Laura Palau
Feminista. Fanática de Harry Potter. Amante de los libros, la radio, el cine y las series. Periodista y futura comunicadora.
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Pleno siglo XXI y es casi imposible no afirmar que muchos y muchas tuvimos una infancia rodeada de las producciones de Disney. Además de los personajes propios como Mickey y Donald, nos encontramos con cuentos clásicos llevados a la pantalla grande a través de la animación, con personajes buenos y malos, animalitos y guiones intervenidos por canciones entretenidas y pegadizas. Tal vez ya no recordamos cuál fue la primera película animada que vimos, o sí. Pero todo este camino tuvo un inicio y fue el 21 de diciembre de 1937, cuando se estrenó Blancanieves y los siete enanitos. Nada más ni nada menos que hace 80 años.
La joven con piel tan blanca como la nieve, labios tan rojos como la sangre y pelo tan negro como el ébano no solo es la primera princesa de Disney, también es la protagonista del primer largometraje de la Casa del Ratón. Aunque algunos afirmen que se trata de la primera película animada de la historia del cine, este dato no es correcto ya que ese lugar le corresponde a El Apóstol, creada por el argentino Quirino Cristiani en 1917. Sin embargo, Blancanieves y los siete enanitos -en inglés, Snow White and the Seven Dwarfs– fue la primera animación sonora y a color y, como si fuera poco, generó tanto impacto en el público de Estados Unidos -luego en el mundo- que se convirtió en una de las películas más importantes de la historia.
El camino al éxito
Para llegar a su primera proyección hace 80 años en el Carthay Cicle Theatre de Hollywood, Walt Disney tuvo que emprender un arduo trabajo de tres años. El cineasta -ya con experiencia en cortometrajes de Mickey y Donald- soñaba con producir su primer largometraje, y tenía en mente recrear el cuento de los hermanos Grimm. Pero, ¿por qué puntualmente Blancanieves? En 1917, con tan solo 15 años, había visto Blancanieves, película muda dirigida por J. S. Dawley y producida por Paramount, la cual se proyectaba en cuatro pantallas en un salón de la ciudad de Kansas. Si bien Walt había quedado impresionado, notó que las pantallas no estaban sincronizadas. Esto, tal vez, fue el origen de un sueño que concretaría veinte años después.
También es evidente que la historia de Blancanieves contaba con los ingredientes perfectos para una producción de Disney: una hermosa joven, un príncipe, una bruja malvada, enanitos, un reino, un bosque, enseñanzas morales para un público infantil, un alto grado de sensibilidad y situaciones tenebrosas. Ya sea por su recuerdo de la adolescencia o por los elementos del cuento mencionados, Walt Disney, lleno de convicción y entusiasmo, decide invertir su fortuna en su primer largometraje.
El proyecto comenzó con un presupuesto de 250.000 dólares, pero luego el costo de producción ascendió al millón y medio, ya que fue un proceso bastante difícil que incluyó clases de dibujo para los creadores, el proceso de technicolor, el uso de la cámara multiplano para dar la ilusión de relieve y la composición de Frank Churchill y Larry Morey para la banda sonora. Cabe destacar que, desde un principio, Disney sabía que la música tenía un papel importante en la historia, por lo tanto, integró las canciones al desarrollo del guion.
Ahora bien, no todo es flores y aplausos para Walt Disney y su memorable producción pues, detrás de la animación, los colores y la música hay un mensaje que se transmite al público, sobre todo a los más chicos, que después de 80 años todavía se sigue difundiendo -aunque en menor medida. Un mensaje que, teniendo en cuenta el contexto en el que surgió Blancanieves, ya no llama la atención, pero de todas maneras es importante analizar, ya que estas películas son consumidas por niños y niñas, y la deconstrucción es un gran paso para el cambio.
Mujeres: sumisas o malas
En primer lugar, se encuentra el rol de Blancanieves. Si bien la joven es la protagonista de la historia, carece totalmente de independencia e iniciativa, de forma tal que la trama gira entorno a un personaje pasivo que necesita de otros para sobrevivir y ser feliz. Ya hay un sinfín de investigaciones sobre la primera princesa de Disney y la conclusión suele ser la misma: Blancanieves es la máxima expresión del machismo en el cine de aquella época, que 80 años después aún sigue vigente, pero no tan aceptado.
Desde el principio de la película, la falta de independencia se hace evidente. Al fallecer su padre -figura protectora-, la vida de la joven se llena de desdicha, ya que queda bajo el cuidado de su malvada madrastra, la Reina. Pero el sueño de Blancanieves no es ser libre, escapar a un lugar mejor como cualquiera de nosotras y nosotros haría o intentaría hacer. Su verdadero sueño es encontrar a otro hombre que la salve de esa miseria, otro caballero que solo con su presencia, le dará la solución a todos sus males.
Como si fuera poco, las características del personaje alimentan el estereotipo perfecto de lo que se espera de una mujer, que es lo que representa Blancanieves. La doncella perfecta no solo es aquella que necesita a un hombre a su lado y que no tiene voz propia, también es inocente, ingenua, pura, soñadora, sentimental, optimista y, por sobre todas las cosas, eficaz en las tareas del hogar ¡Qué sorpresa! Una pura descripción de la joven que, además, es hermosa a la vista de todos.
