Laura Gotfryd
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Son las 3:20 de la mañana y Salón Pueyrredón huele a birra y calor. Faltan dos horas para que amanezca y quienes nos encontramos aquí, en el mítico local de punk rock nos preparamos para una invitación especial. Después de once meses de guardarse, Asesinos Cereales festeja los diez años de Sin fronteras, su anteúltimo disco lanzado en 2007 que contiene sus mayores éxitos de SKA.
Oriundos de Villa Bosch y San Martín, Asesinos Cereales es una banda under que hace 17 años pertenece al mundo del ska y del punk, tocando en 2008 en el Club Ciudad de Buenos Aires con el regreso de SKA-P a los escenarios, con quienes generaron una gran amistad que los llevó a tocar a Zanón en Neuquén y en Córdoba. También compartieron escenario con Cadena Perpetua, Bulldog, Dos Minutos y varias más.
“Hoy la revolución comienza en tu cabeza”, fueron las primeras palabras de Soto, acompañado de Alejandro Farina en batería, Nahuel Rogosz en teclados, Diego Maggio en guitarra, Gonzalo Vavallo en segunda guitarra, Iván Fuzzi en bajo, Gastón González en trompeta y un regreso más que especial en saxo, Mariano Precioso, quien se había bajado de los escenarios y volvió para esta fecha tan esperada. También se sumó más adelante Juan Manuel Mantelli, trompeta histórica de Asesinos.
Con el repaso de Sin fronteras, también hubo canciones de su último disco Multiplikaos con una versión nueva del último tema del álbum, Sangre, y un cover bien digno de estas épocas de razzias policiales: Police on my back de The Equals, reconocido por la interpretación que hace The Clash.
También fue el momento de presentar dos temas nuevos, explicación de por qué se hicieron esperar tanto en su regreso ya que están en pleno proceso de nuevas canciones, como Vientos de liberación con buena aceptación del público y luego Hablando con mi reflejo, un cambio rotundo en el sonido de la banda ya que en este tema no hay vientos.
“No me arrepiento de haber vivido aquello que en un tiempo nos unía a los dos. No me arrepiento de haber llorado la tarde en que te fuiste, aquella en que dijiste adiós…”, estribillo de Carpe Diem, una de las mejores canciones de Asesinos, sin duda alguna, y el punto álgido de la noche/mañana cuando el sol comenzó a brillar fuera de Salón Pueyrredón.
La madrugada del sábado estuvo protagonizada por canciones que no tienen fecha de vencimiento, sobre todo, en épocas donde el liberalismo pisa fuerte en el país: Transa, Cuartoscuro y Gaspimienta (Multiplikaos); Mal del norte (contra Estados Unidos y su mano negra en Latinoamérica) y La marcha del pueblo, perteneciente al álbum que cumplió su primera década.
Ya con los rayos del sol sobre los rostros, Asesinos Cereales tocaba Podría ser viernes seguido de La fiesta, señal de que ya estaba llegando a su fin una noche más porque “la fiesta se acabó”. Pero siempre se puede con una más y Soto con la ayuda del público cantó Harto.
Fotografía: Fernando Gazaba.