Caso Belén: la mirada de los medios y el debate del aborto

Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
Gabriela Krause
Redes:

Gabriela Krause

Editora at Géneros
Periodista | Editora de Géneros y Breve Eternidad | Poeta | Feminista | En mis ratos libres sueño con armar una banda disidente.
Gabriela Krause
Redes:

Latest posts by Gabriela Krause (see all)

En marzo del 2014 una joven sufre un aborto espontáneo en el hospital Avellaneda de Tucumán, sin saber que está embarazada. Dos años después, el juicio provoca el revuelo de organizaciones, organismos y medios de comunicación. Entre violencia obstétrica, institucional y de género; violación del secreto médico, penalización de la pobreza y discursos moralistas de los grandes diarios, el caso no solo se mediatiza sino que también se discute y hasta se cuestiona. En esta nota, analizamos los hechos, la mirada mediática y el eterno debate que gira en torno al aborto.

¿Quién es Belén?

Belén es una joven tucumana. Tiene dos rasgos que le juegan en contra, tanto ante la mirada de la justicia como ante la mirada condenatoria de la sociedad y los medios: es mujer y es pobre. Tiene 27 años. Tenía 25 al momento de sufrir el aborto espontáneo. Belén: una mujer pobre, joven, vulnerable y parte de una provincia conformada por una sociedad conservadora y que mantiene una visión retrógrada frente a diversas temáticas. Por eso cuando hablamos de ella decimos Belén, aunque no sea su nombre, cuidamos su identidad porque es culpada y violentada reiteradas veces y porque, además, creemos que exponerla y dejar de lado su decisión de no revelarla es también ejercer violencia sobre tantas otras.

Cuando la abogada la llamó por teléfono para contarle su inminente liberación, el día 18 de agosto, Belén lloró, sorprendida, y se puso feliz. Belén pasó dos años privada de su libertad por un supuesto crimen que no sólo no cometió, sino que jamás existió.

Los hechos

El 21 de marzo de 2014, Belén ingresó al Hospital de Clínicas Avellaneda, de San Miguel de Tucumán, con una hemorragia y un fuerte dolor abdominal. Tenía antecedentes médicos vesiculares y peritonitis. Luego de administrarle un calmante, la derivaron a ginecología, a causa del abundante sangrado. Cuando la atendieron, le hicieron saber que estaba sufriendo un aborto espontáneo, de un feto de alrededor de 20 semanas y Belén afirmó no saber que se encontraba embarazada, hasta el momento. En su historia clínica, se anotó que la joven había sufrido un “aborto espontáneo incompleto sin complicaciones”. Casi en paralelo, encontraron un feto en un baño del hospital, y sin análisis que corrobore el ADN, y sin preservar la supuesta escena del crimen, culparon a la joven. Sin análisis alguno al feto, por otra parte, sopesaron que su gestación ya llevaba 20 semanas. La palabra de Belén, que claramente negaba esta secuencia de hechos, no fue tenida en cuenta en absoluto.

El caso

Luego de los hechos mencionados y de manera inmediata, la investigación queda en manos del fiscal Washington Navarro Dávila, quien pide la prisión preventiva. La medida es otorgada por la jueza Mirta Lenis de Vera, sin motivos claros, más allá de la gravedad del supuesto delito cometido. Acto seguido, la trasladan a la Unidad Penitenciaria Nº4 de la provincia, y se da comienzo a una investigación judicial. A fines de abril de este año, dos años después – que transcurren con Belén en privación de su libertad -, la condenan a prisión de ocho años por “homicidio agravado por el vínculo”, en un proceso impresentable e irregular que vulnera todos los derechos de la joven. El fallo de la Sala III de la Cámara Penal de Tucumán basa parte de sus argumentos en que la defensora oficial de Belén no cuestionó los hechos que se le imputaron – otra de las violencias a las que fue sometida: el cuestionamiento de su propia defensa y la propuesta, fuera de expediente, de que se hiciera cargo de los hechos -, y no en la existencia de pruebas que ameriten la condena definida.

