Gustavo Escobar
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Conocimos los consultorios “amigables” de la diversidad sexual. Son espacios donde se trata a los distintos colectivos disidentes, que no encajan en el sistema de salud convencional, con perspectiva de género y respeto de su identidad. Te invitamos a conocer un poco más de estas movidas.
Vidas cortas, sueños eternos
Hablando con una compañera me dijo: “no quiero cumplir más años, me pone triste”. Mi respuesta fue un tanto irónica pero cierta: “Cumplís 36, si fueras trans habrías pasado tu expectativa de vida, así que…mejor, celebralo”.
Esto, que cae como agua helada ante una persona que se apena por cumplir años, para un sector no menor de la población es un deseo y un anhelo que muchas veces no tomamos en serio, porque está naturalizado en todos y todas. El simple hecho de vivir. Para muchas personas, el simple hecho de vivir se hace tortuoso, y la vida se apaga pasando el lustro de los 30.
La población travesti y trans sufre en carne propia la expulsión y la exclusión. Desde la negación, expulsión y maltrato por parte de su familia pasando por todo el entramado social que les niega educación, trabajo, salud. Con este escenario las profesionales de una sala de salud del conurbano decidieron llevar adelante un consultorio médico de diversidad sexual y dar atención (y por qué no también contención) a compañeras travestis y transexuales que no pueden acceder al derecho mínimo de la atención primaria en salud.
Así cuenta Dania, psicóloga del espacio, los orígenes del consultorio: “Hace un año, en octubre de 2016 fuimos con Silvia a una capacitación en salud sexual. Allí, una activista trans presentó los consultorios amigables, que es el nombre con el que se presentan a nivel nacional pero que a nosotras no nos gusta, teniendo en cuenta una guía a nivel nacional que salió en el 2015 de atención integral a personas trans. Escuchamos la presentación, había un antecedente en San Justo, que ahí estuvo MAL (Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación) haciendo la movida cuando se generó en el policlínico. Con esa experiencia presenta esta charla. Ese mismo día, charlando con Silvia y hablando de lo bueno que era esa charla y de los temas que se abordaron, que son la expectativa de vida de 35 años, las condiciones de vida, la marginación, de la familia, del sistema de salud, de la expulsión de la instituciones… a mí ya me venía rondando en la cabeza este tema, pero me decía “quien va a querer hacer esto”. Y cuando salimos al recreo, Silvia me dice “che, que te parece si hacemos esto” y le digo “sí, al aire”.
Desde esa acción inmediata que sólo puede brindar un conocimiento y un compromiso con el territorio y la población con la que se trabaja, estas profesionales se adentraron al desafío de llevar esta propuesta dentro del paradigma médico predominante. Paradigma que explica muy bien Guadalupe, la médica generalista del espacio: “En la mayoría de los centros donde trabajo no hay perspectiva de género. Y si está contemplado, está contemplado por las especialidades como algo patológico.”
Los Consultorios Amigables para la Diversidad Sexual (CADS) –tal es su nombre oficial – son espacios mixtos financiados por el Programa PNUD Argentina (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), y consiste en espacios propios dentro de los servicios públicos de salud y que son gestionados por el trabajo conjunto de organizaciones sociales, programas locales de VIH y servicios de Hospitales Públicos. Existen varias experiencias en distintos puntos del país y dentro del conurbano bonaerense se cuentan con la experiencia de Morón, Lanús y La Matanza, aunque en algunos casos las nuevas políticas públicas en salud no están fomentando mucho el funcionamiento de estos espacios. La política pública no es muy amigable con los consultorios, aunque lleven esa palabra su nombre oficial.
