivimos así, felices.

Nacho: Yo estudié en el 7mo piso en el Conservatorio durante muchos años, es un edificio público que tiene muchos años y es un edificio que depende del gestor que lo agarre o el Director que esté se va a mover de esa manera, con cada gobierno se mueve distinto. Si hoy lo tomaron los artistas y creen que ellos lo pueden gestionar y todo yo creo que hay que darles una oportunidad. Después la forma de moverse, a nivel represión, queda en criterio de cada gobierno y aunque nos pese es el gobierno que elegimos nosotros y hay que hacerse cargo.

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