Los fundamentos del fallo:

“Que el día 21/03/2014 siendo horas 3.50 aproximadamente, Belén ingresó a la guardia mayor aduciendo padecer cólicos renales y diarrea. Que entre horas 4 y 5 solicitó permiso para concurrir al baño manifestando tener diarrea y mientras se encontraba en el mismo, dio a luz a un bebé de sexo masculino de aproximadamente 32 semanas de gestación, con una talla de 36 centímetros y 950 gramos de peso, el cual nació con vida, conforme se desprende del informe del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial. Que después de dar a luz a su hijo, Belén cortó el cordón umbilical, luego lo anudó y, con claras intenciones de provocar la muerte de su hijo, lo arrojó por las cañerías del baño y tiró la cadena. Que con su ilícito accionar provocó en su hijo un traumatismo encéfalocraneano, lesión que ocasionó el óbito del niño. Que luego de consumado su accionar, se retiró del baño y se dirigió nuevamente al consultorio donde estaba siendo atendida, quedando el cuerpo de su hijo, ya sin vida, atascado en la cañería del inodoro. Que al regresar a la guardia comenzó a tener hemorragias, por lo que fue derivada a la Sala de Ginecología, siendo atendida por el doctor Daniel Martín, quien pudo comprobar que acababa de dar a luz a un bebé de una edad gestacional superior a las 26 semanas”.

La cuarta abogada de Belén, Soledad Deza, – previamente había tenido otros tres: Walter Frías Barrera, Abraham Musi, quien unos días antes del juicio dejó la defensa porque la familia no logró juntar los fondos, y la defensora oficial Norma Bulacios -, tras la sentencia condenatoria, apeló el fallo, acompañada por el procurador general de la provincia de Tucumán, Edmundo Jiménez, quien sostuvo que el fallo es “arbitrario y, por ende, nulo”.  Presentó dos recursos extraordinarios para que cese la prisión preventiva, y para declarar la nulidad de la causa. Asimismo, consiguió que el 28 de julio diez organizaciones de derechos humanos presentaran Amicus curiae ante la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. Dos días antes, Amnistía Internacional había aportado 120 mil firmas para reclamar que se anule el fallo que sentenció a Belén a ocho años de prisión y que se disponga su inmediata libertad.

El jueves 18 de agosto, Belén recuperó su libertad, tras la orden de la Corte Suprema de la provincia. Según su abogada, los elementos que la liberaron no fueron su mérito, sino que se encontraban, desde un principio, dentro de la causa. Entonces, ¿por qué la joven tuvo que perder dos años de su vida en privación de libertad? La respuesta está más arriba: faltaba una defensa que creyera en la joven y que se interesara en su inmediata liberación, una defensa con perspectiva de género y el incondicional apoyo que se mostró en la calle, que ayudó a visibilizar el caso y generar presión.

Las violencias

Desde llegada al hospital, durante y después, Belén fue sometida a diversos tipos de violencia, implícitas y explícitas, por parte del personal médico, la policía, los medios, los jueces, su propia defensa y la condena social. La violencia institucional es moneda corriente en nuestra sociedad, y cuando un caso cuenta con todos los tipos de expresión de la misma, cabe destacarlos. ¿A qué violencias fue sometida Belén, a lo largo del proceso que se inició en la madrugada de marzo del 2014?