Resignificar, Incluir, Diversificar
Cuando Dania y Silvia cuentan como empezaron a pensar el espacio surgen muchas preguntas y observaciones que nos hace volver a la ironía del cumpleaños. Cuando vivimos en un sistema de privilegios y normas establecidas como lo es el sistema patriarcal heteronormativo, nos parece lo más normal del mundo ir a la guardia de un hospital o una salita si nos sentimos mal. O aquellos y aquellas que gozamos de un empleo registrado, el uso de la obra social. Y volviendo aún más atrás: tener un empleo registrado. Haber transitado la escuela y hasta inclusive algún espacio de formación terciaria o universitaria. Todo eso que para muchos y muchas es “lo normal”, para muchas personas es un anhelo y un deseo, que pocas veces se puede llegar a vivenciar, dejando su vida en corto tiempo. La mitad de la esperanza de vida (en promedio) que tiene la población en el país. Lo normal muchas veces no es más que un velo para no querer atender lo que se ve todo el tiempo: exclusión, negación de derechos, precarización de la vida. Así, con estas premisas Guadalupe les respondió a Silvia y Dania cuando ellas le preguntaron si atendería a una persona trans o travesti.
Cuenta Dania: “…Y así fue como una vez le dijimos a Guada, creo que fue Silvia que le dijo “Che Guada, ¿vos atenderías a una persona trans?”. “Sí, ¿por qué no?, es una persona”. Una vez pensado el equipo inicial comenzaron otras preguntas en cuanto al funcionamiento del espacio dentro de la sala. Sigue contando Dania: “empezamos a discutir y debatir, ya que Silvia y Guada por ahí pensaban ¿tiene que ser un consultorio separado?, ¿un horario específico? Pensando en otras experiencias que se hacen en un día y un horario puntual. Ellas planteaban ¿es necesario seguir estigmatizando, seguir discriminando?”. Y en eso la militancia, sumamente necesaria en estos y en todos los espacios, se hizo presente de la mano de la Consejería Diversa La Berkins para despejar dudas sobre días, espacios y horarios.
Tener un espacio con un día y horario especifico garantiza el espacio y lejos de estigmatizarlas, el espacio se resignifica. Caso contrario, no se acercarían. Con días y horarios puntuales comenzaron a transitar la atención dentro de la sala y le fueron dando vida al consultorio. Con nuevas maneras de encarar la práctica médica. Cambiando el modo de mirar e interactuar. Como afirma Guadalupe: “…en líneas generales en medicina la mirada es muy cerrada. La formación es muy estructurada. Entonces eso también dificulta, porque vos acá tenes que aprender a mirar de otra manera. Yo todavía estoy aprendiendo, a veces me confundo con las chicas, y me río. Lo que trato es de estar relajada y… estar consciente de que, como estamos construyendo algo, y…a veces me confundo. Cambio el género cuando les hablo. Imagínate que yo tengo que pensar que estoy atendiendo a una chica y que tengo que pedirle estudios de próstata. O estoy atendiendo un chico y tengo que pedirle un control ginecológico. Entonces, eso en la cabeza, se te hace un matete. Pero, por suerte hasta ahora, con todos los que tuve ese problema les digo “ay perdón me confundí”, y me dicen: “no, no pasa nada.”
De esta manera, lo que empezó inicialmente por una necesidad de distribuir las hormonas que proveía un programa de salud sexual se convierte en un espacio para iniciar un camino en la atención en salud de muchas personas que fueron excluidas del sistema. Como lo sostiene Florencia, referente de la consejería: “Es crucial poder tener un consultorio diverso. No nos gusta la palabra amigable, sino diverso, en nuestro territorio. Veníamos sufriendo bastante maltrato y sigue pasando con algunas instituciones, donde las compañeras siguen siendo tratadas, muchas veces, de varón. Inclusive hemos tenido casos de compañeras que han sido internadas en salas de hombres sin consultarles en qué sala querían estar internadas. Es importantísimo tener el consultorio, y todos los espacios que se puedan tener. Particularmente este, estamos muy contentas porque la verdad es que están viniendo un montón de compañeras. Muchísimas y muchísimos compañeros. Porque están viniendo varones trans también. Y lo hablábamos la otra vez: no saben lo importante que es, para nosotras mismas, es muy flashero ver que vengan tantas compañeras. Porque es difícil, por lo general nosotras tenemos un gran rechazo a asistir al sistema público, de salud, educativo, etc.”