La belleza, la ingenuidad y la inocencia de Blancanieves la llevarán a la muerte, y el único que podrá salvarla es el príncipe, el caballero héroe que decide besarla. Una linda manera de romantizar la falta de consentimiento. Pero este hombre no es el único que rescatará a la princesa, pues los enanitos le abrieron las puertas de su hogar cuando se encontraba desprotegida en el bosque. Y no olvidemos que anteriormente, fue el cazador el que le perdonó la vida y la dejó huir. ¿Qué sería de Blancanieves sin estos amables hombres?
El segundo rol femenino en la historia es el de la Reina, pero ella representa todo lo contrario, es decir, representa la mujer que envejece y deja de aparentar agradable para el hombre, con todas las cualidades que la acompañan: vanidosa, despiadada y celosa. Esto, a su vez, conlleva un fuerte mensaje: si la mujer no es sumisa -o perfecta- es mala.
Es importante remarcar, también, que la única preocupación de la Reina es ser la más bella del reino. Aunque se trate de un personaje inteligente, es el espejo -con voz masculina y representante del saber- el que dejará en evidencia su ignorancia: No eres la más hermosa del reino, le dirá (¿Cómo no te diste cuenta antes?). Al parecer, una reina no tiene otra tarea en mente que ocuparse de su imagen. Tal vez, si fuera rey, sus preocupaciones estarían en otro lado, pero no, es mujer y solo quiere verse al espejo.
Roles asignados para todos y todas
Las mujeres de Blancanieves y los siete enanitos no son las únicas a las que se les asigna un rol que traspasa la pantalla, pues los personajes masculinos también alimentan los estereotipos machistas de los discursos sociales. Por un lado, se encuentra el príncipe: héroe, apuesto y caballero que debe rescatar a la damisela. Su aparición en la película es pequeña, pero muy importante, debido a que sin él y su aire resolutorio, el final de Blancanieves hubiese sido la muerte. Con solo unos segundos de participación, tuvo más relevancia que la joven protagonista.
Por otro lado, están los enanitos: para nada limpios y muy desordenados, ya que durante el día deben trabajar afuera y el hogar solo es para descansar de la jornada laboral. Como todo padre de familia, ¿no? Un claro mensaje se presenta cuando la princesa entra por primera vez a la casita y al ver el desorden lo primero que piensa es que no hay una mamá para limpiar. Los enanitos representan el estereotipo de hombre poco aseado que no realiza tareas domésticas.
Por lo tanto, todos los personajes, tanto femeninos como masculinos, tienen los roles tradicionales que culturalmente están asignadas a sus respectivos géneros, al menos en esa época. Los hombres deben dedicarse al trabajo en el ámbito público -minero, príncipe o cazador-, y deben ser los salvadores, mientras que las mujeres deben ocuparse de las tareas domésticas en el ámbito privado. Si bien la Reina no debe limpiar el hogar, permanece bella y espléndida en el interior del castillo, y solo cuando sale de aquel se convierte en una bruja horrible.
Por su parte, la felicidad de Blancanieves al realizar la limpieza es evidente, como si no tuviese otro destino que ese. Ella es feliz y se siente segura dentro de la casa, y anteriormente en el castillo -ambos pertenecientes al ámbito privado-, pero en ese lapso que escapa y corre por el bosque -el ámbito público-, se muestra perdida, insegura y desprotegida. ¡Ese no es tu lugar, niña tonta!
Canciones cargadas de significados
Muchos y muchas podrán decir que Blancanieves y los siete enanitos solo es una recreación de un cuento clásico, por lo tanto, ese mensaje machista y estereotipado que transmite proviene de mucho antes y no de la película. En parte, esto es así. Sin embargo, la producción animada también se encarga de difundir todo lo marcado anteriormente, y las canciones son un claro ejemplo.
En uno de los momentos musicales, Blancanieves, por un lado, se autoasigna las tareas domésticas:
Silbando al trabajar
Cualquier quehacer
Es un placer
Se hace sin pensar
Se entona una canción
Y es un gozar el trabajar
Al ritmo de un prensor
Si el cuarto hay que barrer
Escoba hay que tener
Y sin sentir bailando vas
Barriendo al ritmo y al compas.
Además, realiza estas tareas con total naturalidad y placer, como si fuera algo innato al género femenino. Y en la misma canción, también hace hincapié a la espera de un hombre:
Tal vez muy pronto ya
Mi príncipe vendrá
Ya jamás nos diremos adiós
Y seremos felices los dos
Mientras las canciones de Blancanieves van dirigidas al hombre de sus sueños, cuando el príncipe canta no pide nada, sino que ofrece su ayuda: se ofrece a él mismo como objeto valioso. Si sos mujer y te consideras importante, sos malvada, pero si sos hombre, es encantador.
En definitiva, el primer largometraje de Walt Disney está cargado de significados, desde la imagen, hasta la trama y la música que acompaña. La realidad es que hace 80 años -o mucho antes si empezamos por el cuento clásico de los hermanos Grimm- el contexto era muy diferente, y hoy sería casi inaceptable un discurso social tan explícito como el de Blancanieves y los siete enanitos. Las princesas de Disney actuales van por otro camino, o eso aparentan.
Entender lo que transmite una historia y/o personaje después de tantos años, nos lleva a comprender cuáles son y fueron los discursos que alimentan al machismo. Si desnaturalizamos lo que se nos impone, podemos cambiar muchas cosas. Y no hay que privar a los niños y niñas de esta mirada. Que ellos y ellas entiendan que no es natural estar condicionados por su sexo biológico, es un gran paso hacia una vida más libre de prejuicios.
Fuentes:
Blancanieves, la primogénita de papá Disney cumple 80 años
Análisis de Blancanieves
80 años del clásico de Disney, Blancanieves