  • Desde el momento de la derivación al servicio de ginecología, Belén empieza a sentirse maltratada, recibiendo miradas acusadoras e intimaciones sobre qué había hecho. El personal médico la apunta con un dedo y la violenta, en medio de la hemorragia que la joven sufre.
  • El mismo personal médico que le comunica a la joven que sufrió un aborto espontáneo, paralelamente, llama a la policía violando el secreto médico y acusando a Belén sin fundamentos, adjudicándole a la joven el feto encontrado en un baño, sin realizar, hasta el día de la fecha, un análisis de ADN que lo corrobore.
  • Belén declaró ante el tribunal que “un enfermero me trajo un feto en una cajita y me insultó por lo que le había hecho. Yo le decía eso no es mío y me decía mirá, este es tu hijo”.
  • También declaró que “cuando despertó del legrado en su cama de la Sala 5 estaba rodeada por varios policías que le inspeccionaban sus partes”.
  • La joven, luego de un fuerte dolor abdominal y una hemorragia intensa, fue derivada a la unidad penitenciaria, cumpliendo con la prisión preventiva y no volviendo a su casa, desde antes de pisar el hospital, hasta pasados dos años de privación de libertad.
  • La condena a Belén se da en un marco irregular, sin pruebas claras de que se haya auto-provocado el aborto, o de que el feto sea el suyo, o de que haya asesinado a una persona. Se la condena a ocho años por una condena moral y retrógrada que inicia con los médicos y la policía y culmina en los jueces Dante Ibáñez y Nestor Rafael Macoritto, jueces que conforman el tribunal que dictó la sentencia del caso de gatillo fácil de Ismael Lucena.
  • Los primeros abogados defensores pasaron de recomendarle a la joven que declarara una culpabilidad inexistente, a dejarla sin defensa a días del juicio por incapacidad de su familia, carente de recursos, de juntar el monto requerido por el letrado.
  • Medios como La Nación titulan las notas que refieren al caso como si Belén fuera condenada por “matar a su bebé” y argumentara, para salvar el cuero, que fue un aborto espontáneo. La moral de éstos medios condena el aborto y la pobreza. Sobre todo, la pobreza, claro está.
  • Infobae, manifestándose a favor de la “justicia”, y no de la joven violentada y privada de su libertad, publicó el nombre verdadero de  Belén, dejando de lado la lucha de todas las organizaciones involucradas por preservar su identidad.
  • Según declaraciones de Soledad Deza (abogada): “no hay pruebas que la vinculen con el feto. El feto aparece por testimonio de una partera, no hay un acta policial. En el reconocimiento médico legal hay un feto que aparece a las 3 de la mañana cuando Belén ingresa al hospital a las 3.50. Estamos hablando de un feto que está plantado, de una causa armada con colaboración de la Justicia, del sector de la salud y del sector policial para criminalizar a una mujer que tuvo un aborto espontáneo en el hospital”. Esto sólo implicaría una causa armada más, facilitada por la condición social de la implicada, como suele suceder.

El enfoque mediático: condena y contradicciones

Como ya se ha mencionado, los medios fueron parte activa de la violencia ejercida hacia Belén. Estamos acostumbrados a las bajadas de línea, sutiles o explícitas de los grandes monopolios mediáticos. Si bien muchas veces hacen gala de un pragmatismo que en la práctica es casi inexistente, muchas otras exaltan los valores arcaicos de las clases altas y conservadoras sin ningún disfraz. Analizamos un par de ejemplos.

La Nación, 29 de abril del 2016

titular-la-nacion

El título ya implica una bajada de línea violenta. En una era en la que, lamentablemente, mucha gente acostumbra a leer titulares y no explorar el contenido de las notas, un hecho que cualquiera de los que trabajan en prensa, e incluso los que no, saben. No es algo que pueda escaparse a la comprensión de un monstruo mediático. No es una bajada de línea, entonces, inocente: es una declaración de principios. Están hablando de matar a un bebé. Luego, en el desarrollo de la nota, muestran dos caras: la de la defensa y la del personal médico y la justicia. Por ejemplo, en el siguiente párrafo, se dan el lujo de mencionar que la joven fue condenada sin haberse realizado análisis de ADN alguno que demuestre su culpabilidad.

la-nacion-2

Pero no lo hacen gratis: después de contarnos que la joven fue condenada injustamente, o darlo a entender, vuelven en un párrafo carente de sentido a la bajada de línea arcaica y partidaria del titular.

la-nacion-3

Otros casos: una mujer que asesinó a un bebé a puñaladas, dejando de lado que se atreven a cuestionar, sin dar detalles, si es real o no que el hijo había sido fruto de una violación, este hecho no sostiene similitud alguna con el caso Belén. Otros dos: mujeres que mataron a sus bebés en el momento del parto. Punto. No sabemos nada más. Pero el caso se parece.