Neoliberalismo VS Diversidad
La idea de tener un consultorio diverso no es ajeno a todo un entramado de políticas públicas que cada tanto avanzan, pero luego se estancan y hasta retrocede en el acceso de derechos. Y en épocas de avanzada neoliberal esto se nota en todos los sectores y más aún en la población travesti y trans. Florencia lo grafica de manera clara y concreta: “Por más de que tengamos una ley de identidad de género de vanguardia a nivel mundial, la realidad de la comunidad travesti sigue siendo la misma. El 80% de las compañeras sigue estando en situación de prostitución. Yo recién hablaba con dos compañeras que estaban acá afuera, y ahora se iban a acostar para a las 7 de la tarde empezar a maquillarse para que, a las 9 de la noche, tengan que estar paradas hasta altas horas de la madrugada. Y así todos los días de su vida. Bueno, eso no ha cambiado en nuestra comunidad. Por eso, son tan importantes las políticas públicas. Que realmente haya una ley de cupo laboral, que la hay. Está la ley, que se implemente, que es una decisión totalmente política que venimos esperando. Que hace más de dos años y pico que es ley y que es una ley en su espíritu, cien por cien abolicionista. Que lo que intenta es sacar a un montón de compañeras del infierno de la prostitución”.
Silvia es trabajadora social y docente universitaria. Ella junto a Dania fueron quienes iniciaron esto que ella misma denomina como un proceso y da cuenta de cómo la academia se va acomodando a estos nuevos paradigmas y escenarios que vienen a romper lo binario y lo heteronormativo: “En realidad se ve en la universidad y en todo el colectivo. Una cosa es el discurso y otra cosa es la práctica real, ¿no? Desde el discurso, los trabajadores sociales y los Derechos Humanos, y las cuestiones de género y que se yo qué. Y cuando están trabajando, mantienen la mirada binaria. En la universidad se sigue sosteniendo ciertas conceptualizaciones.” La academia tarda en recepcionar estos espacios y son las personas más comprometidas quienes hacen punta para abrir los mismos: “Sí me pareció interesante desde la universidad, en la carrera de medicina, que fuimos invitadas para presentar la experiencia del consultorio, para estudiantes de cuarto año. Entonces eso me pareció realmente interesante en una materia en la que ellos ven todo lo que tiene que ver con políticas públicas y se incluyó el consultorio dentro de lo que es el programa de salud sexual, para quienes sean, a futuro, médicos y médicas.”
Si bien no hay tantos consultorios como debiera haber y aún la población travesti y transexual sufre exclusión, maltratos, violencias por parte de una sociedad que vive atada a fobias y odios como método de reafirmación, estas profesionales conforman un equipo que se presta al desafío de ponerle el cuerpo al tema de la inclusión y generan espacios para que aquellas personas que por mucho tiempo han sentido la expulsión del sistema de salud, hoy se acerquen, formen parte de charlas y encuentros (al momento de esta nota se hacía la primera charla de educación sexual) y le den vitalidad al consultorio de diversidad sexual. Como dice Florencia: “…es importantísimo habitar este espacio, seguir estando acá y obviamente con las
compañeras que están laburando acá que son súper comprometidas y eso se refleja en todas
las chicas que vienen y que no dejan de venir”.
Y como cierra Silvia pensando el consultorio y toda política pública como un proceso: “Yo creo que es un proceso lento. Más allá de la ley, creo que cuando nos vemos en la realidad, creo que toda ley es un proceso lento. De hecho, si hablamos de la ley de protección de derechos de niños y jóvenes, cuánto hace que venimos en este proceso de que realmente esto es efectivo; la ley de salud sexual; la ley de ESI; son todos procesos que cuestan mucho modificar, desarraigar, desandar lo andado durante…siglos”.