100 días para transformar (se)

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Periodista | Editora de Géneros y Breve Eternidad | Poeta | Feminista | En mis ratos libres sueño con armar una banda disidente.
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En el prime time de la televisión abierta, 100 días para enamorarse, la ficción de Telefe, se metió de lleno en cuestiones de géneros que otros canales y ficciones parecen olvidar. Esto, que da cuenta de una nueva era comunicacional acelerada por las luchas sociales, es un claro contraste en un medio en el que todavía podemos encontrarnos con programas como, por ejemplo, Polémica en el bar. De la mano del guion de Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes y Alejandro Quesada– Maite Lanata y Nancy Duplaá, con madurez, resuelven los problemas cotidianos de una madre y un chico trans en búsqueda de una nueva identidad.

Día 37: hijxs

-A ver, ¿cómo que te sentís un varón? Le pregunta a su hija, que ahora plantea ser un hijo, una Antonia (Nancy Duplaá) que pretende acompañar sin tabúes pero que necesita, primero, comprender la situación que está siendo atravesada por Juani (Maite Lanata). El nombre del capítulo no es cosa menor. En una televisión donde todavía hay referentes como Iúdica, en el país donde Agustín Laje niega el derecho a la identidad de género sistemáticamente, utilizar el lenguaje inclusivo para nombrar un capítulo es una declaración de principios hecha y derecha.

El único miedo de esta madre es que su hija sufra. Su hija sí sufre, porque justamente se sabe hijo. Entonces, le plantea a su madre que sufre, todo el tiempo, porque quiere que lo vean como él se siente: como un varón. Juntes, deciden acudir a una psicóloga, interpretada por Sandra Mihanovich, y lo que sucede durante todo el capítulo es la transición de una chico que se anima, por primera vez, a contarle a su madre quién es, y una mujer adulta, con preconcepciones y desconocimientos, buscando acompañarla a toda costa.

100 días para enamorarse es una ficción que se transmite por Telefe de lunes a jueves a las 21.45, producida por Underground, que decide no sólo tratar temáticas de sexualidad sino ahondar en cuestiones de identidad de género. No se transmite en ningún horario invisibilizado. Por el contrario, estas escenas son hechas para la gente que, en su hogar, cena y mira la novela de todos los días. Por eso, el tratamiento respetuoso y responsable acerca de las identidades de géneros es fundamental. Y dan en el clavo, porque parece ser la búsqueda de quien quiere dejar un mensaje a las audiencias: ayudar a comprender, ayudar a acompañar a quienes atraviesan esta misma situación y sin acceso a la información necesaria.

La identidad de género

Hasta el momento de hablar con la psicóloga (Sandra Mihanovich), la madre de Juani entendía que su hija era una mujer a la que le gustaban las chicas.

“Psicóloga: –En estas épocas, lo que abunda es la sobreinformación. Los chicos están solos, se meten en internet a indagar, investigar, arman sus propias construcciones. Por eso lo importante es dar con profesionales idóneos que conozcan de la temática trans.
Antonia: –Ella, Juani… sería un chico trans, ¿no?
Psicóloga: –Los términos transgénero y gay a menudo se confunden, pero no es lo mismo. La persona transgénero tiene relación con su identidad de género. Una persona transgénero puede tener la misma orientación sexual que una persona cisgénero, puede ser heterosexual, gay, bisexual, asexual.
Antonia: –¿Cisgénero?
Juani: –Son las personas que su identidad de género coincide con el sexo que le asignaron al nacer. O sea, como vos.
Antonia: –¿Yo soy cisgénero? Ah, ok.
Psicóloga: –Por ejemplo, transexual masculino: si te gustan las chicas, sos heterosexual. Si te gustan los varones, sos gay. Si te gustan las chicas y los chicos, sos bisexual. En fin… No importa con quién le guste salir. En definitiva, es un hombre.
Antonia: –Perdón, me siento medio de las cavernas. El único miedo que yo tengo es que ella sufra, eso me mata.
Juani: –Yo sufro, ma. Yo sufro. Todo el tiempo sufro. Pero quiero que me vean como me siento. Aunque me dé mucho miedo, quiero que me vean así, como me siento. Como soy, como quien soy. ¿Sí, ma?
Antonia: –Claro, mi amor.
Psicóloga: –No les voy a mentir. No es un proceso fácil. Es difícil, es largo. No hay una sola manera. Va a ser lo que Juani elija, hasta donde Juani elija. Hay una ley que protege sus derechos de identidad”.

En el prime time de la televisión argentina, asistimos a una clase de educación sexual integral como la que nos vienen negando en las escuelas y que es fundamental seguir batallando por conseguir. Juani, un personaje de ficción, no es el único chico trans que en su adolescencia tiene clara su identidad de género. Muches no saben a quién recurrir, muches no tienen una madre comprensiva que les diga “claro, mi amor”. Por esto, es esencial que nuestras infancias accedan a la información necesaria para saber que pueden ser lo que sientan que son, que podemos abolir la normalidad y que el hecho de que actúen como les dicen porque hay que seguir las normas a veces vulnera sus libertades individuales. Que esto se muestre, como decíamos, en el horario de la cena familiar y no de manera improvisada sino producto de una investigación profunda, es un triunfo para nosotres, que queremos que de una vez por todas cada quien sea libre de ser lo que siente que es.

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