Infobae, 13 de agosto de 2016

infobae-nombre-belen

Después de darse el lujo de contarnos que Belén habría sido responsabilizada por dar “muerte a su bebé en un baño público”, dejando de lado toda la coyuntura en la que el caso realmente sucedió, Infobae nos cuenta en una nota sin firma y como al pasar, la visión de los jueces implicados y expone a la joven sin miramientos.

Otra declaración de principios. Casi inocentemente, citando a los jueces y sin ningún tipo de interés por la integridad de la joven, a la que condenan activa o negligentemente, muestran su nombre, sabiendo, incluso, los motivos por los cuales se ha puesto un seudónimo. Para cuidarla. Para no exponerla. Esto también es partidario: no sólo repudiando los hechos o tratando a Belén de asesina se toma una posición. Esta nota, desde la apariencia normal de lo informativo, dice: nosotros creemos en la justicia. Dice: no hace falta cuidar a esta mujer, a esta asesina.

Cuesta creer que este mismo medio haya publicado, en julio, una nota que cuenta tan bien quién es Belén y por qué esto que le ha pasado puede sucederle a otras mujeres. ¿Hay una bajada de línea editorial, pero periodistas que se animan y derriban estos conceptos en sus notas de análisis? ¿O son tan partidarios de la verdad, que prefieren exponer a una joven y señalarla para no fallarle al lector?

La prensa católica

De este lado de la prensa, al menos, podemos esperar cierta tensión, cierta agresión a la hora de tocar estos temas tabúes, prohibidos y penados por Dios… o por el Vaticano. En una nota de contenido nefasto, ACI Prensa, el vocero mediático de la iglesia católica en el mundo, titulada “Caso Belén: Manipulan infanticidio para legalizar el aborto en Argentina”. Aquí, Bárbara Bustamante habla de un caso manipulado por el “lobby” del aborto y resume el accionar de Amnistía Internacional en un “organismo promotor del aborto”, entre otras acusaciones dignas de una película de ciencia ficción. La paranoia lleva a este lobby – si puedo yo también apropiarme sus términos – católico a mencionar que son varias las “cruzadas” de las feministas proaborto en América Latina que buscan desinformar. Después, invitan a firmar una petición en apoyo a la sentencia sobre el caso Belén. No es de extrañar, después de todo, guarda más coherencia que en el caso de los medios laicos, que parecen escribir para algún Dios. Uno que lleva la cara de los grandes intereses empresarios.

Un debate vigente

¿Aborto legal seguro y gratuito, o aborto punible, insalubre y para ricos?

Caro Pardíaco… ¿la tienen? Esa joven rubia, de clase alta, personificada por Julián Kartún para la serie Cualca. Les recuerdo su primera aparición: ella está en una especie de sala de espera de consultorio, esperando su turno y, mientras espera, sale Malena Pichot. Caro la reconoce, de La Loca de mierda y le comenta que cree que debería tocar ciertos temas tabúes para las mujeres, como la menstruación. “Además”, agrega: “vos estás a favor de la despenalización del aborto, y la verdad que ese microscópico embrión tiene más derechos que una. O sea, igual yo aborté mil veces, pero… no sé si estoy tan de acuerdo”. Termina mencionando que su papá tiene un montón de empresas con un montón de empleados. Y fin.

¿Por qué menciono esto? Porque ése universo, el de Caro Pardíaco, es bastante orientativo en cuanto a lo tangible que gira en torno al debate del aborto: ¿quiénes abortan? Todas. ¿Quiénes mueren por abortar? Las pobres. ¿Por qué? Porque las ricas, como Caro, pagan el aborto en una clínica privada, que sin miramientos acepta los billetes y realiza el proceso, simple, sin riesgo alguno. Esto, sin ánimos de estigmatizar, es un hecho.

Para debatir estas cuestiones, lo primero que hay que hacer es erradicar el concepto de que si el aborto se legaliza, se van a volver todas aborteras. Lo que va a pasar, si se legaliza, es lo siguiente: la mujer no será juzgada por tomar decisiones sobre su cuerpo libremente, ni morirá en el anonimato de un lugar lúgubre o antihigiénico, o por tomar mal la pastilla equivocada.

Hay quienes sostienen, como Caro, que ese ser microscópico tiene más derechos que una. Las pro-vida sostienen que las mujeres que abortan son asesinas, olvidando por completo que las defensoras del aborto están pensando, por sobre todas las cosas, en la vida de la mujer que muere por tomar una decisión y aplicarla como puede. Repito: no muere la que aborta en una clínica privada. Muere la excluída, en un acto de violencia más. Esta prohibición es también violencia de género. El cuerpo, como territorio, nos pertenece y como tal, deberíamos estar habilitadas a decidir por él, aunque le pese a…

¿A quién le pesa, el aborto?

Hay dos discursos que nos vienen a la mente cuando pensamos en personas que se oponen al derecho a abortar: el moralista, y el religioso.

La moral: un territorio oscuro e incomprensible. Defiende a una vida, condena a otra. La moral: la justificación de que muera una mujer, pero no un feto. La justificación de que muera un chorro, pero que no robe. Hay algo turbio, entonces, con la moral. Pareciera que se aplica para algunos, y obra de formas extrañas.

La religión: otro terreno oscuro e incomprensible. En nombre de Dios, prohíbe y da derechos. En nombre de Dios, manda a matar, a saquear, a morir. Pongamos como ejemplo la última prohibición expendida por el Vaticano: la de tirar las cenizas de un ser querido a la intemperie, pudiéndose elegir el lugar. Es curioso… Hasta cierto momento de la historia, cremar a una persona es mal visto por la iglesia. Después, la modernización lo permite, por una gran cantidad de años y sin restricción alguna. Año 2016, alguien, desde algún terreno celestial, llama a la sucursal en la tierra de la fe, el Vaticano, y le dice “pero, che… prohibamos que las cenizas se tiren en cualquier lado, que a Dios no le gusta”. ¿O no es así? Y, si no es así, ¿cómo es? No es que quiera yo, simple mortal, dar a entender que tal vez, y solo tal vez, la iglesia esté penando este hecho por no poder sacar de él rédito económico alguno. Si manejamos a los difuntos bajo tierra – no digo que lo piensen, pero podrían –, entonces podemos manejar también sus cenizas. Una ganancia más. Entonces, la iglesia, esa que condena el aborto en nombre de Dios… ¿decide por moral, por fe absoluta, o por conveniencia?

Educación, anticonceptivos y aborto

El debate que gira en torno al aborto es complejo. La realidad es que, más allá de la pluralidad de voces que lo componen, las posturas son dos: se está a favor, o se está en contra. Quienes están en contra hablan de la vida del feto, hablan de la palabra de Dios, y hablan de que si la mujer es grande para tener relaciones sexuales, entonces, que se la manquen. Algunos moralistas le hacen una pequeña atención a las víctimas de violaciones, por no haber podido decidir el momento de quedar embarazadas. A quienes duden todavía su postura, una ayudita: así como no queremos que nos maten en nuestras casas, en las calles, en un boliche o donde sea, no queremos, tampoco, morir por no querer llevar a cabo un embrazo. A quienes hablan de educación, les digo que sí: yo también considero que en la educación está la respuesta a todo. Mientras tanto, mueren mujeres todos los días y, aunque la educación sexual avance, por el momento, no alcanza. Y si alcanzara, igual querremos decidir, porque es nuestro cuerpo, nuestro territorio.

Educación sexual para decidir.

Anticonceptivos para no abortar.

Aborto legal para no morir… ni terminar presas.

Comenta

Print Friendly, PDF & Email